Agotado, al menos de momento, el fuerte impulso que la Bolsa china dio a los restantes mercados globales la semana pasada, las Bolsas han encontrado estos últimos días un nuevo argumento alcista en los avances de la vacuna contra el Covid de la farmacéutica norteamericana Moderna. El anuncio de esos avances el pasado martes tras el cierre de la sesión, provocó fuertes alzas en la sesión del miércoles, dando el relevo a los grandes valores tecnológicos, que habían iniciado la semana el lunes marcando máximos históricos de todos los tiempos para luego ir perdiendo fuelle a lo largo de la semana.
Las Bolsas han ido cambiando, por tanto, eso que el Nobel de Economía Robert Shiller llama las "narrativas", es decir, los argumentos que les dan soporte, pero siempre bajo el claro predominio de las narrativas "alcistas".
En realidad, ese relevo de narrativas alcistas no es nuevo. A lo largo del 2019 el tema alcista dominante fue la negociación comercial entre China y EE.UU. Cada avance en las negociaciones, por pequeño que fuese, incluso aunque se redujera a gestos como un saludo entre Trump y Xi Jinping, era celebrado por las Bolsas con gran euforia, como si el futuro de la economía global dependiese solo y exclusivamente del desenlace de esas conversaciones comerciales. En algunos momentos, sobre todo en la última parte del año 2019, la negociación comercial compartió protagonismo con los avatares del juicio político a Trump ('impeachment') o con los avatares de la política europea, en particular de la situación italiana, pero el guion de fondo del 2019 fue el del acuerdo entre las dos grandes superpotencias y los enormes beneficios que iba a traer ese acuerdo.
En el 2020, como el propio Robert Shiller se ha ocupado de señalar en un reciente artículo, los elementos y relatos que han ido sirviendo de soporte a las Bolsas también han ido cambiando. Tras un enero alcista por la inercia del año anterior, y tras un pequeño quiebro el uno de febrero al declarar la OMS la epidemia como "situación de emergencia internacional" las Bolsas americanas siguieron subiendo al superar Trump exitosamente su juicio político ('impeachment'), y las subidas duraron hasta el 19 de febrero, día en el que los índices americanos marcaron máximos históricos, sin prestar demasiada atención a la por entonces incipiente pandemia.
A partir de ahí vino la hecatombe de marzo, bajo una narrativa apocalíptica, cuyos detalles en ocasiones rozaban lo ridículo, y luego, en abril, con la Fed inyectando un auténtico océano de liquidez y los Gobiernos y Bancos Centrales de todo el mundo ayudando con programas de apoyo, los inversores volvieron con mayor fuerza que nunca a la narrativa que viene dominando desde 2009, a saber, que los Bancos Centrales y los Gobiernos van a impedir que pase nada malo y que por tanto las Bolsas tienen garantizado un mercado alcista de largo plazo.
A la vez, el coronavirus ha potenciado relatos que ya venían funcionando, como el de la succión de valor por parte de las tecnológicas, y ha llevado al extremo las divergencias entre sectores y compañías, bajo la idea de que los ganadores se quedarán con todo ('winners take it all'). Entre los ganadores se sitúan las compañías candidatas a sacar una vacuna, como es el caso de Moderna esta última semana.
La tecnología, sea en la vertiente de la digitalización total de la vida que ha propiciado el confinamiento o sea en la vertiente de los remedios médicos para vencer al virus, se convierte en el nuevo becerro de oro al que hay que adorar y el relato positivo de las vacunas tapa completamente al relato negativo de los rebrotes. Con ese trasfondo positivo se produce la sucesión o relevo de historias a las que aludíamos al principio y al calor de esas sucesivas historias las Bolsas, sobre todo las americanas, siguen manteniéndose en unos niveles que algunos consideran poco acordes con inquietantes rebrotes que vemos estos días y que podrían convertir la recuperación en "V" en una sucesión de "W".
Podríamos preguntarnos si la fuerza de las Bolsas se debe, como piensa Robert Shiller, a la magia de esas narraciones o más bien al "truco" del dinero abundante, ya que, como decía Oscar Wilde, las cosas siempre tienen una "buena" razón, pero luego está la "verdadera" razón. Tal vez todo consiste en que hay demasiado dinero y no tantos activos en los que colocarlo de forma rentable. Pero casi es mejor no romper la magia y seguir pensando, como lo hacen ya algunos comentaristas en Estados Unidos, que el S&P puede llegar a los 4.000 puntos en unos meses.
Frente a esas visiones, muy dominantes de unas Bolsas en subida permanente, podríamos preguntarnos si tal vez estemos ante algo similar a lo que pasó en el 2018. En el 2018 enero fue muy alcista, recogiendo el impulso favorable del 2017. Luego vino el violento 'crash' de febrero en el que las Bolsas amenazaron con un colapso y a continuación hubo varios meses de recuperación, que llevaron a los índices americanos a marcar máximos históricos en septiembre. Cuando parecía ya olvidada la pesadilla de febrero, empezó en octubre una fase lateral bajista, con rebotes esporádicos cuando llegaban buenas noticias de las antes mencionadas negociaciones comerciales entre China y EE.UU. Pero el año acabó mal, porque entre el 19 y el 24 de diciembre las Bolsas se hundieron, en medio de fuertes temores de recesión, tras la reunión de la Fed del 19 de diciembre de aquel año. Una reunión en la que la Fed se mostró muy rígida y no dispuesta a bajar los tipos ni a inyectar liquidez a los mercados.
No hay hoy por hoy ninguna expectativa de que pueda pasar algo parecido a lo que pasó en el 2018, pero si sucediese la diferencia es que entonces la Fed tenía bastante munición, porque había subido los tipos de interés y retirado liquidez de los mercados financieros, y ahora la Fed carece de ese margen de maniobra. Pero, como decimos, nadie piensa que ahora vaya a pasar lo mismo, de hecho, el porcentaje de inversores "alcistas" va subiendo a medida que pasan las semanas, y el llamado ratio "put/call" que mide en la Bolsa americana las apuestas alcistas ('call') respecto a las bajistas ('put') ha vuelto estos días a sus máximos anuales (0,38 puts frente a calls) porque todos están convencidos de que la Fed intervendrá si caen las cotizaciones. Lo cual es lógico dada la experiencia de los últimos años.
Dejando a un lado estas reflexiones y pasando a la evolución previsible de las Bolsas en el futuro más próximo, esta última semana nos ha dejado dos movimientos a seguir. El primero es el recorte de las tecnológicas, con el Nasdaq bajando (-1,1% en la semana) mientras el resto de las Bolsas subían (S&P +1,3%, Eurostoxx 2,1%, Nikkei +1,8%). El segundo es el recorte de la Bolsa china, que ha caído un 5% en la semana, un recorte que curiosamente se produce justo cuando se acaba de saber que la economía china ha crecido un 3,2% en el segundo trimestre, siendo la primera economía en salir de la pandemia.
Son, como decimos, dos movimientos a seguir, especialmente el de las tecnológicas. La semana pasada hemos visto correcciones bruscas en varias tecnológicas como Tesla o Netflix desde los máximos intradía del pasado lunes y hay que ver si esa corrección es seria o, una vez más, es el preludio de otra subida vertical. Las increíbles valoraciones que los inversores han dado a muchas tecnológicas las hacen muy vulnerables, pero la fe ciega en que el futuro les pertenece puede prolongar el rally mucho más allá de cualquier elemento racional. Es llamativo que el propio fundador de Tesla diga que la valoración de las acciones está demasiado alta o que Netflix tenga que decir a los inversores la obviedad de que el elevado número de suscripciones durante el confinamiento puede haber reducido la demanda potencial de los próximos meses, por lo que cabe esterar menor números de suscripciones.
Tras los resultados de los Bancos americanos, muy afectados todos ellos por las enormes provisiones que han debido dotar para enfrentarse a los efectos del Covid) y del gigante de la gestión de activos BlackRock, que ha presentado buenos números, esta semana presentan cifras muchísimas compañías. Además de las ya citadas Microsoft, Intel, Twitter e IBM, en Europa reportan Unilever y Vodafone, y en Estados Unidos Coca Cola, AT&T, o American Express, entre otras.
A nivel técnico la clave es si el S&P rompe o no los máximos del 6 de junio tras haber cerrado el viernes prácticamente en los niveles de inicio de año. Si no los rompiera, puede entrar en un rango lateral como el que están desarrollando otros índices entre ellos el Ibex, o bien corregir, algo que hoy parece casi imposible dado el ambiente optimista generalizado. Lo que hagan las tecnológicas va a ser bastante decisivo para el resto del mercado, y en ese sentido esta semana presentan cifras trimestrales Microsoft, Twitter, IBM y Tesla, entre otras.
En el plano político en EE.UU. se somete a la aprobación del Congreso un plan de estímulo adicional y en Europa se seguirá intentando aprobar el Plan de Reconstrucción. y en el plano de las vacunas, se espera que el lunes AstraZeneca anuncie los resultados iniciales de la vacuna que está desarrollando junto a la Universidad de Oxford.
En un mundo tan confuso como el del Post Covid, no nos atrevemos a decir por dónde puede salir el mercado, pero de momento a corto plazo parece difícil que veamos correcciones serias y por ello apostaríamos de nuevo por una semana tranquila.
Juan Carlos Ureta Domingo
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