Tras una semana bastante anodina, en la que los índices europeos han tenido ligeras subidas (Eurostoxx +0,5%, Ibex +0,8% y Dax +0,3%) y los americanos bajadas algo más fuertes (Dow Jones -1,5%, S&P -1,2% y Nasdaq -1%) el plato fuerte de esta semana es, sin duda, la reunión de la Fed. Una reunión que algunos califican como la más importante de los últimos años, obviamente no por la ya muy descontada subida de tipos, que será la sexta desde que se inició el proceso, sino por los mensajes que traslade Jay Powell en su rueda de prensa y por la forma en la que los mercados reciban esos mensajes.
Guste o no, la confianza o desconfianza que inspire la Fed, como Banco central líder, es hoy una variable esencial de la economía, y lo es porque el modelo de salida de la crisis que se ha diseñado a partir de 2009 se basa en que haya una convicción generalizada de que todo está bajo control y de que todo irá bien. Esa convicción es básica para la estabilidad y el crecimiento económico, porque es la que soporta la confianza de los ciudadanos en el futuro, y por tanto, la que impulsa el consumo y la inversión.
En una economía y unos mercados financieros en los que el estado de ánimo de los inversores ('mindset', 'animal spirits') se ha convertido en el pilar fundamental de las políticas económicas es básico que se mantenga la creencia de que los Bancos centrales lo harán todo correctamente. Dicho de otra forma, la confianza en la Fed y en los restantes banqueros centrales es una pieza básica del modelo, y el gran reto de Powell es mantener esa fe ciega en la Fed que los inversores y los mercados tenían en los periodos de Bernanke y de Yellen. Una fe ciega que responde a la convicción de que los 'policy makers' saben lo que hay que hacer, disponen de los instrumentos necesarios para hacerlo y por tanto lo harán, porque son sabios y poderosos.
El problema para Powell es que no es lo mismo generar buen ambiente cuando se bajan los tipos y se inyecta dinero que hacerlo cuando se suben los tipos y se retira liquidez. Como ya hemos dicho en anteriores comentarios, el proceso de normalización monetaria es extremadamente delicado y es la mayor dificultad a la que se enfrenta la economía global los próximos años. La precisión y el equilibrio que se requieren para no perturbar en ese proceso a unos mercados financieros que han descontado lo mejor, son poco menos que misión imposible para los banqueros centrales y tal vez sea más realista aspirar no tanto a evitar las perturbaciones, sino a que los impactos en los mercados y en la economía sean "ordenados" y graduales. Ese objetivo sería más alcanzable, aunque tampoco es fácil, como se vio en algunos momentos de la semana del 5 de febrero, cuando los índices americanos se desplomaban en pocos minutos.
Estos retos del nuevo presidente de la Fed, Jay Powell, coinciden, además, con una Casa Blanca sumida en el caos, con dimisiones o despidos casi continuos de altos cargos, y embarcada en una incierta guerra comercial que puede hacer mucho daño a todos, incluida a la propia economía norteamericana. La Fed se ve obligada a inyectar una dosis de serenidad y confianza más fuerte de lo habitual, en unos mercados que tratan de asimilar los vaivenes de la política de Trump, tras haber celebrado con una extraña euforia su primer año de mandato en Washington.
Los inversores se están centrando mucho en el dato de si habrá tres o cuatro subidas este año, pero esa misma obsesión por el dato preciso muestra, en cierto modo, la fragilidad de fondo de una economía que ha necesitado bastantes unidades de deuda para apoyar el crecimiento económico y que ahora teme que si la Fed se equivoca en el "ajuste fino" ('fine tuning') y se pasa de frenada pueda precipitarse una recesión, dada la fase tan avanzada del ciclo económico en la que se encuentran los EE.UU.
La otra cara de la moneda es que si la Fed no frena lo suficiente, la economía puede verse en un "redux" del 2007 cuando muchos años de expansión del crédito fueron creando una burbuja tras otra hasta acabar en la macro burbuja inmobiliaria y financiera cuyo episodio más "mediático" fue la quiebra de Lehman.
Un tercer escenario es el de finales de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, cuando la economía cayó en una espiral inflacionista simultánea al estancamiento económico por desajustes en los mercados provocados por decisiones de política económica muy desacertadas. Las actuales políticas proteccionistas de Trump, unidas a las políticas fiscales de estímulo (rebaja de impuestos, plan de infraestructuras) recuerdan mucho a algunos de aquellos errores ya que pueden generar un repunte de la inflación mayor del deseado, sin que necesariamente veamos un crecimiento económico correlativo.
Este es el difícil escenario en el que se mueve Powell, muy diferente al de Bernanke y al de Yellen, y el próximo miércoles vamos a tener una primera ocasión de ver cómo se desenvuelve en él.
Por lo demás, la semana pasada no nos ha dejado grandes cosas, salvo un vencimiento trimestral de opciones y futuros (triple hora bruja) bastante tranquilo, en niveles intermedios del trimestre. Ha habido algunos datos mixtos, como el mal dato de las ventas minoristas de febrero que cayeron por tercer mes consecutivo, dato que contrasta con el buen dato de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, en los niveles más altos desde marzo de 2004. También fue confusa la reacción de las Bolsas ante la inflación americana de febrero, que fue del 2,2% y que al principio gustó pero luego provocó caídas.
En definitiva no está clara la confianza de los inversores, que siguen dando algunas señales de duda. Si pensamos, como lo hace el gestor americano Jeffrey Gundlach, que el bitcoin es una especie de "proxy" (indicador) del sentimiento inversor y del apetito de riesgo, una de esas señales podría ser el desplome del bitcoin, que estos días ha roto a la baja los 7.500 dólares, un desplome en toda regla tras la impresionante burbuja que se formó el pasado mes de diciembre.
Esta semana hay pocas noticias aparte de la importantísima reunión de la Fed, ya mencionada. En Alemania conoceremos las encuestas ZEW e IFO, de clima económico y empresarial y en la zona euro se publica el PMI de manufacturas de marzo. Quedan también algunos resultados empresariales interesantes, aunque pocos, como los de Oracle, Tencent, Nike o Fedex pero, como decíamos, será la Fed la que concentre todas las miradas, en unas Bolsas que, pese a haberse alejado de los mínimos de la primera quincena de febrero, siguen bajo el síndrome del amago de desplome que se vivió en aquellas sesiones.
Juan Carlos Ureta Domingo
Tel: 91 398 48 05 Email: online@renta4.es