El pasado martes Jerome Powell, presidente de la Fed desde enero, decía en una conferencia en Boston que la economía norteamericana vive "tiempos extraordinarios", ya que por primera vez conviven una inflación moderada y una muy baja tasa de desempleo. El informe de empleo de septiembre en EE.UU. que se publicó el pasado viernes ha venido a dar la razón a Jay Powell en lo que al desempleo se refiere ya que tras los ciento treinta y cuatro mil empleos creados en septiembre el paro se sitúa en el 3,7%, que es el nivel más bajo desde diciembre de 1969.
Sin embargo, el mercado de bonos no parece tener tan clara la otra parte del mensaje de Powell, la inflación. El repunte de los tipos de interés de los bonos del Tesoro norteamericanos ha llevado al T bond a diez años a cerrar el pasado viernes en el 3,23% sobrepasando así con creces el temido 3%, cuya cercanía provocó en febrero un súbito recorte del diez por ciento en el S&P. La letra del Tesoro americano a un año paga ya el 2,6% y a seis meses el 2,4%.
Ha sido precisamente esa subida de tipos de los bonos del Tesoro americano la que ha provocado que todas las Bolsas reciban el cuarto trimestre con caídas generalizadas, en línea con lo que anticipábamos al final de nuestro anterior comentario. El tipo del T bond está ya en niveles de 2011 y los futuros del petróleo en máximos de cuatro años y esa combinación inquieta a los inversores, que descuentan más inflación y más subidas de tipos.
Las caídas en las Bolsas han sido, por ello, generalizadas en el inicio del trimestre. El S&P ha recortado el 1% en la semana, el Nasdaq el 3,2%, el Eurostoxx el 1,6% el Nikkei el 1,4% y el MSCI Emerging Markets en dólares el 4,5%.
Sin embargo, paradójicamente, la inflación y su secuela de subida del precio del dinero no son los únicos peligros que acechan a la economía americana y a la economía global. El crecimiento puede ser pronto otro motivo de inquietud. Como ponía de manifiesto esta última semana la directora general del FMI, Christine Lagarde, en unas declaraciones previas a la reunión de otoño a celebrar la próxima semana en Bali, la economía global va a crecer menos del 3,9% previsto hace unos meses por el Fondo y la mezcla de esa desaceleración y la elevada deuda acumulada preocupa al FMI. En palabras de la propia Christine Lagarde, todavía no está lloviendo (raining) pero empiezan a caer algunas gotas (drizzling).
Ante esa combinación de la subida de tipos de interés y de la expectativa de un menor crecimiento es comprensible que el dinero, esa enorme cantidad de dinero que se ha volcado hacia las Bolsas americanas estos últimos años, se traslade a los bonos a disfrutar de tipos atractivos como los antes mencionados. Parece también lógico que la corrección de los índices americanos pueda ir más allá, sobre todo si el tipo del T bond se acerca al 3,5%.
La verdad es que por ahora apenas ha habido recorte. El S&P sigue subiendo un 8% en el año, el Nasdaq casi un 13% y el Dow un 7%, y tan solo hace unos días marcó su máximo histórico de nuevo. Pero la crisis seria de las Bolsas vendrá cuando la amenaza de recesión sea más real en EE.UU., algo que muchos analistas sitúan en el 2020.
En este sentido una de las cosas que se apuntan en los movimientos de los últimos días es el giro desde empresas de crecimiento (growth) hacia empresas más defensivas. Es un giro todavía muy inicial y que tal vez no se confirme, pero de momento hemos visto cómo el Nasdaq, símbolo por excelencia de las empresas "growth", ha recortado con fuerza la semana pasada.
En el Eurostoxx hemos visto también cómo empresas defensivas muy castigadas han subido la semana pasada (por ejemplo, Telefónica + 1,5% en la semana o Iberdrola +0,16%) mientras que las de crecimiento sufrían serios recortes (Kering -7% en la semana, LVMH -6%). La fuerte caída de las Bolsas emergentes, sobre todo de algunas como la india, cuyo índice Sensex ha caído un 5% en moneda local la semana pasada siendo así que a la vez la rupia india esta en mínimos históricos frente al dólar, abunda en esta huida de los inversores hacia posiciones más defensivas. Un giro hacia el lado conservador que habrá que ver si se confirma.
Esta segunda semana de octubre empieza la publicación de los resultados empresariales, con los Bancos americanos JP Morgan, Citi y Wells Fargo presentando sus cifras el próximo viernes. Entre las europeas todavía no habrá resultados, pero LVMH (Louis Vuitton) publicará el martes sus ventas trimestrales, que servirán de guía para el sector del lujo, uno de los que, pese a los recortes de esta última semana, mejor se ha comportado este año (LVMH + 16,6% en el año, Kering +17,5%) La incógnita en EE.UU. es si las empresas podrán mantener el fuerte ritmo de subida de sus ganancias de los dos primeros trimestres o si va a ir atenuándose el efecto de la rebaja fiscal. En las empresas europeas podremos ver en qué medida la desaceleración económica de la zona, ya perceptible, aunque no muy intensa, afecta a las cuentas.
En el plano macro el jueves empieza en Bali la reunión de otoño del FMI, que ha sido precedida por declaraciones no muy optimistas de Christine Lagarde, como antes mencionábamos. Y hay datos interesantes el viernes, como la confianza de los consumidores americanos medida por la Universidad de Michigan, la producción industrial de agosto en la zona euro o la balanza comercial de septiembre de China.
A nuestro juicio los tipos de interés americanos pueden encontrar un cierto respiro esta próxima semana, tras las subidas de los últimos días, pero las Bolsas podrían empezar a preocuparse por el crecimiento, en medio de una desaceleración de la zona euro y de China (el lunes pasado supimos que el PMI de manufacturas de septiembre será flojo) y de una guerra comercial que no ayuda en absoluto.
No descartaríamos en esta segunda semana una pauta similar a la de la primera, que empezó el pasado lunes con mucha fuerza por el acuerdo comercial con Canadá, para luego ir cediendo posiciones a medida que avanzaba la semana.
Juan Carlos Ureta Domingo
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