Tras un inicio de mes en el que las Bolsas americanas parecían flojear y en el que las grandes tecnológicas sufrieron un serio revés en la sesión del cinco de septiembre, Wall Street ha vuelto a hacer una demostración de fuerza y ha cerrado la semana del décimo aniversario de Lehman con avances del entorno del 1% o superiores (Dow +0,9% en la semana, S&P +1,2%, Nasdaq +1,4%). Avances liderados, de nuevo, por las tecnológicas, está vez con Apple a la cabeza, tras presentar el pasado miércoles sus nuevos iPhones y su nueva gama de iWatch.
Ese buen tono se contagió en esta ocasión al resto de las Bolsas mundiales, con avances en la semana del 1,5% para el Eurostoxx, el 2,1% en nuestro Ibex y en el Mibtel italiano, y el 3,5% en el Nikkei. El mejor comportamiento de las Bolsas europeas y japonesa ha sido la novedad de esta segunda semana de septiembre, pero las Bolsas emergentes no han podido seguir esa estela y el MSCI Emerging Markets en dólares se ha tenido que conformar con una modesta subida semanal del 0,5%.
En el centro de ese "revival" bursátil, que como siempre se ha producido justo cuando muchas voces alertaban de un posible "septiembre negro", vuelven a estar los "espíritus animales" que despierta Trump entre los inversores. Unos espíritus que se han visto animados aún más por la presentación de los nuevos productos de Apple el pasado miércoles en su sede de Cupertino. Parece evidente que Wall Street sigue fascinado con Trump, un presidente al que la comunidad de negocios americana ve, en general, como "pro business".
Pero hay algo más y ese algo más tiene que ver con las políticas monetarias y fiscales expansivas y con la oleada de innovación tecnológica. Las alzas generalizadas de esta última semana han coincidido con el décimo aniversario de la quiebra de Lehman, el 15 de septiembre de 2008, y lo que podemos decir diez años después es que la combinación de expansión monetaria, estímulo fiscal (en EE.UU. acompañado de rebaja de impuestos) y disrupción digital ha llevado a los inversores americanos a alimentar la idea de un mercado alcista perpetuo (bull market forever). En ese contexto, las caídas siguen siendo vistas como oportunidades de compra (buy on dips) y en este sentido la mínima caída de la primera semana de septiembre en las Bolsas americanas y en las tecnológicas ha animado a los inversores a comprar.
Como resultado, el S&P terminó el pasado viernes, día previo al décimo aniversario de la quiebra de Lehman, a poco más de diez puntos de su máximo histórico de todos los tiempos alcanzado el 29 de agosto, y pese a tímidos intentos de recorte durante la semana, normalmente vinculados a los avatares de la guerra comercial, la realidad es que las Bolsas americanas se mantienen en niveles altísimos sin que ninguna noticia, sea la que sea, inquiete de verdad a los inversores. Un ejemplo fue, el viernes pasado, las ventas minoristas de agosto que subieron el 0,1% frente al 0,4% previsto, la menor subida en seis meses, lo cual no ensombreció a la jornada bursátil. El mercado alcista americano, que ya es el más largo de la historia desde agosto, sigue su camino una semana sí y otra también, bajo la convicción, bastante generalizada, de que una economía innovadora y apoyada por un presidente que sabrá poner en su sitio a China y al resto del mundo es una garantía de subida de las cotizaciones en los próximos años.
Frente a ese escenario tan optimista no viene mal recordar alguna de las enseñanzas de Lehman, sobre todo la de que la deuda excesiva es mala. Los estímulos monetarios y fiscales han creado una enorme deuda, como recordó el FMI en su reunión de abril en Washington, y, aunque ahora nadie mire hacia ese lado, lo cierto es que tarde o temprano la deuda suele crear problemas.
Pero la deuda no es la única nube en ese horizonte bursátil aparentemente tan despejado. Está la divergencia entre las Bolsas americanas y las restantes, a la que hemos aludido en otras ocasiones y está la concentración de la subida en unos pocos valores, fundamentalmente los llamados FAANG. Está también la situación de la banca europea, que además de no haber terminado del todo sus saneamientos de balance (pese a haber avanzado mucho) se encuentra ante un escenario de desaceleración económica en la zona euro y de tipos de interés nominales negativos por lo menos durante un año más.
Empezando por la divergencia entre las Bolsas, esta última semana se ha corregido un poco respecto a las europeas y a la japonesa, pero ha seguido ensanchándose respecto a las emergentes. En lo que va de año el S&P sube el 8,6% mientras el Eurostoxx baja el 4,5%, el Nikkei sube solo el 1,4% y el MSCI Emerging Markets en dólares baja el 11,2%. Entre las emergentes, la Bolsa de Hong Kong ha entrado también en territorio técnico bajista (recorte de más del 20% desde máximos) hace unos días, siguiendo la estela de la Bolsa de Shanghai y del propio MSCI Emerging Markets que ya en agosto entraron en "bear market".
Si nos centramos solo en las Bolsas americanas, también vemos una notable divergencia entre las tecnológicas, con las FAANG a la cabeza, y el resto de las compañías. Esta última semana la estrella ha sido Apple pero también han subido con fuerza las compañías de semiconductores. La pregunta es si este modelo de subida tan concentrado es sostenible y la respuesta si nos atenemos a los precedentes es que no. Lo que pasó en el año 2000, cuando unas pocas empresas lideraban en solitario las alzas del Nasdaq es muy indicativo. Más aún cuando los propios primeros ejecutivos de las tecnológicas están tratando de promover una cierta cautela, como lo hizo el CEO de Apple, Tim Cook, hace unos días, al alertar sobre los daños que los aranceles pueden hacer a Apple, que fabrica una gran parte de los componentes de sus teléfonos en China.
El tercer tema es el de la banca europea, que conecta a su vez con la situación política de la zona euro. Los Bancos no hicieron el ajuste de sus balances de forma inmediata y lo han ido haciendo muy gradualmente. Pero sobre todo el problema son los tipos de interés nominales negativos, que impiden a la banca desarrollar su negocio. Parece obvio que los políticos europeos se sienten muy cómodos con el "easy money" y no quieren ni oír hablar de subida de tipos. Los mensajes de Draghi el pasado jueves fueron bastante claros en este sentido. Esto, en un contexto de desaceleración de la zona y de problemas políticos en varios países, no solo Italia, es bastante inquietante para la banca.
Motivos de preocupación no faltan, por tanto, en las Bolsas y a los anteriores habría que añadir que el tipo de interés del bono del Tesoro americano ya está en el 3%, esa cifra que provocó un terremoto bursátil en febrero y que ahora, sin embargo, se ha recibido con indiferencia total, al menos por el momento. Pero los inversores han demostrado que pueden superar cualquier muro, por grande que sea, por tanto, vamos a pensar que las Bolsas cerrarán tranquilas esta semana cuando, el viernes, venzan las opciones trimestrales.
Esta semana hay todavía algún resultado empresarial interesante, como el de Oracle, y las noticias macro habituales. Pero la atención seguirá centrada en la guerra comercial y en los Bancos Centrales, a la espera de la reunión de la Fed el 25 y 26 de septiembre.
Nuestra recomendación de la semana pasada de comprar grandes compañías europeas muy castigadas aprovechando sus bajos precios ha funcionado bien (recomendábamos expresamente Inditex, que ha subido el 5,7% en la semana). Nos sigue pareciendo una buena idea centrarnos en buenas empresas cuya cotización haya bajado, como es el caso de Telefónica, y evitar empresas que hayan ya descontado en su precio todo lo bueno que pueda pasar.
Juan Carlos Ureta Domingo
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