Tal y como nos atrevíamos a pronosticar en nuestro anterior comentario, el vencimiento trimestral de futuros y opciones del pasado viernes se realizó sin grandes variaciones, ni por arriba ni por abajo, respecto a los precios a los que estaban los principales índices al inicio de la semana previa. En concreto casi todas las Bolsas tuvieron ligeras subidas, con el Dow Jones, el Dax y el Cac subiendo medio punto porcentual, el S&P y el Nasdaq algo más del 1%, y el Eurostoxx un 0,8%. El Nikkei subió más de un 2% y nuestro Ibex ha sido esta vez la estrella, con una subida semanal del 3,3%.
A falta por tanto ya de una sola semana, que además es semifestiva en los mercados, se ha puesto así fin a un año 2012 que podría dar la impresión de haber sido aparentemente fácil para los gestores, ya que todas las categorías de activos se han comportado bastante bien. Las Bolsas, con alguna excepción como nuestro Ibex, han disfrutado de subidas de dos dígitos, y algunas realmente se han disparado como el Dax con su subida cercana al 30%. Los bonos también han funcionado bien, tanto los de altísima calidad, como el bund o el T bond, como los de menor calidad, y tanto los soberanos como los corporativos. Las materias primas han funcionado algo peor, pero en el conjunto del año también acumulan ganancias, mayores en las "commodities" agrícolas y menores en el oro, el cobre o el petróleo.
El problema es que ni al inicio del año ni en algunos momentos como el pasado julio, cuando las tensiones de la zona euro eran enormes, era tan sencillo ver esto. Para verlo había que pensar que ninguno de los escenarios negativos se iba a producir. Había que pensar que el euro no se iba a romper, había que pensar que China iba a hacer sin sobresaltos su transición política y su transición de modelo económico y había que pensar que EEUU iba a ser capaz de evitar una recesión. Apostar en esa dirección no era imposible, pero era muy atrevido. Suponía apostar por riesgo y hace un año, con las turbulencias de verano y otoño de 2011 todavía frescas en la memoria, no estaba de moda tomar riesgos.
Ahora, al empezar el 2013, la situación es justo la contraria. La opinión dominante es que hemos salido de la zona de riesgo y hemos entrado en la zona de "confort". China ha superado con éxito su prueba, el euro está garantizado por Draghi y EEUU está ya en marcha, con la única duda de si llegará o no el acuerdo sobre el precipicio fiscal, pero con la casi convicción de que se llegará a alguna solución, aunque sea cosmética, algo que los políticos de Washington saben hacer muy bien, aunque luego, como ya sucedió en agosto de 2011 con el acuerdo sobre el techo de deuda, las consecuencias del acuerdo sean poco menos que catastróficas.
En estas condiciones lo que piensa la opinión dominante es lo contrario de hace un año. Si hace un año apostar por riesgo era lo que no había que hacer, ahora es lo que hay que hacer. La idea dominante es que la Bolsa se está anticipando un año a la reactivación económica global y que hay que anticiparse e ir tomando posiciones. Una idea muy atractiva para una ciudadanía y para unos inversores poco dispuestos a oír hablar de problemas o de sacrificios. Pero, ¿es correcta la idea? Podemos, cuando menos, dudarlo. La gran lección de 2012 es que ir contra corriente suele ser rentable. Otra lección, conectada a lo anterior, es que el precio de compra es fundamental. Es importante para el gestor dedicar más tiempo a comprar a buen precio y menos a demostrar que es muy inteligente.
En esta línea, lo que vemos es que algunos valores, por ejemplo, los financieros, han subido mucho en la segunda parte de 2012 y sin embargo otros, por ejemplo, las "utilities" se han quedado estancadas. Esto nos lleva apostar defensivamente por valores que se han quedado atrás y que son de economía básica, de sectores de base.
Es verdad que en la economía real hemos conocido buenos datos la semana pasada. En EEUU el PIB del tercer trimestre se ha revisado al alza, y crece un 3,1% en lugar del 2,7% previsto inicialmente. Además, los datos de viviendas nuevas y permisos de construcción permiten pensar que la crisis inmobiliaria americana, que es donde empezó todo en 2007, parece estar ya en sus últimas fases. En Alemania la encuesta IFO de clima empresarial ha mejorado en diciembre y en España las cifras de comercio exterior son muy buenas. Todo esto invita al optimismo.
Pero hay señales de alerta.
La semana pasada hemos visto que el oro ha tenido su peor semana desde junio, y ha tocado un mínimo de cuatro meses en 1.635. El cobre (el doctor "copper", siempre un indicador a observar) ha tocado el pasado jueves su mínimo en tres semanas. El Brent ha bajado de 109 dólares barril. Todo ello denota inquietud respecto a la economía global. A la vez grandes multinacionales de sectores básicos como Arcelor Mittal o la minera Vale se ven obligadas a provisionar pérdidas por importe conjunto de ocho mil quinientos millones de dólares por la debilidad de la economía global, lo cual indica que la reactivación no es ni mucho menos clara.
Los Bancos Centrales siguen con sus políticas de estímulo no convencionales, políticas que nos llevan a un territorio no conocido, el "unchartered territory". El jueves, tras la victoria de Shinzo Abe en las elecciones japonesas, el Bank of Japan anunció una nueva ronda de compra de activos. Se une así a lo hecho hace dos semanas por la FED, en ambos casos, Japón y EEUU, muy guiados los Bancos Centrales por las directrices políticas de sus respectivos Gobiernos. El problema es que el efecto de esas inyecciones monetarias es cada vez menor. El impacto de la decisión del Bank of Japan en el mercado no llegó ni al final de la sesión del jueves. El Nikkei subió ligeramente con el anuncio y luego se desinfló antes del final de la sesión, como ya había pasado hace dos semanas con la última decisión de la FED de prorrogar y ampliar sus ayudas monetarias en el 2013.
Así estamos abordando el final de 2012, con el futuro del S&P no muy lejos de sus máximos históricos de todos los tiempos y queriendo romper al alza, pero sin fuerza y con el Dax también muy cerca de sus máximos históricos de todos los tiempos y el Cac en máximos anuales y subiendo día tras día pese a que sobre la economía francesa se ciernen numerosos interrogantes.
La volatilidad está casi en mínimos históricos de todos los tiempos, lo que indicaría que tras un año estupendo los inversores y analistas esperan, precisamente, otro año también estupendo. Mientras no veamos de verdad romper con fuerza al S&P hay que mantener, en nuestra opinión, una actitud de cautela y aprovechar este rally de fin de año para aligerar posiciones en los activos de riesgo, girando hacia acciones o activos en general que se hayan quedado atrás. Luego, cuando se inicie el 2013, ya iremos viendo.