Todo ha salido conforme a lo esperado en esta segunda semana de diciembre. No ha habido sorpresas en las reuniones de la Fed y del BCE, que han mantenido los tipos y han puesto a ambos Bancos Centrales en "compás de espera" tras las recientes bajadas de tipos, ni tampoco en las elecciones del pasado jueves en Reino Unido, que garantizan un Brexit en principio ordenado. En el contencioso entre Estados Unidos y China se ha producido el esperado mini acuerdo, la llamada "fase uno", que permite diferir nuevamente la entrada en vigor de los aranceles que EE.UU. había anunciado a partir del domingo 15, así como reducir parcialmente algunos de los hasta ahora en vigor.
Las Bolsas han recibido esa falta de sorpresas con subidas suaves en el caso de las europeas y americanas (Eurostoxx +1% en la semana, S&P +0,7%, Dow +0,4%, Nasdaq +0,9% y cerrando el viernes en récord). Las subidas han sido más importantes en el Nikkei (+2,8% en la semana) y en algunas plazas emergentes, como el RTS ruso (+3,6%), el Kospi coreano (+4,2%), el MXN mexicano (+5,5% muy ayudado por la firma definitiva del tratado comercial con EE.UU.), el IPSA chileno (+3,4%) y el Shanghai Composite (+1,9%). Nuestro Ibex esta vez ha subido el doble que el Eurostoxx en la semana (+1,9%) al dispararse los Bancos tras la reunión del BCE el jueves, en la que vino a decir que la economía europea está fuerte y que, por tanto, los tipos no bajarán más. Inditex también ayudó al subir un 5% tras publicar sus resultados.
La lectura final es de tranquilidad, una tranquilidad que deriva de que, a diferencia de lo que pasaba hace un año por estas fechas, todas las cosas parecen estar en su sitio y además bajo la atenta mirada y supervisión de unos Bancos Centrales que, por usar el hallazgo verbal de la nueva presidenta del BCE Christine Lagarde, se han transformado en una especie de búhos y van a dedicarse estos próximos meses a observar los datos con atención antes de hacer ningún movimiento.
El miércoles pasado, la Fed apuntó a una pausa larga en los movimientos de tipos en un sentido u otro, aunque se preocupó especialmente de asegurar que no volverá a cometer el "error" de 2018 y que no tiene previsto subir los tipos el año próximo. La nueva presidenta del BCE simbolizó esa nueva posición de "wait and see" al decir que prefiere no ser vista ni como halcón ni como paloma, sino como un búho, animal al que tradicionalmente se asocia, como recordó la propia Lagarde, con la sabiduría, y que, según la enigmática frase de Hegel en el prefacio de su Filosofía del Derecho, solo levanta el vuelo al atardecer. Parece que el deseo de Lagarde es ser como aquel viejo búho que vivía tranquilo en su árbol, y cuanto más veía menos hablaba, y cuanto menos hablaba más escuchaba. Solo que en algún momento (como diría Hegel, al atardecer) se verá obligado a tomar medidas.
Con los Bancos Centrales en modo de espera, la fase uno del acuerdo comercial firmada y la versión "soft" del Brexit encarrilada gracias al triunfo de Boris Johnson, no cabe duda de que la pasada semana se han despejado algunas de las preocupaciones inmediatas de los mercados. La pregunta es si, además, hay o no un punto de inflexión. Es decir, si hay o no cambios de fondo, "game changers".
Desde esa perspectiva, y aun reconociendo que el triunfo de Johnson y el acuerdo sobre la "fase uno" son muy buenas noticias, no deja de ser sorprendente que los inversores celebren en la forma en la que lo están celebrando el avance hacia el Brexit y el mini acuerdo en el contencioso chino americano. Ambas situaciones, el Brexit y la guerra entre China y Estados Unidos, que no es solo una guerra comercial sino una guerra mucho más profunda por la hegemonía global, son malas y no dejan de ser malas porque se hagan de forma ordenada o se alcancen acuerdos parciales.
Mejor Brexit suave que Brexit duro, pero el Brexit va a ser malo para todos, para Inglaterra, para la Unión Europea y para el mundo, y por ello celebrar la certeza de que el Reino Unido dejará de ser parte de la Unión Europea, aunque sea con la versión "light", no deja de ser sorprendente. Lo que el 24 de junio de 2016 se recibió como un drama sigue siendo un drama, ahora más cierto que entonces, y haber evitado lo peor no significa que lo que vamos a tener sea bueno.
Pasa lo mismo con la guerra entre China y Estados Unidos. Es un conflicto muy profundo, que va a ser largo y que traerá malas consecuencias para todos. Igual que el Brexit, la guerra de aranceles es parte de una historia más grande, que es el ciclo de desglobalización en el que estamos inmersos desde fines de 2016. Estamos sencillamente dando pasos hacia atrás en la expansión del comercio internacional y en el modelo de crecimiento global que ha impulsado a la economía en las últimas décadas.
Lo que está sucediendo en los Bancos Centrales es bastante parecido. El agotamiento del modelo de crecimiento basado en el dinero barato y la deuda sin límite ("easy money") es muy evidente desde hace dos años pero no hay un plan sustitutivo, y ante esa realidad los Bancos Centrales continúan con un modelo que ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar y tratan de gestionar lo mejor que pueden la nueva propuesta de expandir aún más el gasto publico financiado esa expansión fiscal con más "money printing".
En los tres casos pasa lo mismo. Un Brexit duro sin acuerdo sería dramático, una guerra comercial total con escalada de aranceles sería destructiva, y un endurecimiento en las condiciones monetarias daría lugar a una recesión inmediata. Son tres catástrofes a evitar. Pero evitar catástrofes no significa celebrar la situación como si no pasase nada, porque los problemas de fondo siguen ahí y lo correcto sería no perder mucho tiempo en celebraciones y ponerse manos a la obra para resolverlos.
Estamos, en definitiva, metidos en procesos muy estructurales, que se intentan resolver con soluciones parciales y con medidas coyunturales de choque que no curan la enfermedad de fondo. Una vez más, la expectativa es que esta vez (por fin...) las medidas monetarias funcionen y tal vez por ello todos pensamos o queremos pensar que la desaceleración está tocando fondo y que el próximo año habrá rebote económico, tal y como sugirió Lagarde en su primera rueda de prensa. Pero si no fuese así y la economía global y europea siguen al ralentí, a los banqueros centrales les va a hacer falta, sin duda, un poco de suerte además de esa sabiduría del búho a la que también aludía Lagarde.
Con este trasfondo y con una complacencia inversora que ha llevado la volatilidad a mínimos (los futuros del Vix cerraron el viernes pasado en 12,6) entramos en las dos últimas semanas del año.
Esta próxima semana China publica el lunes un buen número de datos económicos de noviembre, que son especialmente interesantes tras haber sabido el pasado lunes que las exportaciones chinas han caído en noviembre por cuarto mes consecutivo. En EE.UU. y en Europa hay algunos datos interesantes como las encuestas de la Fed de Filadelfia y del Empire State, los PMIs de servicios y manufacturas en EE.UU. y en la zona euro, la producción industrial americana de noviembre, y la tercera y definitiva lectura del PIB americano del tercer trimestre. En Alemania se publica la encuesta IFO, y hay también datos americanos de confianza del consumidor y de ingresos personales. Y en cuanto a resultados, son siempre interesantes los de Nike, que publica el jueves.
Por el lado de los Bancos Centrales hay numerosas intervenciones de miembros de la Fed y se reúnen tanto el Banco de Inglaterra como el Banco de Japón, ambos el jueves. Hay que estar muy atentos a los mensajes de ambos, y si repiten el mensaje del BCE, de que la economía ha tocado fondo y va a despegar, habrá que confiar en su sabiduría (la sabiduría del búho) y esperar que esta vez la reactivación sí vaya en serio.
Frente al convulso final del año pasado, este año todo apunta a un par de semanas tranquilas para cerrar un año espectacular, pero en unas Bolsas tan intervenidas y con tanta complacencia es muy arriesgado hacer cualquier tipo de pronóstico.
Juan Carlos Ureta Domingo
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