Ni el Banco de Japón ni la Fed sorprendieron a los mercados en sus muy esperadas reuniones del pasado miércoles, pero si quisiéramos sacar un mensaje común de los comunicados y las respectivas ruedas de prensa de ambos Bancos Centrales, ese mensaje sería que ninguno de los dos tiene ideas muy claras sobre qué hacer.
El Banco de Japón dio la impresión de querer corregir errores pasados más que de tener un plan de acción para el futuro y, en lo que a la Fed se refiere, lo que se vio el miércoles es una profunda división de opiniones (tres de los diez miembros con voto se pronunciaron en favor de subir tipos) y un pánico escénico cada vez más intenso ante los posibles efectos de la normalización monetaria. Un pánico escénico que retrasa una y otra vez la subida de tipos, y que impide trazar una hoja de ruta clara, como ya se vio en la reunión de Jackson Hole de finales de agosto.
Tal vez por eso, la lectura y la valoración que hacen los mercados sobre la estrategia de los Bancos Centrales es también variada. Unos dicen que el Banco de Japón desea salir de la estrategia de los tipos negativos, otros que quiere profundizar más en ella. Para algunos el Banco de Japón ha vuelto a dar una muestra de su capacidad de innovar al pretender manejar la curva de tipos, haciendo gala de una gran creatividad, mientras otros sin embargo ven en ese giro del Banco de Japón un recurso a la desesperada tras el reconocimiento del fracaso de sus decisiones del pasado enero.
Lo mismo pasa con la Fed. Nadie sabe bien lo que quiere decir Yellen, porque utiliza un lenguaje ambiguo y lleno de condicionales ("ifs"), un lenguaje que sirve lo mismo para una cosa que para la contraria. Sabemos que la Fed está dividida pero no conocemos ninguna estrategia definida para salir de esa división, ya que la presidenta Janet Yellen se limita a decir que la economía va bien (se sobreentiende que gracias a la actuación de la Fed) y a emitir vagas sugerencias de que en próximas reuniones habrá subida de tipos.
El problema es que está en riesgo la credibilidad de los Bancos Centrales. Es realmente chocante que la Fed tenga ahora una visión de consenso ("consensus view") de un crecimiento económico de no más del 1.8% al 2% anual hasta el 2019, y del 1.8% anual a largo plazo ("longer run"). Es aún más chocante que con estas previsiones diga que puede subir tipos en diciembre y a partir de ahí en el futuro a pesar de que esas tasas de crecimiento hace un año habrían sido consideradas como de estancamiento económico.
En cuanto al Banco de Japón, el intento de manejar artificialmente la curva de tipos puede ser infructuoso. Es verdad que los tipos de largo plazo más altos que los de corto indican normalmente una expectativa de inflación futura, pero si la causa de esa diferencia es la manipulación por el Banco Central, el indicador pierde todo su poder predictivo y realmente no responde a expectativas de inflación que puedan mover al consumo, ni las genera. Más bien da la sensación de que la nueva política de controlar la curva es una salida ingeniosa, como decíamos, ante el fracaso de la inmersión en los tipos negativos que hizo el BoJ en enero.
En todo caso, la penúltima semana de septiembre ha sido para las Bolsas una de las mejores del ya terminado verano, con subidas semanales para el Eurostoxx del 3,3%, para el S&P y el Nasdaq del 1,2%, para el Nikkei del 1,4% y para el MSCI Emerging Markets en dólares del 3,6%. Además, el Nasdaq marcó el miércoles y el jueves dos máximos históricos consecutivos.
La novedad de esta última semana de septiembre es que se abre ya la campaña electoral en EE.UU., con el debate el lunes entre los dos principales candidatos. A nuestro juicio, la volatilidad que podemos esperar en octubre como consecuencia de las elecciones americanas no es menor de la que vivimos en junio con el Brexit, ya que un eventual triunfo de Trump es algo que no está descontado por las Bolsas.
Además de ese inicio del ciclo electoral, hay una docena de comparecencias de miembros de la Fed, entre ellas la de su presidenta Janet Yellen el miércoles ante el Comité del Congreso, y la de su vicepresidente Stanley Fisher el martes en la Howard University.
Como datos económicos más relevantes, conoceremos, entre otros, en EE.UU. el PMI preliminar de servicios, los gastos e ingresos personales, los pedidos de bienes duraderos, y la tercera y definitiva lectura del PIB del segundo trimestre y en la zona euro los IPC preliminares de septiembre.
Como se ha visto a lo largo de todo el verano, las Bolsas siguen bailando al son que tocan los Bancos Centrales, y queda aún mucho para las próximas reuniones, que serán el 20 de octubre la del BCE, el 1 de noviembre la del Banco de Japón, el 2 de noviembre la de la Fed y el 3 de noviembre la del Banco de Inglaterra.
El protagonismo pasará a los resultados empresariales del tercer trimestre y al desarrollo que vaya teniendo la campaña electoral americana, y por supuesto a las noticias económicas que vayamos teniendo.
Apostaríamos por una semana de cierre de septiembre sin demasiadas variaciones respecto a los niveles de cierre del pasado viernes, en un entorno dominado de nuevo por la tranquilidad que ha creado la Fed al reiterar una vez más un guion que pone en juego su credibilidad pero que, de momento, asegura a los inversores que todo va a seguir igual.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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