Tras el intento de despegue de julio y primera mitad de agosto, y tras las breves, pero intensas, ráfagas alcistas de las dos primeras sesiones de octubre y del pasado jueves 13 de octubre, cuando contra toda lógica los índices americanos se dispararon al alza tras un pésimo dato de inflación, las Bolsas están queriendo otra vez hacer suelo y salir al alza.
De esta forma, la que pensábamos al finalizar nuestro anterior comentario que iba a ser una semana tranquila, se ha transformado en una semana fuertemente alcista, con el S&P subiendo un 4,7%, el Nasdaq un 5,2%, el Dow Jones un 4,8% y el Eurostoxx un 2,8%. La novedad ha sido, en esta ocasión, que lejos de perder fuerza a lo largo de la sesión, Wall Street cerró el viernes casi en máximos de la semana, con algunos grandes Bancos como JP Morgan o Goldman Sachs subiendo el 5% en la sesión, y dejando la sensación de que el impulso alcista tiene todavía recorrido.
Lo llamativo, en esta ocasión, es que esas fuertes subidas de las Bolsas han coincidido con un empeoramiento notable de los mercados de bonos que ha llevado, por ejemplo, al bono del Tesoro americano a diez años (T bond) a un tipo de interés superior al 4,3%, el más alto desde el año 2008. A cierre del viernes el T bond cerró en 4,22%. En plazos más cortos, el tipo de interés del bono a dos años del Tesoro norteamericano llegó a superar el 4,50% en algunos momentos, y cerró el viernes en 4,48%. En Europa, el bund alemán cerró el viernes a un tipo del 2,418%, un nivel impensable hace menos de tres meses, a principios de agosto, cuando estaba por debajo del 1%.
Las Bolsas se disocian así, al menos temporalmente, de los bonos, pero también se enfrentan, en cierto modo, a la Fed, que sigue dando señales de que va a continuar con las subidas de tipos y con la retirada de liquidez (QT) y a la que, en el fondo, le vendría mejor, para su objetivo de bajar la inflación, un cierto enfriamiento de las Bolsas.
Sin embargo, el rally del viernes fue alimentado, curiosamente, por la idea de que la Fed podría estar barajando una subida de tipos más moderada en su reunión de diciembre, tras una nueva subida de 0,75% en noviembre. Esa idea era recogida por una información de Wall Street Journal y a la vez era avalada por un comentario hecho el mismo viernes por la presidenta de la Fed de San Francisco, Mary Daly, diciendo que la Fed podría estar cerca de considerar una ralentización (“consider slowing”) de las subidas de tipos. En la misma línea, varios miembros de la Fed han mostrado los últimos días su preocupación por el posible “overtightening” (pasarse de frenada) y el influyente presidente de la Fed de San Luis, James Bullard, veía hace poco un techo para los “fed funds” en el 4,75%. Es decir, se habla ya de límites en las subidas de tipos, frente a la idea de subir los tipos “todo lo que haga falta”.
Como decíamos la semana pasada, parece obvio que si viene lo que parece que viene (una recesión, aunque sea “técnica” y no “profunda”) la inflación debería ir a menos, permitiendo a la Fed levantar el pie del acelerador. Esa situación debería producirse, normalmente, hacia fines de este año o inicios del próximo, cuando los efectos del endurecimiento monetario empiecen a notarse más en la economía real. En ese escenario las Bolsas pueden empezar a descontar una etapa de tipos de interés reales negativos, con inflación en torno al 4%-5%, un escenario que, de hecho, es favorable para la renta variable. De esta forma, la recesión que viene en 2023, si se mantiene en un nivel de “recesión técnica”, podría inesperadamente convertirse en un apoyo para las Bolsas, y podríamos ver un nuevo episodio de una economía real empeorando y unas Bolsas mejorando.
Los resultados empresariales del tercer trimestre que se van publicando también han contribuido, al menos en parte, a mejorar el sentimiento inversor, pero hay que decir que realmente esos resultados no están siendo tan positivos como lo fueron, en julio, los del segundo trimestre.
Es verdad que, por ejemplo, los grandes Bancos americanos en general, y con la excepción de Morgan Stanley y Goldman, han superado las estimaciones, pero en todos los casos ganan menos que hace un año, sobre todo, por la mala evolución de la banca de inversión y del “trading” en mercados y gestión de activos. JP Morgan ganó en los nueve primeros meses un 17% menos que hace un año, Bank of America un 8% menos, Citi un 34% menos, Morgan Stanley un 23% menos, Goldman Sachs un 44% menos y Wells Fargo un 36% menos.
En otros sectores los resultados también son mixtos. En tecnológicas, Netflix dio buenas cifras, pero Tesla y Snap incumplieron previsiones y dieron cifras malas. En el sector de lujo, LVMH dio buenos resultados, pero no gustaron sin embargo los de L’Oreal. American Express ha dado malas cifras y Adidas ha hecho un “profit warning”, pero otras compañías como Procter & Gamble ofrecen un panorama más positivo.
En definitiva, las Bolsas están intentado un despegue con apoyo en los resultados empresariales que, sin ser claramente positivos, superan en general las estimaciones y no dibujan un escenario de derrumbe, y con apoyo en la idea de que la desaceleración que viene moderará la inflación y suavizará las subidas de tipos. Aun compartiendo ambos argumentos, pensamos que los inversores pueden estar subestimando el impacto de la recesión en los beneficios empresariales y minusvalorando también el efecto de la contracción de liquidez, una contracción que puede llevar a momentos de fuerte tensión, como se ha vuelto a ver de forma clara estas últimas semanas en la crisis de la libra y de los “gilts” en Inglaterra.
Esta semana presentan sus cifras las grandes tecnológicas (Alphabet y Microsoft el martes, Meta el miércoles, Apple y Amazon el jueves), además de otras muchísimas compañías, y además se reúne el jueves el BCE, que previsiblemente volverá a subir los tipos un 0,75%. Se reúne también el Banco de Japón, pero no cabe esperar ningún cambio en su política, pese a haber subido la inflación en septiembre al 3% y a haber caído el yen el pasado viernes por debajo de los 150 yenes por dólar. Todo va a girar, por lo tanto, en torno a los tipos de interés y los resultados.
Tras los nefastos nueve primeros meses del año, hay ganas de subir, y los inversores quieren saltar por encima de los posibles momentos de tensión que aún quedan y anticipar demasiado pronto escenarios futuros que, sin ser del todo buenos, no van a ser seguramente tan catastrofistas como muchos piensan.
Aunque no creemos que las Bolsas estén en condiciones de iniciar un despegue duradero, a corto plazo pensamos en una nueva semana positiva para las Bolsas, con apoyo en los resultados empresariales.
Juan Carlos Ureta Domingo
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