El comportamiento de las Bolsas americanas este mes de septiembre, y en particular el de la última semana, nos recuerda, inevitablemente, al del pasado mes de enero, cuando Wall Street batía récords un día sí y otro también, en una fiebre alcista celebrada, a golpe de tuit, por el presidente Trump, como una muestra del respaldo de los inversores a sus políticas económicas.
Tras la crisis de febrero, con una caída fulminante del S&P del diez por ciento en muy pocas sesiones, y tras una breve recaída en marzo, los tres grandes índices americanos no han parado de subir y esa subida ha cogido cierta verticalidad a medida que avanzaba el verano.
El comportamiento de las Bolsas europeas y emergentes ha sido mucho más moderado y menos lineal. Se ha creado así una enorme divergencia bursátil entre los índices americanos (S&P +9,6% en lo que va de año) y otras Bolsas como las europeas (Eurostoxx -2% en lo que va de año) o la Bolsa china (el Shanghai Composite recorta, en lo que va de año, un 15,4%) o en general las emergentes (el MSCI de emergentes recorta un 9,2% en el año) muy afectados por la situación de Turquía y Argentina.
Esta última semana esa divergencia se ha corregido ligeramente ya que el S&P ha subido el 0,8% y el Nasdaq ha caído el 0,3% mientras que el Eurostoxx ha subido el 2,6% y el MSCI Emerging Markets en dólares el 2,2%.
Pero en parte el mal comportamiento del Nasdaq y del S&P es debido a algunos cambios en la composición de sus índices, y sin embargo el Dow Jones ha subido el 2,25% en la semana y, lo más curioso, el pasado miércoles el Dow batía un nuevo máximo histórico de todos los tiempos, impulsado por Apple, Boeing y Caterpillar, justo el mismo día en el que Trump anunció la decisión de imponer aranceles a productos chinos por doscientos mil millones de dólares y China respondió poniendo aranceles por sesenta mil millones de dólares a productos americanos.
Para sorpresa de muchos, la escalada de la guerra comercial entre EE.UU. y China era recibida con alzas en Wall Street, y, como no podía ser menos, Trump celebró el nuevo récord del Dow Jones con un tuit, tal y como acostumbraba a hacerlo en enero.
El hecho de que coincidan con el recrudecimiento de la guerra comercial con China no es la única novedad de la semana. Hay otras dos novedades. La primera es que en esta ocasión los récords de las Bolsas americanas se producen con el tipo de interés del T Bond por encima del 3% (cerró el viernes al 3,06%), y la segunda es que, como decíamos antes, las Bolsas europeas y emergentes, incluida la china, se han unido esta vez a la subida, con el Shanghai Composite avanzando un 4,3% en la semana.
No ha habido grandes noticias que apoyen la subida, salvo algunos indicadores de sentimiento positivos alimentados por la propia subida bursátil. Por el contrario, empieza a haber señales claras, y así lo refleja la OCDE en el informe antes mencionado, de contracción del crecimiento por culpa de la caída del comercio internacional como consecuencia de la ola proteccionista alimentada por la nueva presidencia americana.
Siendo esto así, ¿por qué las Bolsas suben ante la noticia de nuevos aranceles? Tal vez la clave la daba Jamie Dimon, el presidente de JP Morgan, que decía el pasado miércoles desde Singapur que no hay realmente una "guerra" comercial sino "escaramuzas" comerciales que son una táctica de negociación para finalmente llegar a un acuerdo. Los inversores estarían celebrando lo que consideran una estrategia de negociación ganadora por parte de Trump.
Sin embargo, y también en Singapur, el profesor de Harvard Dani Rodrik daba una opinión muy distinta. A su juicio las tensiones comerciales entre EE.UU. y China se habrían manifestado con o sin Trump ya que obedecen a problemas estructurales de la economía global y en particular de la relación entre EE.UU. y China, problemas que no son fáciles de resolver. Trump, dice Rodrik, no es la causa, sino solo el síntoma de esos problemas, y el manejo tan primario, en opinión de Rodrik, que Trump está haciendo de los temas, no hace sino complicar aún más los problemas.
Si esta opinión fuese cierta, seguramente deberíamos dar más importancia a los problemas que subyacen tras la guerra comercial y a su potencial efecto negativo sobre las Bolsas a medio plazo, ya que, como dice Rodrik, hay problemas estructurales en la economía global que no van a ser fáciles de resolver, y menos a través de fórmulas simplistas como las que propone Trump (lo malo para ti es bueno para mí, comprar a otro país es malo, vender es bueno...)
Fórmulas que pueden recibir el apoyo de los electores americanos e incluso a corto plazo el aplauso de los inversores americanos, pero que a medio plazo van a pasar factura al crecimiento global, tal y como vaticina Rodrik.
Un indicador de esos problemas, a nivel bursátil, es la divergencia entre mercados, que solo muy ligeramente se ha corregido la semana pasada. Cabría interpretar la fortaleza de la Bolsa americana como un respaldo a las políticas económicas de Trump, o como una convicción de que las grandes tecnológicas americanas van a ser cuasi monopolistas en el mercado global, pero, si así fuese, nada garantiza que los inversores estén acertando al hacer esta valoración. La historia de los mercados está llena de errores.
Esta última semana, y coincidiendo con los máximos históricos en Wall Street, el estratega jefe de Merrill Lynch ha publicado un informe bajo el sugestivo título de "el gran mercado alcista muerto" ("The great bull dead") y otro gran Banco americano , JP Morgan, ha emitido una nota diciendo que una guerra fría económica está a las puertas ("An economic cold war could be coming"). Opiniones en línea con la de los economistas Martin Feldstein, Robert Shiller o Nouriel Roubini, que han manifestado su temor a una seria corrección en Wall Street.
Pero el dinero sigue entrando en la renta variable americana. Los últimos datos publicados de las primeras semanas de septiembre muestran un flujo enorme de dinero entrando en las Bolsas americanas y además la mayor parte vía instrumentos de gestión pasiva, lo que hace que las opiniones sobre la valoración fundamental de las Bolsas sean irrelevantes.
Además esta tercera semana de septiembre ha habido, el pasado viernes, vencimiento trimestral de opciones que siempre mueve el mercado en la dirección de los tres meses anteriores, está vez alcista.
Por eso es importante ver qué pasa esta semana, en la que además la Fed previsiblemente volverá a subir los tipos. En febrero el detonante fue el temor a una subida rápida de tipos y el mini crash fue justo después de la primera reunión de la Fed que tuvo lugar el 30 y 31 de enero y aunque en aquella ocasión no subió los tipos, las expectativas de inflación que manejó la Fed desataron la caja de los truenos.
En este momento los mercados parecen menos sensibilizados con la inflación, y tampoco parecen preocupados por la subida de tipos, pero en cualquier momento los "espíritus animales" pueden cambiar.
La sorpresa podría venir del crecimiento. Los indicadores preliminares de la zona euro muestran que la actividad privada se está ralentizando en septiembre. Los PMIs de manufacturas tanto alemán como de la zona euro en su conjunto publicados el viernes fueron a la baja respecto a agosto y también el índice compuesto de manufacturas y servicios. A nivel más global, la OCDE emitió la semana pasada la actualización de su informe de mayo, rebajando una décima la previsión de subida del PIB mundial en 2018, hasta 3,7% como consecuencia del menor crecimiento de la zona euro y de algunas economías emergentes.
Esta semana conoceremos la segunda lectura del PIB americano del segundo trimestre, que se espera buena, y la confianza del consumidor americano medida por la Universidad de Michigan. Son datos interesantes para comprobar la fortaleza de la economía que, seguida ya de cerca por China, sigue hoy por hoy liderando el mundo. En la zona euro se publica la encuesta IFO alemana. Pero el plato fuerte de la semana, sin duda, es la prevista tercera subida de tipos por la Fed y los mensajes que dé en el comunicado posterior a la reunión y la rueda de prensa de Jerome Powell sobre una posible cuarta subida en diciembre.
Con el petróleo en máximos de los últimos cuatro años, con el tipo de interés del T bond por encima del 3% y con la Fed en puertas de hacer su tercera subida de tipos en el año, seríamos especialmente prudentes en las Bolsas americanas, cuya vuelta a los máximos de enero resulta bastante sorprendente en el actual contexto de escalada de tensiones con China y de desaceleración económica global.
Seguiríamos centrándonos en valores defensivos europeos muy castigados (las sugerencias de las dos últimas semanas, Inditex y Telefónica, han funcionado bien) aun a costa de quedarnos fuera de un eventual tramo adicional del mercado alcista americano, un mercado alcista cuya duración y fortaleza forman parte ya de la historia de los mercados.
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Juan Carlos Ureta Domingo
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