Tras dos semanas consecutivas de descensos (que en el caso del Dow Jones son cinco) las Bolsas americanas han cerrado su mejor semana desde noviembre de 2020, el mes en el que la aprobación de las primeras vacunas desató la euforia bursátil. La caída del precio del petróleo y la confianza infundida por la Fed en su reunión del pasado miércoles han sido los dos pilares de esas subidas tan espectaculares de las Bolsas americanas, junto a la sensación de que las negociaciones para poner fin a la guerra de Ucrania, impulsadas al parecer también por China, van por buen camino.
Aunque las Bolsas nos tienen acostumbrados a este tipo de paradojas, no deja de ser llamativo que las Bolsas globales hayan protagonizado subidas muy relevantes justo en la semana en la que la Fed ha subido, por primera vez desde el año 2018, los tipos de interés, anunciando además que los subirá varias veces más en el año, y en la que el Covid ha reaparecido de nuevo en China, obligando al confinamiento de importantes ciudades. En ese contexto y en medio de una guerra a las puertas de Europa, el Eurostoxx ha subido un 5,8% en la semana, el S&P un 6,2% el Dow Jones un 5,5%, el Nasdaq un 8,2%, el Nikkei un 6,6% y el MSCI de Bolsas emergentes en dólares un 3,4%
Entre todas esas subidas destaca especialmente la de las compañías tecnológicas, un sector que lideró claramente las alzas de los mercados a partir de abril de 2020 y que desde fines de 2021 había entrado en una clara corrección, que fue a más en las primeras semanas de 2022. Siguiendo esa pauta de corrección, el Nasdaq empezó el pasado lunes bajando un 2% y entrando en territorio técnico de "mercado bajista" al caer un 21,6% desde su récord histórico de 16.057 puntos, alcanzado el 19 de noviembre de 2021. Parecía, por tanto, que la corrección de las tecnológicas iba a continuar, pero sucedió justo lo contrario. El martes el Nasdaq inició una fortísima recuperación, hasta terminar la semana siendo el mejor índice con la ya mencionada subida del 8,2%.
La subida de tipos de un 0,25% por la Fed el pasado miércoles, acompañada de un discurso "duro" (hawkish) de su presidente Jerome Powell, anunciando seis subidas más de este año y tres más en el 2023, no afectó en absoluto a las tecnológicas y tampoco les afectaron las declaraciones de algunos de sus miembros como James Bullard o Christopher Waller, abogando por subidas de tipos más fuertes en las próximas reuniones, de medio punto porcentual, y por una reducción rápida del balance de la Fed retirando liquidez del mercado. Normalmente el endurecimiento monetario ha afectado más a las empresas tecnológicas que a otros sectores, ya que sus flujos de beneficios se producen en momentos más alejados en el tiempo, por lo que la sensibilidad de su valoración al tipo de descuento es mucho mayor.
Una posible explicación sería que la Fed, al subir los tipos incluso en medio de la guerra de Ucrania, ha venido a lanzar un claro mensaje de que la economía está muy fuerte y eso le permite, además, seguir subiéndolos. Jerome Powell dijo literalmente en la rueda de prensa que la economía norteamericana puede aguantar (handle) una política monetaria más dura (tighter).
Sin embargo, el mensaje de los mercados de bonos no parece ser el de una economía fuerte a medio plazo, más bien al revés. El bono del Tesoro americano a 10 años cerró el viernes con un tipo del 2,15%, el bono a 5 años con un tipo del 2,14%, el bono a 3 años del 2,14% y el bono a 2 años del 1,94%. Como se ve el diferencial de tipos es muy pequeño, con riesgo de inversión de la curva en algún momento, lo que tradicionalmente se interpreta como indicador anticipado de un crecimiento bajo a medio plazo o incluso recesión.
Lo mismo nos estaría indicando, tal vez, el petróleo, que ha vuelto a bajar por segunda semana consecutiva, cerrando el pasado viernes en 105,1 dólares por barril de crudo ligero americano (WTI) y en 107,9 el Brent, tras haber estado ambos por debajo de 100 dólares en algunos momentos de la semana. Y tal vez también vaya en esa dirección el mensaje del oro, que cerró el viernes a 1.921,5 dólares la onza, muy por debajo de los niveles superiores a los dos mil dólares de hace una semana. El oro no parece ver tensiones de inflación a medio plazo, lo que es similar a no ver un crecimiento muy vigoroso.
No hay que descartar, por tanto, que la Fed pueda estar equivocándose sobreestimando la fortaleza de la economía norteamericana, como ya se equivocó en el 2018, cuando dijo que iba a subir tres veces los tipos de interés en el 2019, para después rectificar y realmente bajarlos tres veces ante el riesgo de desplome de la economía. Si recordamos el 2018, las Bolsas en febrero cayeron con fuerza cuando el tipo de interés del T bond superó el 3%, descontando un escenario de posible inflación, y luego se recuperaron con fuerza, marcando nuevos máximos históricos, para volver a desplomarse en diciembre justamente por los motivos opuestos a los de febrero, es decir, no por la inflación sino por la caída del crecimiento económico y la recesión.
No es del todo imposible que ahora pudiese pasar lo mismo si la Fed persiste en su idea de subir siete veces (incluida la del miércoles pasado) los tipos este año y tres más el que viene, porque además ahora, a diferencia de 2018, hay una guerra en Ucrania que, aunque acabase mañana mismo, va a afectar negativamente tanto al crecimiento como a la inflación, acercando a las economías hacia un escenario de estanflación, que esperemos que finalmente no se produzca. La guerra lo que hace es agravar problemas que ya estaban ahí antes de la guerra, porque la inflación, la crisis energética y los cuellos de botella en mercados básicos aparecieron en escena el pasado verano, antes de la guerra.
Esos problemas afectan a la inflación, pero también al crecimiento, como ya lo estamos viendo (de nuevo hay que recordar que lo estábamos viendo ya antes de la guerra) con las paradas de producción como las de algunas automovilísticas alemanas por falta de suministro de piezas hechas en Ucrania o las de acereras como Arcelor, Acerinox, o las de explotaciones ganaderas por falta de piensos. La OCDE ha emitido la semana pasada una estimación cifrando en el 1,4% el impacto de la guerra de Ucrania sobre el crecimiento europeo, pero tanto la OCDE como otros organismos públicos y privados que se atreven a emitir opiniones sobre el impacto de la guerra lo hacen con muchas cautelas y advertencias, dadas las numerosas incertidumbres.
Si ponemos las fuertes subidas de las Bolsas la semana pasada en ese contexto más amplio, lo que nos salen son varias reflexiones. La primera es que la previsible subida de las Bolsas si hay una negociación que ponga fin a la guerra no significa necesariamente el inicio de un ciclo alcista de largo plazo. Podríamos ver nuevas turbulencias en las Bolsas sobre todo si la Fed persiste en su política "hawkish" pero el crecimiento económico decepciona los próximos trimestres, como es probable que lo haga. La segunda es que las tecnológicas van a seguir siendo un sector líder y por tanto necesario para que haya ciclo alcista, porque en la nueva economía post Covid del siglo XXI sin tecnológicas no hay ciclo alcista de largo plazo. La tercera, unida a la anterior, es que la economía en "K" es definitivamente el modelo de la economía post Covid.
En nuestra opinión la "K", es decir, la economía "darwiniana" o "schumpeteriana" de ganadores y perdedores exponenciales en la que las empresas que sepan innovar y transformarse van a succionar una parte creciente de valor a las que no sepan hacerlo, ha llegado para quedarse. No ha sido una "burbuja" derivada de los confinamientos, sino un cambio estructural en los estilos de vida, que provoca cambios en los modelos de negocio que a su vez se ven facilitados por la tecnología y la digitalización.
En cierto modo, eso es lo que nos estaría diciendo la subida del Nasdaq del 8,2% esta última semana y las subidas semanales de Facebook (ahora Meta Platforms) de un 15%, de Tesla de un 13%, de Amazon del 11% o de Microsoft del 7,3%. Por no hablar de Alibaba, que el pasado miércoles subió más del 20%.
Esta semana hay pocos datos económicos y pocos resultados empresariales, aunque alguno, como el de Nike, interesante. Lo normal es que la situación en Ucrania siga centrando la atención y, tras las subidas de la semana pasada, no nos sorprenderá una cierta consolidación lateral de los mercados.
Juan Carlos Ureta Domingo
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