Opinión

Vuelven los fantasmas de febrero

Tras una primera parte de abril bastante tranquila, los viejos fantasmas de febrero y marzo han vuelto a reaparecer en la tercera semana de abril y, curiosamente, lo han hecho todos a la vez.

El temor que con más fuerza ha vuelto a los mercados es el de un repunte de la inflación, que pudiera obligar a una subida de tipos mayor de la esperada, perturbando el crecimiento económico y desestabilizando los mercados financieros. Pero también han hecho acto de presencia en los mercados las otras dos inquietudes de los inversores en las últimas semanas, a saber, las consecuencias negativas del proteccionismo de Trump y la crisis de las grandes tecnológicas.

Pese a ello, casi todas las Bolsas han subido, haciendo así bueno el pronóstico con el que finalizábamos nuestro anterior comentario de una semana con ligeras subidas en las Bolsas. Para las Bolsas europeas es la cuarta semana consecutiva de alzas, y además en el último mes se han comportado mejor que las americanas, a diferencia de lo que venía sucediendo el pasado año y los dos primeros meses de este. En concreto, el Eurostoxx ha subido el 1,3% la semana pasada, el Ibex el 1,2% y el Dax un 0,8%. Sin duda la fortaleza del dólar frente al euro (el viernes cerró a 1,228 dólares por euro) ha ayudado, y ha perjudicado a las Bolsas americanas, que, tras las caídas del viernes en la sesión de cierre semanal, han debido conformarse con un ligero alza semanal de medio punto porcentual para el S&P, el Dow y el Nasdaq. El Nikkei, por su lado, ha subido un 1,7% y en emergentes destaca la subida de Rusia (+3.7%) y la caída de la Bolsa de Shanghai (-2,7%) pese a que martes se publicó que el PIB de China en el primer trimestre ha crecido un 6,8%, algo más de lo esperado.

Ese es el resumen de una semana que ha sido especialmente rica en noticias y que, por ello, requiere un mayor análisis.

Empezando por la "macro", el Fondo Monetario Internacional lanzaba un mensaje mixto en su reunión de primavera celebrada en Washington. Por un lado el FMI certifica el buen momento de crecimiento, elevando su estimación de subida del PIB global para este año al 3,9%, una décima más que el pasado octubre. Por otro lado, sin embargo, el Fondo advierte de los peligros de que la inflación se acelere al estar las economías avanzadas, sobre todo EE.UU., cerca de su capacidad máxima, y al haber puesto en marcha Trump estímulos fiscales que pueden recalentar más la economía. Una subida de tipos mayor o más rápida de la esperada puede tener consecuencias muy negativas en economías muy endeudadas como la americana y las europeas. El Fondo advierte también contra el proteccionismo, que, de ir a más, creará mayor inflación y menor crecimiento. En la música del FMI se aprecia el temor a posibles colapsos en los mercados de crédito ("credit crunch") al acabarse el modelo de expansión constante de la liquidez que viene predominando desde principios de los ochenta.

Esas advertencias del FMI coincidían el pasado miércoles con una fuerte subida de los metales y de las materias primas, petróleo incluido. Las sanciones de EE.UU. al fabricante ruso Rusal fueron el detonante, pero el tema de fondo es que en el actual contexto de iniciativas proteccionistas y de interferencias en el comercio internacional, el mundo empieza a temer una menor oferta de metales y de algunas materias primas, con el consiguiente aumento de precios. Empieza a haber un acaparamiento que provoca la escalada de los precios, en una espiral peligrosa que todos esperamos que no vaya a más.

La consecuencia inmediata ha sido la subida de los tipos de interés. El viernes pasado el tipo del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) cerraba en el 2,96% muy cerca ya de ese fatídico umbral del 3% que el pasado febrero provocó el pánico. El bono a dos años cerraba en el 2,46% tras subir once puntos básicos en la semana y, en la zona euro, el tipo del bund ha subido hasta el 0,6% y el del bono español a diez años está ya cerca del 1,30%.

El fantasma de la inflación sobrevuela por tanto las Bolsas en un entorno económico en el que no está nada claro que pueda prescindirse, hoy por hoy, de las ayudas monetarias. De hecho, China bajaba el pasado miércoles el coeficiente de reservas bancarias para estimular su economía doméstica, seguramente pensando que en el nuevo entorno proteccionista la aportación al crecimiento de las exportaciones va a ser menor. No deja de ser curioso que esa medida ayudase a la ya comentada subida de las materias primas, al descontar los mercados mayor demanda futura por parte de China. Y no deja de ser también curioso que el viernes Apple cayese un 4% en Bolsa tras un informe que estima que las ventas de iPhone del cuarto trimestre pueden desagradar a Wall Street, probablemente pensando en las menores ventas en China.

En definitiva, los tres "fantasmas" (inflación/subida de tipos, proteccionismo y crisis de las grandes tecnológicas) están bastante entrelazados, y su común denominador es la sensación de que el mundo de la expansión constante de la liquidez, del dinero abundante y barato, el mundo de la globalización, el modelo "chimerica" (EE.UU. compra a China y China financia a EE.UU.) y el modelo de tolerancia total hacia las grandes tecnológicas para favorecer su capacidad de innovación, empieza a ser un poco el "mundo de ayer".

La ruptura de ese mundo, aunque se pretenda hacer de forma gradual y no traumática ("beautiful normalization") va a generar retos muy importantes a las Bolsas y a los inversores, y realmente nadie sabe muy bien cómo va a ser ese tránsito porque estamos en territorio desconocido ("unchartered waters"). Por ello, no es extraño que los mercados financieros y las Bolsas estén moviéndose en una banda estrecha, reflejando esa indefinición y esa falta de criterios claros.

A corto plazo, la temporada de resultados está siendo buena (han publicado sus cifras el 16% del S&P y han superado las estimaciones el 81%) y ese es el principal soporte de unas Bolsas que, como decíamos hace dos semanas, no quieren bajar, pero a nuestro juicio tampoco tienen fuerza para volver a los máximos anuales. Prueba de ello es que hasta el momento, resultados buenos o incluso muy buenos, como los de JP Morgan , Goldman Sachs o Danone, por citar tres ejemplos, han sido recibidos con frialdad y solo en contados casos, como el de Netflix, que subió casi un 10% tras presentar sus cifras, ha habido cierta euforia. Por el contrario, cuando los beneficios caen, aunque sea poco, la reacción es muy negativa, como sucedió el pasado martes con IBM cuando cayó un 7,5% tras publicar sus resultados.

Durante esta semana reportan más de un tercio de las empresas del S&P, con nombres tan emblemáticos como Alphabet (Google), Microsoft, Boeing, Facebook, Exxon o Coca Cola, entre otros y en la zona euro también hay nombres importantes publicando sus resultados, como Santander, BBVA, Telefónica, Airbus, Volkswagen, Deutsche Bank o Total. Además se publica la cifra definitiva del PIB americano del primer trimestre.

Pensamos que, una vez rebajada la tensión en Siria y puesta en su carril diplomático la guerra de aranceles, las Bolsas van a tender a contagiarse de la mayor relajación del ambiente, y a moverse en base a los resultados, que en general no parece que vayan a dar sorpresas. Por ello, aun a riesgo de equivocarnos, apostaríamos por una semana final de abril más bien tranquila e incluso ligeramente al alza.

Juan Carlos Ureta Domingo
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