Quienes opinan que las Bolsas están alejándose cada vez más de la economía real, vieron sin duda una confirmación de esa tesis en la sesión de cierre semanal del pasado viernes, con los tres grandes índices americanos cerrando en nuevos máximos históricos de todos los tiempos, tras un decepcionante informe de empleo de noviembre. Un informe que evidencia la clara debilidad del mercado laboral en EE.UU.
El fuerte descenso en la creación de puestos de trabajo (245.000 nuevos empleos en noviembre frente a 610.000 en octubre, muy por debajo de la expectativa de 440.000) no tuvo el menor impacto en los inversores, y tanto el S&P como el Dow y el Nasdaq alcanzaron nuevos récords tanto durante la sesión como en el cierre. Lejos de inquietar, la baja cifra de nuevos empleos se valoró positivamente, al entender que puede ayudar a que los dos grandes partidos acuerden, por fin, el paquete de estímulos fiscales que debe ponerse en marcha cuando expire el actual a fin de diciembre.
Las Bolsas han prolongado así en la primera semana de diciembre el espectacular "rally" de noviembre, un "rally" que no se limita a la renta variable, sino que se extiende a otros activos de riesgo como las materias primas, incluido el petróleo, las criptomonedas (bitcoin) o el oro. El bitcoin superó el pasado lunes los 19.500 dólares, el cobre alcanzó máximos de los últimos siete años también el lunes, el petróleo ha avanzado el 2% en la semana al calor de la reunión de la OPEP, y valores como Tesla vuelven a ser los líderes de un mercado que no ve riesgos en ningún lado.
La expectativa de una "recuperación perfecta", al calor de los planes de estímulo fiscal y de las vacunas, se ha convertido así en la narrativa dominante de unos mercados financieros generosamente alimentados por la liquidez de los Bancos Centrales, y ajenos a cualquier inquietud, a la vista de la garantía de que cualquier amago de corrección encontrará siempre una respuesta por parte de la Fed y del BCE. Esa garantía ha eliminado completamente la aversión al riesgo.
En ese contexto las Bolsas han cerrado una semana más, y ya van cinco, con subidas, lideradas de nuevo por la tecnología. El Nasdaq ha subido el 2,2% en la semana, el S&P el 1,7%, el Dow el 1% y el Eurostoxx el 0,6%, el Nikkei el 0,4% y el Shanghai Composite el 1%. Nuestro Ibex ha subido el 1,6% y acumula ya una subida del 29% en las últimas cinco semanas.
Puede parecer sorprendente ver al Dow Jones por encima de los 30.000 puntos, o al S&P en los 3.700 puntos, en un contexto económico como el actual, que el presidente electo americano, Joe Biden, describía el pasado viernes como un "oscuro invierno" (dark winter). Pero como decíamos la semana pasada recordando el libro "Dow 36.000" de Glassman y Hassett, cuando la prima de riesgo es cero las valoraciones suben sin límite. O, dicho de otra forma, cuando se cree, como creyó el economista americano Irving Fisher poco antes del crash bursatil de 1929, que las Bolsas habían alcanzado un nivel permanente y estable de levitación ("permanent high plateau"), cualquier precio de los activos, por alto que sea, puede parecer barato.
Vacunas y estímulos van a seguir dominando la escena bursátil en la segunda semana de diciembre. Tras la autorización dada por Inglaterra para comercializar la vacuna de Pfizer y BioNTech, se espera que esta semana la agencia americana del medicamento de luz verde a la comercialización de la vacuna de Pfizer y la próxima semana a la de Moderna, compañía esta última que el pasado lunes se disparaba al alza en Bolsa por la sola noticia de que había solicitado la autorización en EE.UU., una muestra clara de la sensibilidad del mercado en este tema.
En cuanto a los estímulos, lo normal es que al final haya acuerdo entre demócratas y republicanos, sobre todo para los programas de ayuda al desempleo que terminan a fin de mes y afectan a millones de americanos. El acuerdo podría llegar esta misma semana junto a la autorización de la financiación necesaria para que siga funcionando la Administracion americana, que el próximo viernes se queda sin fondos a menos que el Congreso habilite una nueva partida. Aunque no necesariamente ambos temas deben ir unidos.
En Europa, lo esperable es que el BCE, en su reunión de este jueves, prorrogue y tal vez amplíe el programa especial de compra de bonos implementando el pasado marzo para combatir la pandemia (PPRO). Tras poco más de un año en el cargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, está dando un giro completo a sus declaraciones iniciales, en las que sostenía que el BCE no tiene como misión mirar a los mercados financieros. En una zona euro que bordea de nuevo la deflación (el IPC de la eurozona fue negativo en noviembre por cuarto mes consecutivo, cayendo el 0,3% y la inflación subyacente se mantiene en el mínimo histórico de menos 0,2%) el BCE hará lo que sea necesario (whatever it takes) para satisfacer a los inversores, en la línea marcada por Draghi y continuada por Lagarde.
En principio, por tanto, esta semana de diciembre debería continuar el guion alcista que escriben los estímulos y las vacunas y la única duda es si estos dos factores de impulso ya están muy descontados por unas Bolsas que llevan cinco semanas subiendo sin parar.
Otra duda es si puede haber algo inesperado que altere ese escenario "perfecto" de una economía que crece permanentemente de forma suave pero sostenible y sin inflación (goldilocks). La inflación, que no está ni se la espera, podría ser un elemento de perturbación, si aparece, y la estanflacion (estancamiento con inflación) incluso más. Son amenazas que hoy no se ven por ningún lado, pero que pueden aparecer si llega el "reset" de la economía, es decir, la reordenación empresarial profunda que normalmente acompaña a periodos de transformación tan disruptivos como el que actualmente vive la economía global. La presión simultánea de la revolución digital, la pandemia y la globalización puede provocar consecuencias imprevisibles, como el Covid se ha encargado de demostrar, y la experiencia nos enseña que en ese tipo de situaciones el "reset" no suele ser ordenado y suave.
Los mercados de bonos podrían estar señalizando esas posibles inquietudes, sobre todo la de inflación futura. El bono del Tesoro americano a diez años está ya casi en el 1%, y hay una cierta sensación de que los tipos de largo plazo han tocado ya el suelo.
Con un sentimiento inversor totalmente ajeno al riesgo, los mercados viven un "rally de todas las cosas" (everything rally) impulsado por las vacunas y los estímulos fiscales. La pregunta es si realmente el riesgo ha desaparecido y si realmente las Bolsas han alcanzado por fin el deseado "plateau de estabilidad" con el que soñaba Fisher.
Juan Carlos Ureta Domingo
Tel: 91 398 48 05 Email: clientes@renta4.es