Opinión

¿Tiene sentido bajar los tipos?

El pasado jueves el presidente de la Fed de Minneapolis, Neel Kashkari, ponía encima de la mesa una incómoda pregunta que viene sobrevolando las discusiones en torno a la anunciada bajada de tipos por parte de la Reserva Federal norteamericana. La cuestión es, dicho de forma clara, si tiene sentido bajar los tipos de interés en una economía como la norteamericana que está en pleno apogeo. Una economía que el pasado lunes publicaba un ISM de manufacturas de marzo superando por primera vez en año y medio los 50 puntos, y que el viernes publicaba el informe de empleo de abril, mes en el que se han creado nada más y nada menos que 330 mil empleos, bajando la tasa de paro al 3,8% y superando una vez más todas las expectativas.

Neel Kashkari se limitó a plantear, en términos retóricos, algo bastante lógico, como es la posibilidad de que la Fed pudiese no bajar los tipos este año, si el crecimiento económico sigue fuerte y si la última milla de la inflación se complica. Pero esa mera insinuación bastó para que unas Bolsas que, como decíamos hace dos semanas, sólo contemplan el mejor escenario, pasasen en pocos minutos de subir el 1% a bajar más del 1%, un recorte de más del 2% que, aunque parezca mentira, no se había visto desde el pasado mes de octubre. 

Lo realmente llamativo es el revuelo que causó entre los inversores ese giro bajista de las Bolsas el jueves, y la inquietud que generó en unos mercados que, obviamente, se han acostumbrado a pensar que sólo hay una dirección en las Bolsas, la dirección alcista, y que no toleran el más mínimo ajuste. Todo lo que no sea un horizonte claro, despejado, sin nubes, perturba sobremanera.

El problema es que, si hay nubes y una de ellas es el petróleo, que precisamente el jueves, mientras hablaba el presidente de la Fed de Minneapolis, subía con fuerza. El crudo ligero americano (WTI) ha subido un 4,5% esta última semana, tocando en algún momento los 87 dólares por barril, antes de cerrar el viernes en 86,91 dólares, lo que supone una subida en el año del 21% y ha llevado a la gasolina en Estados Unidos al máximo nivel desde octubre, según datos de la American Automobile Association. El Brent ha subido un poco menos, el 18% desde el uno de enero, pero la semana pasada experimentó el mismo tirón.

Esa subida del petróleo ha sido coincidente con la del oro, que el viernes marcó un nuevo récord histórico, cerrando los futuros de junio a 2.345,4 dólares la onza, tras haberse acercado a los 2.350 en la sesión. Probablemente tanto en la subida del oro como en la del petróleo tuvo algo que ver la escalada del conflicto de Oriente Medio provocada por el ataque israelí al consulado de Irán en Damasco.

A la vista de la escalada del petróleo, no es de extrañar que el viernes la miembro del Consejo de la Fed Michelle Bowman fuera bastante más allá de las declaraciones de Kashkari, al plantear de nuevo en términos retóricos y puramente hipotéticos, la posibilidad de que la Fed tenga que volver a subir los tipos para controlar la inflación si esta siguiese alta. Una idea que es realmente rompedora y que el mercado desde luego no contempla en absoluto.

En todo caso, y por lo que a las Bolsas respecta, lo sorprendente es que, tras los ya mencionados recortes de la sesión del jueves, el viernes las Bolsas decidieron fijarse sólo en el lado positivo. Ni las declaraciones de Michelle Bowman hablando de posibles subidas de tipos ni el ya mencionado informe de empleo, que en principio aleja todavía más las posibles bajadas de tipos por parte de la Fed, aunque es verdad que los salarios por hora se han mantenido bastante estables, no tuvieron ningún impacto negativo en las Bolsas. Al revés, el S&P subió un 1,1%, el Nasdaq el 1,2% y el Dow Jones el 0,8%. En Europa, en general, hubo recortes y el Eurostoxx bajó un 1,1%.

Al final en la semana, pese a la subida del viernes, los tres índices americanos acabaron en negativo: Dow – 2,27%, en su peor semana de este año 2024, el S&P 500 -0,95%, Nasdaq -0,8%. Los índices europeos también han bajado en general en esta primera semana del segundo trimestre (Eurostoxx -1,3%, Ibex -1,4%, Dax -1,7%) y en el caso del Nikkei japonés la caída semanal ha sido aún mayor del 3,4%.

La pregunta es si las bolsas están iniciando, por primera vez desde octubre, una corrección de cierta intensidad o si, por el contrario, estamos ante otra toma de beneficios pasajera para después seguir subiendo con fuerza. Una pregunta que polariza las opiniones entre quienes creen que al mercado alcista aún le queda mucho recorrido y que quienes creen que ha ido ya demasiado lejos y debe corregir con fuerza.

La próxima semana nos va a dar mucha más información para poder responder en un sentido u otro porque hay numerosas noticias macro y, además, empieza la temporada de presentación de los resultados del primer trimestre.

En la parte macro, el miércoles se publican el IPC americano de marzo, que se espera con interés tras el buen dato adelantado de inflación europea en abril, y las actas de la última reunión de la Fed. El jueves se conocerán los precios industriales (PPI) en Estados Unidos y la inflación en China. Y, además, se reúne el BCE, que no se espera que baje aún los tipos, aunque es verdad que en la zona euro los argumentos para el BCE a la hora de justificar una bajada de los tipos de interés son mucho más claros, ya que la economía de la zona euro está estancada, con Alemania en muy mala situación por Ucrania y China; y, además, la inflación de la zona en su conjunto ha caído en abril, según se supo hace unos días, al 2,4% desde el 2,6% de febrero.

El viernes, además de publicarse datos de comercio exterior en China y el índice preliminar de confianza del consumidor en abril medido por la Universidad de Michigan, empieza la temporada de publicación de resultados empresariales del primer trimestre, con JP Morgan, Citi, Wells Fargo y State Street dando sus cifras.

Las Bolsas han empezado el segundo trimestre claramente perdiendo “momentum” alcista en los primeros compases de abril, pero se resisten a corregir y no precisamente porque estén baratas. Un informe de Bank of America publicado la semana pasada estima que el S&P está caro en 19 de las 20 métricas que analiza, lo cual no es sorprendente cuando se cotiza con un multiplicador de beneficios de 24 veces.

La resistencia a bajar deriva del sentimiento inversor, que está en máximos en Estados Unidos. El informe mensual de Investors Intelligence y de la American Association of Individual Investors publicado el jueves pasado muestra un sentimiento alcista extremo, con el ratio “bull-bear” (alcistas-bajistas) casi en récords históricos. Si atendiésemos a la experiencia, esto nos movería a pensar que los retornos en los próximos meses serán moderados y que incluso puede haber una corrección de entre el 5% y el 10% en algún momento, sobre todo si el tipo del bono del Tesoro americano a diez años, el T bond, se acercase de nuevo al 5% (el viernes cerró a 4,4%). Una corrección que en ningún caso alteraría la tendencia básica alcista de largo plazo, pero que inquietaría a unos inversores acostumbrados a subidas continuas.

Pero obviamente las Bolsas están sorprendiendo a todos y hacer cualquier pronóstico en contra del mercado es correr el riesgo de equivocarse. Sobre todo, cuando la liquidez sigue siendo muy elevada porque desde el pico de 27,6 trillones (americanos) de dólares que alcanzaron los balances de los Bancos Centrales tras el Covid (un 6% del total de activos financieros a nivel global y más de un 10% del total valor global de acciones y bonos) sólo se han reducido unos 5 trillones.

Con permiso de la situación geopolítica, que podría escalar si Irán decide responder al ataque de Israel a su Consulado en Damasco, la última palabra sobre la dirección que tomen las Bolsas la tienen los Bancos Centrales, que son quienes tienen que decidir si tiene sentido o no volver a las políticas monetarias ultraexpansivas.

 

Juan Carlos Ureta Domingo
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