Eso es lo que sucedió el pasado miércoles cuando el S&P batió un nuevo máximo de todos los tiempos al tocar intradía los 2.872 puntos (también lo batió el Russell 2000 de pequeñas compañías) y simultáneamente la Bolsa americana encadenaba el mercado alcista más largo de toda la historia. Desde aquel ya casi olvidado nueve de marzo de 2009, en el que el mundo parecía hundirse y el S&P tocó fondo en 666 puntos, han transcurrido ya nueve años y medio, en los cuales el S&P no ha sufrido ninguna corrección del 20%, es decir, no ha entrado en territorio bajista (bear market) en ningún momento, lo cual supone batir la duración del mercado alcista que tuvo lugar entre octubre de 1990 y marzo de 2000.
Un mercado alcista que nació en medio del escepticismo general (esto es normal, así empiezan todos los mercados alcistas) yque ha logrado ir avanzando y haciéndose fuerte pese a los numerosos elementos de incertidumbre que lo han rodeado a lo largo de toda su trayectoria.
El rally se ha basado en cuatro pilares. El primer pilar es una economía norteamericana que vive la segunda etapa más larga de su historia sin recesión y que dentro de poco superará, sin duda, el récord anterior de ciento veinte meses sin recesión, que tuvo lugar en la década de los noventa del pasado siglo.El segundo pilar es la política monetaria ultra expansiva que han seguido la Fed y los restantes Bancos Centrales como respuesta a la crisis financiera de 2008. El tercer pilar son las compañías tecnológicas y su extraordinario comportamiento bursátil. El cuarto pilar son los resultados empresariales.
Pero, además de esos cuatro pilares, en la última etapa del rally alcista ha habido otro factor,el factor Trump. Guste o no, y hay que reconocer que en Europa no gusta demasiado, lo cierto es que el mundo económico y financiero americano está con Trump, y por ello el rally alcista de las Bolsas americanas ha ganado verticalidad tras la victoria de Trump en noviembre de 2016, una victoria que algunos veían como desastrosa para las Bolsas. Podríamos decir que este mercado alcista llevó el sello de la Fed de Bernanke y Yellen hasta el 2016, pero en su recta final de alguna manera ha sido el "bull market" de Trump.
Y por eso cuando Trump está en apuros las Bolsas americanas recortan, como sucedió el pasado martes tras revelar su abogado Cohen que ordenó pagos de campaña que podrían ser ilegales. Trump se ha atrevido a decir en una entrevista que la Bolsa se hundiría en caso de que se abra el proceso de su destitución ("impeachment"), una afirmación exagerada pero que refleja la realidad de que las Bolsas americanas, guste o no, están con Trump.
En cierto modo esta última semana se han dado cita todos esos factores para provocar una apoteosis alcista en Wall Street y un buen comportamiento en todas las Bolsas. El S&P ha subido un 0,9% en la semana, el Dow un 0,5%, el Nasdaq un 1,7%, el Eurostoxx un 1,6%, el Nikkei el 1,5% y el MSCI Emerging Markets el 2,7%. Es el resultado de que todos los factores hayan jugado a favor.
Por un lado la Fed sigue ayudando. Ayudó el pasado miércoles al publicarse las actas de la última reunión de la Fed en julio, en las que quedaba claro que se volverán a subir tipos en septiembre, pero no tan claro que haya una cuarta subida en diciembre, ya que los miembros de la Fed mostraron una gran preocupación por el impacto que en la economía pueda tener la guerra comercial abierta por Trump. Tras publicarse las actas las probabilidades que ve el mercado de esa cuarta subida de tipos en diciembre han bajado al 60% frente a la casi seguridad que había hace dos meses. Obviamente la respuesta de las Bolsas fue positiva y el dólar bajó. El fantasma de una subida de tipos muy rápida, que tanto inquietó en febrero, se aleja y el tipo del T bond está en el 2,8%, lejos del temido 3%.
También ha jugado a favor de las Bolsas el factor Trump. Una vez más el presidente de Estados Unidos volvía a saltarse el protocolo implícito en lo que se refiere a la Reserva Federal y sus decisiones monetarias, al mostrarse descontento con la labor de su actual capitán, Jerome Powell. En un evento de recaudación de fondos celebrado el pasado viernes en los Hamptons, Trump bromeó al sugerir que eligió a Powell porque a éste le gustaba "el dinero barato" y se mostró molesto con las subidas de tipos de interés. Pocas horas después se mostraba disconforme con la subida del dólar y afirmaba que China y Europa están manipulando el yuan y el euro a la baja.
Tipos bajos y dólar bajo suenan a música celestial en Wall Street y obviamente las Bolsas americanas recibieron con júbilo estas declaraciones.
El colofón llegó el viernes con la intervención de Jerome Powellen Jackson Hole bajo el título "Política monetaria en una economía que cambia" ("Monetary policy in a changing economy"). Powell puso especial cuidado en asegurar que la Fed es consciente de los riesgos de actuar demasiado rápido y aseguró que la economía norteamericana no está sobrecalentada alejando así los temores de inflación. Powell fue incluso más allá, rindiendo homenaje al ausente Mario Draghi y a su filosofía de que los Bancos Centrales deben hacer lo que haga falta para superar las crisis económicas y financieras (whatever it takes). Powell aludió expresamente a esas tres palabras (whatever it takes) para explicar la cautela de sus medidas y vino a compartir implícitamente el pensamiento de Draghi, que sin duda marcó un antes y un después en la actuación de los banqueros centrales.
No es de extrañar que el S&P y el Nasdaq batiesen sendos récords históricos de todos los tiempos el viernes tras el discurso de Powell, y tras la afirmación del presidente de la Reserva Federal de San Luis y miembro sin voto del Comité de Mercado Abierto de la Fed, James Bullard, de que él preferiría dejar los tipos como están este año y ver los datos que vayan apareciendo, es decir, no subir ni el 26 de septiembre ni en diciembre.
Los resultados empresariales también han seguido ayudando, con una media de subida de beneficios respecto al año pasado de más del veinte por ciento en las empresas americanas, ayudadas por la rebaja fiscal, pero incluso con buenas cifras excluido el efecto de esa rebaja. Esta última semana Target ha dado cifras muy por encima de las estimaciones (miércoles) aunque, por contra, Gap dio malas cifras y cayó en Bolsa un 8,6% el viernes. En las tecnológicas, aunque las cifras de Alibaba decepcionaron, Netflix resucitó el viernes con una subida del 5,8% tras algunos informes favorables que mejoran sus expectativas futuras, y Tesla anunció que ya no sale de Bolsa, tras haber tenido que dar marcha atrás su polémico fundador, Elon Musk.
En Europa la mayor inquietud viene del sector bancario, que no acaba de coger fuerza, a falta del gran hito pendiente, que son las fusiones transnacionales (se habla de Unicredit y Société) y de los bonos del Tesoro italiano, cuyos tipos a diez años están ya por encima del 3%. No cabe duda de que cualquier convulsión en los bonos soberanos europeos dañaría aún más las cotizaciones de los Bancos de la zona en general y de algunos muy en particular.
Esta semana quedan ya muy pocos resultados, aunque algunos de interés como Hewlett Packard o Salesforce,pero hay muchos datos macro. En EE.UU. la segunda lectura del PIB del segundo trimestre, el IPC de agosto (importante por la Fed), los ingresos y gastos personales de agosto y la confianza del consumidor medida por la Universidad de Michigan. En la zona euro la encuesta IFO alemana, la encuesta de confianza y clima empresarial de la zona y el IPC de agosto de la zona.
Con el dólar recortando posiciones, el tipo del T bond americano en 2,8% y la situación de Turquía en compás de espera, la última semana de agosto no debería perturbar la calma y el ambiente positivo que se ha vivido todo el mes, por lo que, salvo sorpresas, apostaríamos por una semana tranquila a la espera del siempre temido mes de septiembre.
Juan Carlos Ureta Domingo
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