La segunda semana del año se ha cerrado con nuevas caídas para las Bolsas americanas, pero esta vez con algunas diferencias importantes respecto a la semana anterior. En primer lugar, en esta ocasión se han trasladado también a los índices europeos, con alguna excepción como la de nuestro Ibex. En segundo lugar, las tecnológicas no han sido en esta vez las que peor se han comportado. En tercer lugar, la inflación y la subida de los tipos largos no han sido la causa única de las caídas, ni siquiera la causa principal. Hay temas que empiezan a preocupar a los inversores, más allá de la inflación. Otra novedad de esta segunda semana del año ha sido el buen comportamiento de las Bolsas emergentes, con el MSCI Emerging Markets en dólares subiendo un 2,56%.
Al final podemos decir que las Bolsas que han caído lo han hecho de forma relativamente moderada (S&P y Nasdaq -0,3%, Dow Jones y Eurostoxx -0,8%) lo cual demuestra una vez más una gran fortaleza de la renta variable, ya que en la semana se han publicado noticias inquietantes. Hemos sabido que la inflación subió en diciembre al 7% en Estados Unidos, la mayor inflación en cuarenta años, un dato que además coincide con un desplome de las ventas minoristas americanas en diciembre (cayeron el 1,9% en el mes frente al alza esperada del 0,1%) y con una caída notable del sentimiento del consumidor medido por la Universidad de Michigan, datos ambos que se publicaron en la sesión de cierre semanal del viernes. Tampoco fue bueno el dato de producción industrial de diciembre en Estados Unidos, que se publicó también el viernes.
En cierto modo, y pese a las caídas, podremos decir que las Bolsas han hecho una enorme exhibición de fuerza la semana pasada. Además de los ya citados malos datos macroeconómicos, los mensajes de la Fed tampoco ayudaron. El pasado martes Jerome Powell afirmaba de forma tajante que "si la inflación persiste subiremos más los tipos de interés", mientras otros dos miembros del Consejo de la Fed respaldaban ese mismo día una subida de los tipos de interés ya en marzo, y un tercer miembro del Consejo proponía empezar a reducir ya el balance de la Fed "pronto" ("sooner than later"). Hay que recordar que en la anterior fase de "endurecimiento" monetario, la Fed solo empezó a reducir su balance dos años después del anuncio de la primera subida de tipos de interés hecha en diciembre de 2015.
El tono de la Fed es tan "duro" ('hawkish') que incluso la habitualmente 'dovish' presidenta del BCE, Christine Lagarde, se vio obligada a asegurar, en el acto de toma de posesión del nuevo presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, que el BCE será firme en la lucha contra la inflación y que "nos tomamos muy en serio la inflación". Bien es verdad que lo hizo en respuesta a unas palabras muy duras del propio Joachim Nagel, en su discurso relevo a Jens Weidmann, al afirmar que el principal objetivo del Bundesbank es "asegurar la estabilidad de los precios a los ciudadanos de la zona euro" y que "los ciudadanos quieren que seamos la voz de la estabilidad y les garantizo que desde aquí mismo así será".
Tampoco han ayudado los resultados empresariales que se han empezado a publicar. El pasado viernes publicaron sus cifras del cuarto trimestre Citi, JP Morgan, BlackRock y Wells Fargo, y los mensajes de JP Morgan, BlackRock y Citi no gustaron demasiado. JP Morgan advirtió que va a ser difícil llegar a los beneficios previstos los dos próximos años, cayendo la acción un 6,5% en la sesión y los beneficios de Citi quedaron por debajo de las expectativas, aunque la acción al final bajó solo el 1,3% en la sesión de cierre semanal. Por su parte BlackRock cayó más de un 2%.
En definitiva, se empiezan a confirmar los temores de que en el 2022 veamos una inflación elevada y más persistente de lo inicialmente previsto, unos beneficios empresariales que suben a un ritmo no muy alegre, por debajo de los dos dígitos y muy por debajo de las fuertes subidas del 2021, y unos Bancos Centrales que con su respuesta a la inflación pueden poner en peligro el crecimiento económico, un crecimiento que está ya amenazado por los cuellos de botella en los suministros, por la crisis energética y por los riesgos geopolíticos (Ucrania, enfrentamiento con China...)
Frente a esos temores vemos unas Bolsas en las que los índices se mantienen en la zona alta a base de ir rotando sectores y valores y a base de rebotar cada vez que hay caídas. Comprar en caídas ("buy the dips") sigue siendo una estrategia de inversión exitosa, y lo será mientras los inversores vean, una y otra vez, remontadas espectaculares como las que se vieron el lunes y martes pasado o el mismo viernes en la sesión de cierre semanal. El lunes pasado el Nasdaq Composite protagonizaba una vuelta en el día espectacular, pasando de bajar un 2,7% y entrar en territorio de corrección técnica al caer por debajo del 10% desde sus máximos históricos de todos los tiempos de noviembre, a cerrar la sesión con una subida del 0,05%. El martes, el mismo día en el que, como antes hemos dicho, Powell reafirmaba que la Fed va a endurecer su política incluso más de lo esperado a la vez que el Banco Mundial recortaba en más de un punto la previsión de crecimiento para este año, las Bolsas subieron, y el viernes de nuevo vimos cómo el Nasdaq y el S&P se daban la vuelta desde los mínimos del día, pese a las malas noticias antes comentadas.
Algo similar es lo que pasa en las rotaciones entre compañías. Vemos cómo unas empresas suceden a otras en la preferencia de los inversores, alternándose entre sí. Unas veces son las compañías de valor, otras las de crecimiento y otras las tecnológicas, pero siempre hay un relevo, y eso provoca unas Bolsas extremas, casi bipolares. Una parte de las Bolsas está experimentando un mercado bajista "encubierto".
El año pasado casi un 90% de los componentes del Nasdaq y del S&P 500 tuvieron en algún momento del año una corrección de al menos un 10% desde máximos, y un tercio del Nasdaq y un quinto del S&P acumularon caídas superiores al 25%. Igualmente en el 2021 vimos en el Eurostoxx que ASML subía un 78,7% mientras que Philips bajaba un 24,6% y en el Nasdaq 100 veíamos a Lucid subir un 280%, a Moderna subir un 143% o a Nvidia subir un 125% mientras que, por ejemplo, Peloton Interactive bajaba un 74%. Estamos así en Bolsas muy extremas, como decíamos casi "bipolares", en las que los movimientos de los índices no reflejan realmente lo que está pasando en el mercado. En el 2021 más de un tercio de la subida del S&P se explica por tan solo cinco valores.
Esas son, pasada la euforia de la "gran celebración", las Bolsas post Covid y esos son los mercados a los que los inversores se enfrentan en el 2022. Unas Bolsas que empiezan a acusar el cansancio de más de una década de mercado alcista casi sin pausa, pero que a la vez no encuentran alternativa para el dinero que sigue fluyendo desde el ahorro hacia la inversión.
Todo apunta a un año volátil y complicado, en el que tal vez podamos ver esa corrección del 20% o superior que no vimos en el 2021, y en el que, si la Fed sigue insistiendo en su política "dura", no son descartables turbulencias mayores.
Pero, por el momento, el dinero se ha acostumbrado a las remontadas y está a la espera de comprar en recortes ('buy the dip') y pensamos que las caídas encontrarán un suelo en niveles relativamente confortables.
Juan Carlos Ureta Domingo
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