Opinión

Bolsas en fase 'política', en medio de los resultados empresariales y de datos económicos mixtos

La concesión del Premio Nobel de Economía a tres investigadores que han centrado sus estudios en cómo la calidad en la gestión política y en las instituciones afecta de forma muy decisiva al crecimiento económico de los países y determina a largo plazo que a unos países les vaya mejor y a otros peor, nos recuerda de forma muy gráfica algo que las Bolsas están viviendo estas últimas semanas, a saber, la importancia que la política y la geopolítica tienen en los mercados financieros.

Y es bueno recordar ese ángulo político, justo cuando nos encontramos a tan solo dos semanas de uno de los grandes eventos políticos del año, las elecciones presidenciales americanas del 5 de noviembre, y cuando en Oriente Medio las tensiones se relajan o se agravan en función de las informaciones sobre una posible respuesta de Israel al ataque de misiles lanzado por Irán hace diez días.

Esta última semana, en concreto, la idea de que la represalia de Israel contra Irán podría evitar dañar a la infraestructura petrolífera o nuclear, según se desprende de las conversaciones que se han filtrado entre Benjamin Netanyahu y la Administración Biden, ha aliviado mucho las tensiones en el precio del petróleo y, por tanto, las tensiones en los mercados en general. Los futuros del crudo ligero americano (WTI) cerraron el pasado viernes por debajo de los setenta dólares, en concreto en 69,3 dólares por barril, y los del Brent en 73 dólares, en ambos casos muy por debajo de los niveles de hace un año, que se acercaban a los 90 dólares por barril en el caso del crudo ligero (WTI) y que superaban holgadamente los 90 dólares en el caso del Brent.

En el otro frente político, el de las elecciones americanas, la sensación es que la ligera remontada de Trump en las encuestas y la aparente pérdida de “momentum” de Kamala Harris es bien recibida por un Wall Street y por un Silicon Valley que, en general, aunque hay excepciones, consideran más amigable al candidato republicano.

Lo anterior (petróleo a la baja, Trump al alza) y algunos buenos datos macro, como las ventas minoristas de septiembre en Estados Unidos, que subieron un 0,4% frente al 0,1% de agosto y al 0,3% que habían estimado los analistas, ha animado a las Bolsas y ha hecho que el S&P y el Dow Jones hayan subido un 0,8% en la semana, el Dow Jones un 0,96% y el Russell 2000 de valores de pequeña capitalización un 1,87%. Como se ve, las subidas han sido generalizadas en los índices americanos, pero se observa de nuevo esa ampliación o “ensanchamiento” de las subidas que comentábamos la semana pasada, ya que de nuevo el Dow y el Russell 2000 superan al Nasdaq en la semana.

No obstante, hay que decir que en el último mes, el Nasdaq ha sido el índice americano que más ha subido, un 5,2%, el Dow un 4,2% y el Russell tan solo un 3,1%, y en lo que va de año el Nasdaq sube un 23,2%, que es casi el doble del 12,3% que sube el Russell 2000. Y hay que decir también que esta semana algunas grandes tecnológicas como Netflix (+5,7% en la semana) o Apple (+3,3%) o la propia Nvidia (+2,4%) han tenido un gran comportamiento. No así Alphabet, casi plana, o Meta, que ha bajado un -2,3% en la semana.

Al final, tanto el S&P como el Dow Jones cerraron el viernes en máximos históricos de todos los tiempos, ayudados por valores como Netflix, que tras sus resultados subió un 11% en la sesión, o Morgan Stanley que subió casi el 10% en la semana por sus buenos resultados, o Goldman Sachs con su subida semanal del 2,4%. Tanto Goldman como Morgan Stanley están en máximos históricos de todos los tiempos. Diferente ha sido el caso de Citigroup, que ha caído un 4,4% en la semana al no gustar sus resultados.

En Europa, el Eurostoxx ha caído un 0,35% en la semana a pesar de que el BCE volvió a bajar los tipos el pasado jueves, una bajada casi obligatoria al haber caído el IPC de la zona a un 1,7% y al estar estancada la zona en términos de crecimiento. Las compañías de lujo han tenido mucho que ver en esa caída, tras la publicación de resultados de LVMH, que muestran claramente la mala evolución de las ventas en China. También ha impactado la fuerte caída semanal del 14% de ASML, que sigue siendo una historia espectacular de crecimiento estructural, pero que reconoció en los comentarios a sus cuentas trimestrales que los segmentos de actividad distintos a la inteligencia artificial están evolucionando más lentamente de lo esperado. Finalmente, las grandes automovilísticas alemanas tampoco han ido bien en la semana.

Podríamos decir que tanto los resultados como los datos económicos que van a apareciendo son “mixtos” y tal vez, por eso, mientras el optimismo reina en los mercados financieros y las Bolsas americanas baten récords, sigue habiendo, sin embargo, un ambiente de cautela y hasta de inquietud fuera de los mercados financieros. El oro por encima de 2.700 dólares y también batiendo récords de cotización es una buena muestra de ese ambiente cauteloso que comparte una amplia mayoría de la población. Es incontestable, con los últimos datos de inflación en la mano, que ha habido un “aterrizaje suave” de las economías, pero es mucho más discutible, como venimos diciendo una y otra vez en estos comentarios semanales, que vayamos a asistir a un despegue fuerte del crecimiento. Más bien deberíamos pensar en una larga digestión de las subidas, sobre todo si pensamos en los desalentadores datos de crecimiento del tercer trimestre en China, que conocimos el pasado viernes. Esos datos arrojan el menor ritmo de crecimiento de los últimos 20 años, un 4,6% anualizado, una atonía que no parece que vaya a cambiar tras las medidas del gobierno y del Banco Central.

Esta semana se publican los PMI preliminares de octubre tanto en Europa como en Estados Unidos, que probablemente confirmen esos mensajes “mixtos” de “soft landing”, pero no el despegue fuerte que nos vienen dando los datos económicos. También se publica el índice de confianza del consumidor americano de octubre de la Conference Board. En cuanto a resultados empresariales, publican alguna gran tecnológica, como Tesla, además de otras grandes empresas no tecnológicas como Coca Cola, Colgate, Mercedes-Benz, o Iberdrola, entre otras. 

Pero pensamos que el factor político va a pesar cada vez más, y en ese sentido es inquietante la alerta lanzada hace unos días por el Fondo Monetario Internacional (FMI) recordando que la deuda pública global está ya casi en el 100% del PIB mundial, al superar los cien billones europeos (trillones americanos, es decir, millones de millones) de dólares. Esa alerta es un recordatorio de lo que dijo hace ya unos meses el famoso Nassim Taleb, a saber, que el crecimiento de la deuda de los gobiernos es el mayor peligro de la economía actual, y que no es un “cisne negro” sino un “cisne blanco”, que tenemos delante de nuestros ojos y no queremos ver. El aviso de Taleb, que jugando con las palabras dijo que la espiral de deuda (‘debt spiral’) es una espiral de muerte (‘death spiral’) no tuvo demasiado eco y probablemente tampoco lo tenga el aviso del FMI. Pero el ganador de las elecciones americanas (sea Trump o Harris) y, por supuesto, también los líderes políticos europeos, tendrán que enfrentarse a este problema en algún momento de los próximos años.

Tras seis semanas consecutivas de subidas en el Dow Jones y el S&P, que no han parado de marcar récords históricos a lo largo del año, y con las Bolsas entrando en fase política aguda por la proximidad de las elecciones norteamericanas, nos reiteramos, aun a riesgo de equivocarnos, en la idea de que lo normal sería que las Bolsas consoliden estos niveles y no vayan más allá. 



Juan Carlos Ureta Domingo
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