Opinión

Rotación y 'momentum trading' a la espera de la normalidad


En un año que no ha parado de dar sorpresas a los inversores, las Bolsas han dado un nuevo giro en la segunda semana de noviembre, no del todo inesperado, pero sí extremadamente espectacular, como casi todo lo que está sucediendo en los mercados estos últimos meses.

El anuncio el pasado lunes, por parte de la norteamericana Pfizer, de los magníficos resultados de su vacuna, no solo hizo dispararse al alza a todas las Bolsas, sino que, además, provocó un desplazamiento fulminante del dinero hacia los valores más castigados por la pandemia, los llamados "pandemic stocks", y una salida masiva de los inversores de los hasta ahora imbatibles valores tecnológicos, los llamados "stay at home stocks", para sorpresa general.

Por dar solo algunos números, en la sesión del lunes, Meliá Hoteles subió el 37%, IAG el 26%, Amadeus el 15%, Aena el 15%, Santander el 19,2% y Merlin Properties el 17%. Mientras que, en el lado contrario, valores como Amazon y Facebook caían más de un 5% en la sesión. Al final de la semana, aunque los valores tecnológicos han recuperado parte del terreno perdido el lunes, la brecha abierta se ha mantenido y, por ejemplo, Santander ha cerrado la semana con una subida del 33,5% y Airbus con una subida del 22,2%, mientras Amazon y Facebook registraban pérdidas semanales del entorno del 5,5%.

Se ha producido, por tanto, una brusca reversión de la "K" bursátil a la que nos hemos venido refiriendo en nuestros comentarios a partir de agosto, lo que en primera instancia nos obliga a preguntarnos si la "K" , es decir, la división de las empresas entre las que van a ser ganadoras en el mundo post Covid y las que van a ser perdedoras, ha sido solo un efecto temporal de la pandemia, un efecto condenado a desaparecer cuando la economía se normalice gracias a las vacunas.

Pero la posible reversión de la "K" no es la única reflexión que nos deja la segunda semana de noviembre. Nos deja también la duda de si definitivamente los inversores han despejado sus miedos y han vuelto a abrazar el riesgo. El lunes el dinero no solo huyó de las tecnológicas, sino que, a la vez, huyó del activo refugio por excelencia, el oro, que sufrió una impresionante caída vertical desde 1.960 hasta 1.850 dólares por onza, para acabar la semana en 1.888 dólares. Esta caída simultánea del oro y de las grandes tecnológicas nos confirma en la idea de que, en cierto modo, las grandes tecnológicas han jugado el papel de "activo refugio" en un mundo post Covid que nadie sabe muy bien cómo va a ser, pero en el que una de las pocas certezas es que la vida será mucho más digital, favoreciendo así a las compañías vinculadas a ese estilo de vida.

Una tercera reflexión es que, en un mundo rebosante de liquidez, y con los Bancos Centrales garantizando al unísono, como lo hicieron el pasado miércoles en el Foro virtual promovido por el BCE, renace el llamado temor a quedarse fuera de las subidas. La subida del pasado lunes indica que el FOMO ('fear of missing out') está muy vivo en la psicología de los inversores porque en un mundo de dinero gratis, la alternativa lógica para invertir es la renta variable y, por muy mal que estén las cosas a corto plazo, nadie quiere quedarse sin tener una parte en renta variable, por si acaso.

Finalmente, una cuarta reflexión es que, cada vez más, los mercados se mueven a ráfagas, como consecuencia del llamado "momentum trading", una técnica antigua pero que está siendo modernizada y llevada al extremo por plataformas como Robin Hood. La plataforma ofrece algoritmos y herramientas que tratan de aprovechar tendencia rápidas, ya sean al alza o a la baja, y miles, o tal vez cientos de miles, de inversores cortoplacistas, los llamados "day traders", utilizan esas herramientas amplificando las tendencias de forma muy extrema. Un ejemplo lo tuvimos en agosto, cuando los "Robin Hood traders" se unieron a las fuertes compras de opciones call sobre acciones de grandes tecnológicas que estaba realizando SoftBank, haciendo subir las cotizaciones de algunas tecnológicas de forma espectacular. Unas operaciones que, según se ha publicado la semana pasada, costaron a SoftBank tres mil setecientos millones de dólares.

El "momentum trading" no es nada nuevo, de hecho, ya se vivió en el "crash" de octubre de 1987 en la Bolsa de Nueva York, pero con la ayuda de la tecnología y de los algoritmos puede crear movimientos extraordinarios, al alza o a la baja, en muy cortos periodos de tiempo, como sucedió en agosto. Y no olvidemos que al alza no existen los "cortocircuitos" ('circuit breakers') que existen a la baja y, por tanto, los movimientos pueden ser mucho más extremos, como se vio el pasado lunes. Una señal muy gráfica de la posible exageración que hubo en la reacción alcista del lunes es que el CEO de Pfizer aprovechó las enormes alzas para vender un voluminoso paquete de acciones de su compañía.

Todo lo anterior sirve para explicar la explosiva reacción que los mercados tuvieron el pasado lunes tras el anuncio de Pfizer, pero lo que de verdad importa es saber si esa reacción es el inicio de un "rally" de fin de año, o, yendo un poco más allá, si esa reacción es el inicio de un mercado alcista de largo plazo. Si entendemos que a partir de ahora los valores tradicionales se suman a las subidas de las que hasta ahora habían disfrutado casi en solitario las tecnológicas y las empresas vinculadas a la salud tendríamos por delante un mercado alcista ('bull market') bastante serio, que llevaría a los índices, incluidos los americanos, mucho más arriba de los niveles actuales.

Una consecuencia lateral de esa incorporación al "rally" de los valores tradicionales sería la esperada vuelta a la escena de unas Bolsas europeas que en la post pandemia se han comportado muchísimo peor que las americanas. Ahora esto parece cambiar y esta última semana el Eurostoxx ha subido un 7,1% y el Ibex un 13,3%, mientras que el Nasdaq ha caído el 0,55% y el S&P y el Dow Jones han limitado sus alzas semanales al 2,2% y el 4%, respectivamente.

Podría concluirse de todo lo anterior que la "K" bursátil y la "K" económica, es decir la idea de que en el mundo post Covid una parte de las empresas lo va a hacer muy bien y otra parte lo va a hacer muy mal, ha llegado a su fin. Si pensamos así, la consecuencia es que a partir de ahora se cerrará la divergencia entre las dos patas de la "K", la pata hacia arriba y la pata hacia abajo. Nuestra idea no es esta. No pensamos que la "K" sea algo pasajero, sino más bien que es algo muy estructural, porque la pandemia ha acelerado y amplificado una profunda transformación económica y social, y de esa transformación van a salir ganadores y perdedores exponenciales. El presidente de la Fed, Jerome Powell, lo dijo muy bien el pasado jueves en el Foro organizado por el BCE: "No vamos a volver a la misma economía".

Creemos que la "K" ha llegado para quedarse, aunque pueda moderarse un poco la divergencia que hemos visto estos meses a nivel bursátil entre las empresas consideradas ganadoras ('winners') y las perdedoras ('losers') y realmente no vemos una gran rotación desde los valores hasta ahora líderes hacia los valores identificados con la reapertura. Lo único que sucede es que las empresas tradicionales que saben reaccionar adecuadamente consiguen que los inversores se fijen en ellas e incluso rivalizan con las empresas hasta ahora dominantes. Es lo que ha pasado con Disney y Netflix, ya que Disney está sabiendo jugar bien sus cartas. Lo mismo cabe decir de las Bolsas europeas. Solo tomarán el relevo de las americanas aquellas compañías europeas que sepan adaptarse al mundo post Covid de forma inteligente. Y seguro que hay muchas empresas europeas que lo harán.

En definitiva, a nuestro juicio, tenemos que plantearnos el futuro de las Bolsas no en términos de relevo o rotación de sectores (tecnología-empresas tradicionales) o de regiones (Europa-EE.UU.) sino más bien en términos de las transformaciones de las empresas en el mundo post Covid de tipos de interés cero, de bajo crecimiento prolongado y de alta transformación disruptiva. Y ese es el ejercicio en el que ahora están las Bolsas, tratando de poner números al mundo post Covid, a veces, como sucedió el pasado lunes, de forma convulsa, porque las dinámicas del "momentum trading" entran en funcionamiento y dan lugar a movimientos muy bruscos, incluso más bruscos al alza que a la baja.

Es obvio que más temprano que tarde habrá vacunas, y es obvio que las cosas en algún momento volverán a la normalidad, porque no es sostenible un estado permanente de angustia y de restricciones a la movilidad como el que ahora vive el mundo. La cuestión por tanto no es si habrá o no vacuna, sino más bien cómo serán las cosas en esa normalidad recuperada, como será la economía, como la habrán transformado los efectos de la pandemia. Una pregunta sin respuesta por el momento, lo que hace que las Bolsas se muevan nerviosamente, al son de las noticias, entre el optimismo extremo y la desconfianza recurrente. Desde septiembre vemos, en muchos índices como el S&P, el Nasdaq o el Eurostoxx, una zona lateral, de subidas y bajadas que refleja esas dudas. Una zona que algunos gráficos están rompiendo al alza, pero de momento tímidamente, tras el fuerte tirón de estos últimos días.

Esta semana el plato fuerte serán los datos de consumo en EE.UU. Por un lado, se publican el martes las ventas minoristas americanas de octubre y por otro lado publican sus cifras del tercer trimestre las grandes cadenas minoristas como Walmart, Home Depot, Target o Macy's entre otras. Publica también sus ventas minoristas de octubre China, el lunes, y el mismo día se conocerá la producción industrial china de octubre y el PIB de Japón del tercer trimestre. Hay, además, numerosas intervenciones de miembros de la Fed y algunas de miembros del BCE.

El S&P rompió el viernes pasado en la última parte de la sesión el "techo" de los 3.550 puntos que hasta ahora había funcionado como resistencia, y cerró en máximos históricos de todos los tiempos, igual que lo hizo el índice Russell 2000 de compañías medianas.

Todo parece indicar que estamos a las puertas de un "rally" de fin de año, como el del año pasado, y en principio ese es el escenario a descontar, pero en un año tan lleno de sorpresas no hay que descartar otro tipo de escenarios, sobre todo teniendo en cuenta que el S&P en los niveles de cierre del viernes cotizaba a veintidós veces los beneficios del próximo año 2021, asumiendo además una generosa subida de dichos beneficios de más del veinte por ciento.

Unos números sin duda exigentes, aunque venga pronto la vacuna y aunque la economía se normalice.

Juan Carlos Ureta Domingo
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