La segunda semana completa de enero ha confirmado que las Bolsas, sobre todo las americanas con las grandes tecnológicas de nuevo a la cabeza, se encuentran en subida libre, prolongando así el movimiento iniciado tras el pequeño amago de corrección que tuvo lugar a principios de octubre del pasado año.
Aunque en esta ocasión han acompañado las noticias, que en general tanto en la parte macro como en los resultados empresariales han sido positivas, parece bastante claro que el motor principal de las subidas sigue siendo la enorme liquidez que hay en el sistema, a la que se añade, de forma continua, la que siguen inyectando diversos Bancos Centrales, entre ellos la Fed y el BCE. Esa liquidez no encuentra activos para invertir que no sean de riesgo, y mantener el dinero sin invertir tiene un coste por los tipos negativos, además de ser muy duro ver cómo suben todos los activos mientras nuestro dinero está a la espera.
Esta dinámica no es nueva, sino que supone una continuación del esquema que se instaló en los mercados financieros en el año 2019, cuando tras las fuertes correcciones de los mercados de 2018 la Fed salió al rescate de las Bolsas y el BCE la siguió. Por si no quedaba claro ese cambio de política de los Bancos Centrales, la intervención rápida y contundente de la Fed a fines de septiembre, al aparecer los primeros problemas de liquidez en el mercado de "repos" americano, acabó de convencer a los inversores de que, como dijo Mario Draghi en su despedida, las condiciones monetarias laxas no iban a ser transitorias sino que habían llegado para quedarse para siempre.
Esa convicción sigue moviendo a los inversores, y es natural que lleve a la subida de los activos de riesgo, si bien sorprende que la subida parezca no tener ningún límite. Analizando lo que hemos visto esta semana pasada y empezando por los datos redondos, el Dow Jones cerraba el miércoles por primera vez en su historia por encima de los 29.000 puntos, y el S&P cerraba el jueves por primera vez en su historia por encima de los 3.300 puntos, muy impulsados ambos por las tecnológicas, que a la vez impulsaron al Nasdaq (y por supuesto al Dow y al S&P) a nuevos máximos históricos de todos los tiempos. Al final el Nasdaq ha subido el 2,3% en la semana, el S&P el 2% y el Dow el 1,8%. Las Bolsas europeas, privadas del impulso de las grandes tecnológicas, se han tenido que conformar con una subida semanal del 0,5% para el Eurostoxx y del 0,3% para el Dax, si bien otros índices como nuestro Ibex, el Cac francés o el Mib italiano han subido más del 1% en la semana. El Nikkei de Tokio ha subido un 0,8% en la semana, pero curiosamente el Shanghai Composite ha perdido un 0,54% en la semana, pese a haberse firmado la fase uno del acuerdo comercial con EE.UU.
Se dibuja así, de nuevo, al iniciarse 2020, un escenario muy parecido al de 2019 y al de 2017, a saber, subidas de las Bolsas americanas superiores a las de las restantes Bolsas mundiales, impulsadas sobre todo por el buen comportamiento de las tecnológicas. Alphabet (Google) se unió el jueves pasado al club de las compañías cuyo valor bursátil supera el billón (trillion, millón de millones) de dólares, junto a Microsoft, Apple y Amazon, aunque esta última ha salido del club, al menos por el momento. Pero no son solo las tecnológicas consagradas las que suben, también lo hacen las demás. Así Tesla, que a mediados del año pasado parecía haber entrado en una crisis de confianza por parte de los inversores, ha tenido una espectacular remontada en los últimos meses, que se ha intensificado estas dos últimas semanas, con una subida del 34% en un mes y del 98% en tres meses. Las cinco compañías más valiosas del S&P son ahora tecnológicas, las cuatro ya citadas más Facebook, y suponen el 17% del valor total del S&P, siendo así que en 2015 suponían solo el 11%.
Ante estos datos, la duda es la de siempre. Podemos pensar que estamos en una nueva economía, la economía del siglo XXI, en la que conceptos como "recesión" o "corrección bursátil" simplemente no tienen cabida, y en la que a las empresas tecnológicas innovadoras todavía les queda mucho recorrido al alza, o podemos pensar, de forma tal vez anticuada y equivocada, que las subidas del pasado año, y sobre todo las de principios de octubre hasta hoy, se deben, en una gran medida, al exceso de liquidez inyectada en el sistema por la Fed. En este sentido, hay un claro paralelismo entre las subidas de los índices americanos y las inyecciones de dinero de la Fed a partir de octubre para responder a raíz de la crisis en el mercado de "repos" americano.
En todo caso, hoy por hoy las noticias económicas y empresariales apoyan, como decíamos, las subidas y así hemos visto la semana pasada un buen dato de ventas minoristas y de producción industrial en Estados Unidos, un crecimiento del PIB chino en 2019 que se mantiene por encima del 6%, unos magníficos resultados de JP Morgan (los mayores de toda su historia), Citigroup, Bank of America y Morgan Stanley, y solo hemos visto caídas de beneficios, por el momento, en Wells Fargo y Goldman Sachs, en ambos casos por razones muy concretas y no generalizables. Además se ha firmado, por fin, la fase uno del acuerdo comercial con China, que se supone va a contribuir a mejorar el crecimiento y el comercio internacional.
¿Realmente esta vez es diferente? ¿O estamos, como sostiene el gestor de hedge funds más exitoso del mundo, Ray Dalio, ante un sistema "roto", que camina hacia su final y que provocará una "gran sacudida" en algún momento? Nadie lo sabe, pero la tesis de Dalio es muy sugestiva. Dalio parte de la base de que los Bancos Centrales no van a parar sus políticas expansivas, porque no pueden. En este sentido el "roll over" de las deudas está garantizado, y por tanto no habrá una crisis de liquidez o de restricción súbita del crédito al estilo de 2008. Pero lo que sí habrá, dice Dalio es una situación en la que los activos en los que se invierte el dinero ya no van a dar ningún retorno, y en ese momento, aunque se inyecte nuevo dinero, ya no se podrán pagar las deudas ingentes que se hayan ido acumulando si no es vendiendo activos, pero esos activos no serán apetecibles para nadie porque no darán retorno y su precio se habrá ido inflando hasta el infinito. Eso llevará, decir Dalio, a un "big squeeze".
Para discutir estos temas, y otros más prosaicos, se reúne esta semana el Foro de Davos, en su cincuenta edición, este año con el atractivo adicional de la presencia de Trump, bajo el lema "Stakeholders for a Cohesive and Sustainable World", que podríamos traducir como "partícipes de un mundo inclusivo y sostenible". Unos conceptos y unas palabras muy del foro de Davos, que nos remiten a esa "nueva economía" y a esa "nueva sociedad" feliz y próspera del siglo XXI, que es la que parecen estar descontando las Bolsas.
Nos queda siempre la duda de cómo funcionaría esa nueva economía en un entorno monetario normalizado, es decir, sin la ayuda permanente de los Bancos Centrales. La prueba que tuvimos en 2018 no fue muy positiva, ya que la recesión apareció en el horizonte cuando la Fed empezó a normalizar, y las Bolsas se hundieron. Ahora la idea dominante, siguiendo a Draghi, es que no se va a normalizar nunca, por tanto no hay problema.
Esta semana entramos en los resultados de grandes compañías de consumo como Johnson & Johnson o Procter & Gamble y también de alguna tecnológica importante como Netflix, y se reúnen el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Canadá, pero de ninguna de estas reuniones cabe esperar ninguna sorpresa. Lo único que parece claro en este terreno es que el People's Bank of China relajará algo más las condiciones crediticias cuando se reúna este lunes, lo cual es siempre positivo para las Bolsas globales.
Con las Bolsas en subida libre, las tecnológicas disparadas, las emisiones de bonos y la demanda de las mismas en récord total las dos primeras semanas de enero, tanto en récord en EE.UU. como en la zona euro lo único que parece claro es que mientras siga habiendo tanto dinero en el sistema es difícil que las Bolsas bajen.
Juan Carlos Ureta Domingo
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