Decíamos al terminar nuestro comentario de la semana pasada que con el S&P a 6.000 puntos, la tentación de realizar beneficios es grande, y eso es lo que han debido pensar los inversores el jueves y el viernes, tras decir Powell que la Fed no tiene prisa por bajar los tipos de interés (“doesn’t need to be in a hurry to reduce interest rates”).
Esas palabras de Powell, pronunciadas el jueves por la tarde, han sido, al menos aparentemente, la causa de que una semana que empezó el lunes, nada más y nada menos que con el Dow Jones cerrando por encima de los 44.000 puntos por primera vez en la historia, y con el S&P cerrando por encima de los 6.000 puntos, también por primera vez en su historia, haya terminado el viernes con la sensación de que la subida “poselectoral” puede estar agotada.
Al final, el Russell 2000 ha perdido un 3,3% en la semana, el Nasdaq un 3,2%, el S&P un 2,1%, y el Dow Jones un 1,2%. En Europa, sin embargo, las Bolsas han logrado estabilizarse tras las caídas de la semana previa. El EuroStoxx ha cedido un simbólico 0,1%, el Dax ha quedado plano, el Mib italiano ha subido un 1,1% y el Ibex un 0,7%, siendo la excepción el CAC francés, que ha caído un 0,9%.
En cierto modo, esta toma de beneficios y este “enfriamiento” de la euforia inicial era previsible, como ya anticipábamos en el comentario de la semana pasada. Pero la pregunta es, como siempre, si estamos solo ante un alto en el camino para tomar fuerzas y seguir luego el rally de fin de año, o estamos en el inicio de una corrección en toda regla. Para responder a esa pregunta conviene profundizar en el análisis que iniciábamos la semana pasada sobre las propuestas básicas de la llamada “Trumponomics 2.0” y sus previsibles impactos en la economía y en los mercados.
La primera propuesta es el proteccionismo (America First) vía aranceles, profundizando en la fragmentación geopolítica y en las restricciones al comercio internacional. Es obvio que el modelo de EE. UU. comprando al resto del mundo y generando déficit exterior, mientras el resto del mundo financia esas compras con sus superávits, es insostenible y ha llegado a su final. Pero es igualmente obvio que la desglobalización total es imposible y, que además, sería un completo desastre en términos tanto de menor crecimiento como de mayor inflación. Por tanto, Trump tendrá que adaptar de forma pragmática sus deseos proteccionistas.
La segunda gran propuesta es la bajada de impuestos, algo que suena muy bien. El problema es que cuando Trump tome posesión en enero, la deuda pública norteamericana estará en 36 trillones de dólares, más de un 120% del PIB, y se estima que la “trumponomics” añadiría no menos de 15 trillones adicionales a la deuda. Lo que aboca tarde o temprano a una crisis de deuda. Es verdad que EE. UU. tiene hoy por hoy más fácil que Europa financiar su deuda por la confianza que el mundo tiene en el dólar, pero, a pesar de ello, de nuevo, Trump tendrá que manejar con pragmatismo esta propuesta.
Finalmente está, como tercera gran propuesta, la desregulación, que es probablemente la parte más atractiva del programa económico de Trump, y que tendrá un efecto muy positivo liberar a la economía y a las empresas de la asfixiante carga que las ha impuesto una burocracia creciente y a la vez muy ineficiente. No solo hay mucha regulación, además hay mala regulación y el problema es aún mayor en Europa, que debería tomar nota y ponerse al frente de la desregulación. Lamentablemente, por el momento, Europa parece decantarse más bien por el modo “resistencia” frente al nuevo inquilino de la Casa Blanca, en lugar de hacer autocrítica y tomar medidas para no seguir perdiendo posiciones.
Estas son las propuestas básicas, pero la realidad es que en este segundo mandato no va a ser tan sencillo para Trump poner en marcha la “reflación” de la economía norteamericana, como lo fue en su primer mandato. Ni el mundo es el mismo, ni la economía norteamericana es igual que en 2016. Como hemos dicho, la deuda pública norteamericana (también la europea) está ya en niveles insostenibles, y hay riesgo real de crisis de deuda. La inflación apareció en 2021 y sigue ahí, aunque se haya moderado, como lo muestra el dato de IPC de octubre en EE. UU., que se publicó el pasado martes, con una inflación general en el 2,6% subiendo dos décimas respecto al 2,4% de septiembre, y con una inflación subyacente alta, en el 3,3%, subiendo un 0,3% por tercer mes consecutivo. Aunque la Fed baje los tipos de intervención, el entorno monetario no volverá a ser el del primer mandato de Trump, cuando los “fed funds” estaban en el cero por ciento, y los tipos largos es difícil que bajen, de hecho, el bono del Tesoro americano a diez años está ya en el 4,5%. Es, por tanto, otro entorno de inflación de deuda pública y de tipos de interés y, adicionalmente, China ya no inunda al mundo de bienes baratos y de financiación barata, como lo hacía hace ocho años.
La conclusión es que el “trumpismo 2.0” no va a ser fácil de implementar, y que los eslóganes electorales sirven para ganar elecciones, pero no para gestionar los problemas. Pero lo que Trump representa ha llegado para quedarse, y su onda expansiva será, en nuestra opinión, duradera y profunda, siendo bastante probable que sobreviva al propio Trump. De momento, en estos primeros pasos, vamos a ir viendo como Trump, que es ante todo y sobre todo un experto en el arte de negociar (recordemos su libro “The art of deal”) ejecuta ese modelo de “realismo transaccional” del que hablábamos la semana pasada. Un modelo con el que habrá que convivir y al que habrá que acomodarse.
El mercado tiene una cierta inercia alcista que fácilmente podría prorrogarse hasta fin de año, y aunque la caída del jueves y del viernes podría ir un poco más allá, tal vez hasta los niveles algo inferiores a los 5.800 puntos en los que estaba el S&P antes del triunfo de Trump, en nuestra opinión lo que cabe esperar es que el fin de año sea básicamente tranquilo.
Pero a medida que avance la “trumponomics”, sus problemas y contradicciones se irán poniendo de manifiesto, y lo normal es que a medio plazo veamos un aplanamiento de las subidas o incluso una corrección en toda regla, que puede ser grande si llega algún tipo de crisis de deuda, lo cual no es descartable, sobre todo en Europa, que es, sin duda, la gran perdedora con la llegada de Trump.
Esta semana hay resultados empresariales importantes, sobre todo los de Nvidia (miércoles) y Walmart (martes), por este orden, y también publican Target y Palo Alto el miércoles. Son resultados que en el caso de Walmart y Target permitirán tomar el pulso a la salud del consumo estadounidense y, en el caso de Nvidia, permitirán ver cómo evoluciona la gran revolución tecnológica en marcha, la inteligencia artificial generativa.
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