Aunque a posteriori siempre hay explicaciones para todo, no deja de ser realmente sorprendente la reacción hiperalcista que las Bolsas de todo el mundo han tenido a la decisión, tomada por la Fed el pasado miércoles, de iniciar, bien es verdad que de forma muy suave y gradual, la reducción de sus inyecciones mensuales de liquidez, lo que se viene llamando "tapering". Con la única excepción de la Bolsa de Shanghai, que ha caído un 5% en la semana, afectada por las nuevas tensiones de liquidez en el interbancario y por algunas decisiones del People´s Bank of China, todas las Bolsas han subido fuertemente a partir del miércoles y en el conjunto de la semana (S&P 500 +2,4% en la semana, Dax +4,4%, Ibex 35 +4,5%, Nikkei +3%).
Una primera explicación a esta reacción sorprendente sería que la Fed no va a retirar los estímulos sino solo a reducirlos un poco y que, además, la Fed ha prometido mantener los tipos en el entorno cero durante mucho tiempo (forward guidance), incluso después de que el paro baje del 6,5%. De esta forma, Bernanke, una vez más, ha hecho gala de su gran cintura para afrontar decisiones complicadas y de sus excelentes habilidades comunicadoras, consiguiendo con su lenguaje convencer a todo el mundo de que la reducción de las compras mensuales de bonos es compatible con una política monetaria ultra expansiva (tapering is not tightening).
Esta primera explicación justificaría que las Bolsas hubiesen reaccionado con tranquilidad, sin fuertes recortes, a la decisión de la Fed. Pero no parece suficiente como para ser la causa de las fortísimas subidas de todas las Bolsas tras la decisión de la Fed.
Para explicar esa euforia alcista parece necesario ir más allá. Una primera idea sería que los inversores, al ver que la Fed inicia el tapering, descuentan que llega ya el crecimiento económico, que, además, convivirá con unas condiciones monetarias muy laxas. Un escenario muy bueno para la renta variable, similar al del periodo 2005-2007, pero con los tipos de interés aún más bajos y con mayor suministro de liquidez. Esta explicación quedaría confirmada por la nueva revisión al alza hasta el 4,1% del crecimiento del PIB del tercer trimestre en Estados Unidos, revisión que se publicó el pasado viernes y que animó aún más a las Bolsas.
Si los inversores están descontando que llega el crecimiento, tiene sentido la llamada "gran rotación" desde los bonos hacia la renta variable y de hecho el tipo del bono del Tesoro americano a diez años cerró el pasado viernes de nuevo cerca del 3% pero esta vez, a diferencia de lo que sucedió el pasado mayo, las Bolsas han subido. Es decir, no importa que suba el tipo de interés de largo plazo porque el crecimiento de la economía y de los beneficios empresariales compensará con creces el efecto negativo de la subida de tipos.
Esta lectura de lo sucedido en las Bolsas vendría a abundar en el acierto de la Fed al haber pospuesto el tapering desde septiembre hasta diciembre, poniendo de manifiesto de nuevo la gran labor de Bernanke. Ahora bien, no se entiende, bajo esta hipótesis, por qué las Bolsas reaccionaron tan mal en mayo, cuando Bernanke dijo que se iba a iniciar el tapering si la economía daba muestras de fortaleza. Bernanke fue muy cuidadoso con sus palabras en mayo, pero las Bolsas cayeron, y ahora han subido. Tal vez la explicación estaría en que en mayo los inversores no se creían que el crecimiento iba a llegar y ahora sí se lo creen porque han ido viendo señales muy positivas en el empleo, en el consumo y en el dato de PIB del tercer trimestre.
Ésta sería la explicación "normal" para tratar de entender una reacción extremadamente alcista de las Bolsas ante una decisión que en principio generaba temores. Siguiendo este razonamiento, la continuidad de la subida de las Bolsas estará condicionada a que efectivamente se confirme en el 2014 que la actividad despega y que hay crecimiento serio. Si no llega, las Bolsas caerán con fuerza.
Pero cabe también pensar (siempre es bueno plantear escenarios alternativos) en otra explicación. El pasado 8 de noviembre Larry Summers, excandidadto a presidir la Fed, pronunció una interesante conferencia en el FMI (http://www.youtube.com/watch?v=KYpVzBbQIX0). En síntesis lo que Summers vino a decir es que las economías avanzadas, entre ellas la norteamericana, están sometidas a un "estancamiento secular" de su crecimiento, y que la única forma de combatir ese estancamiento son las políticas monetarias ultra expansivas, que crean burbujas recurrentes pero logran mantener un cierto nivel de actividad, bien es verdad que no muy excitante, en la economía real.
Las economías desarrolladas estarían de esta forma condenadas a mantener el crecimiento saltando de burbuja en burbuja y el propio Larry Summers apuntó, en ese discurso, algunos de los riesgos que ese tipo de situación genera, y señaló la contradicción de tener que practicar una política de tipos de interés cero para sostener la economía, siendo así que los tipos cero son, en palabras de Summers, "inhibidores de la actividad económica" ya que generan represión financiera y mala asignación de recursos.
Summers no respondió a las dudas que él mismo planteó, pero, en lo que ahora nos interesa, a los efectos de entender las reacciones de los mercados, puede ocurrir que lo que los inversores estén celebrando estos días no sea un crecimiento económico que según Summers sería impensable, sino simplemente la confirmación por Bernanke de que seguirá habiendo mucho dinero a tipo cero, de momento setenta y cinco mil millones de dólares cada mes. Dinero que deberá invertirse en algo y que hará subir más a las Bolsas, aunque, según la tesis de Summers, el crecimiento no llegue nunca y nos limitemos a vivir en una economía de burbujas recurrentes y, por tanto, de pinchazos periódicos de esas burbujas.
Es decir, tal vez lo que los inversores estén celebrando sea algo así como la situación de cuasi burbuja permanente, algo casi opuesto a aquel escenario de "nueva normalidad" (new normal) que hace cuatro años elaboró el gran gestor de bonos Bill Gross.
El problema de gestionar inversiones en el escenario descrito por Summers es que hay que pensar que cada cierto tiempo vamos a sufrir alguna ruptura de la burbuja de turno y eso va a destruir no ya solo nuestro rendimiento acumulado, sino, además, una parte de nuestro patrimonio. Es decir, si queremos estar invertidos en activos, y lo normal es que queramos, ya que el retorno de la renta fija sin riesgo será cero o casi cero, hemos de estar dispuestos a experimentar de forma recurrente pérdidas de capital.
Esa es la consecuencia última de la llamada "represión financiera", a la que nos tenemos que acostumbrar, ya que la tan celebrada decisión de la Fed del pasado miércoles no ha hecho sino confirmar que habrá un largo periodo de "represión financiera".
Sea como fuere, las Bolsas están en subida libre y parece que van a acabar así el 2013 e iniciar así el 2014. Si miramos el gráfico del S&P 500 o del Dax la verdad es que nos recuerdan mucho, porque son casi idénticos, a los gráficos de cualquiera de las burbujas previas, por ejemplo de la del Nasdaq de fines de los noventa o de la del oro en 2011 o de la de los precios de algunas compañías inmobiliarias de la Bolsa española en 2006-2007. Cabe pensar que desde un punto de vista fundamental las actuales cotizaciones se justifican porque realmente estamos a las puertas de un salto en el crecimiento, que hará subir los beneficios empresariales de forma clara, o cabe, sencillamente, pensar que, simplemente, los inversores se han entregado a una especie de "condena de Sísifo", y aceptan seguir en la pista de baile aun a sabiendas de que corren riesgos grandes.
Queda una semana para terminar el año, el S&P inicia esa última semana en un nuevo máximo histórico de todos los tiempos, y la inercia es demasiado fuerte como para no apostar por nuevas alzas. En un escenario de burbujas recurrentes también ha de haber pinchazos periódicos de esas burbujas, pero no está claro que el globo se haya inflado ya del todo y, en todo caso, no parece que fin de año sea un momento muy indicado para que se rompa nada.