La combinación de buenos datos en la economía norteamericana (ISM de servicios mejor de lo previsto el martes y empleo de febrero mejor de lo previsto el viernes) y de un apoyo continuado de los Bancos Centrales a la economía ha dado lugar a una semana muy alcista en la que se han sucedido unos cuantos récords en la principal Bolsa del mundo. El Dow Jones no solo ha roto sus máximos históricos de todos los tiempos, sino que lo ha hecho en tres sesiones consecutivas, con gran fuerza. Y lo ha hecho precisamente cuando se han cumplido, el pasado sábado 9 de marzo, cuatro años desde aquel 9 de marzo de 2009 en el que el S&P 500 llegó a caer hasta los 666 puntos.
Esta fortaleza de Wall Street se ha contagiado a las demás Bolsas, y así, el Eurostoxx ha subido un 4,6% en la semana, el Dax un 3,6%, el Ibex un 5,4%, el Dow Jones y el S&P un 2,2% y el Nikkei un 5,8%. Alguna Bolsa, como la de Shanghai, se ha quedado fuera del rally, al bajar un 1,7% en la semana, o el Kospi coreano, que ha bajado un 1% en la semana, pero son las excepciones que confirman la regla.
Lo que descuenta esta euforia de los mercados es una situación idílica, la "calma perfecta", en la que la economía empieza a crecer, pero los Bancos Centrales mantienen sus apoyos en lugar de retirar liquidez o subir los tipos de interés. Tanto Bernanke como la vicepresidenta de la FED, Janet Yellen, han reforzado esta semana la idea de que la lluvia de liquidez no va a terminar pronto, y, en Japón, el nuevo Gobernador del Bank of Japan, Kuroda, se ha apuntado a la moda del whatever it takes para afirmar que hará "lo que sea necesario" para terminar con la deflación en Japón. Para no ser menos, Draghi dijo el jueves pasado que la política acomodaticia del BCE estará ahí "as long as needed", tras haber reiterado el Banco de Inglaterra ese mismo jueves su compromiso con las políticas de expansión cuantitativa. Políticas que se espera que el futuro Gobernador a partir de junio, Mark Carney, intensifique aún más.
No hay que dar más vueltas al hecho de que los banqueros centrales están redoblando su "gran apuesta" y que esto es un combustible de alta potencia para los mercados. Esto es un hecho, y, funcione o no finalmente esa gran apuesta, luchar contra los Bancos Centrales, se ha demostrado siempre muy arriesgado. Puede suceder que al final se vea que las sucesivas QE no logren de verdad hacer una economía norteamericana estructuralmente más fuerte, o que el BCE no consiga evitar una serie de reestructuraciones de deuda en la periferia del euro, o no consiga evitar un fuerte deterioro de la situación en Francia, pero mientras eso, si es que llega a suceder, se haga patente, los operadores seguirán bailando al son de la música alcista de los Bancos Centrales.
Una de las pocas cosas que podría desvirtuar la estrategia de los banqueros centrales sería el mercado de los grandes bonos refugio, el bund y el T bond. Y, en este sentido, por poner una sola sombra a una semana tan perfecta, esa sombra hay que verla en el T bond americano, cuyo tipo de interés vuelve a estar por encima del 2%. La lectura puede ser que el dinero huye de los activos refugio y se va a activos de riesgo, y esa lectura estaría también avalada por el buen comportamiento de los bonos periféricos de menor calidad y por la evolución del precio del oro estas últimas semanas.
Pero podemos ver también otra lectura, que es la de una incipiente guerra de los inversores contra la FED, ya que el dinero más exigente simplemente estaría diciendo al Tesoro americano o alemán que deben pagar más por financiarse. Esto indicaría que, aunque los Bancos Centrales no quieran subir los tipos, los tipos acabarán subiendo. La bajada de tipos de los bonos periféricos, en particular los italianos y los españoles, refleja el hecho de que la enorme masa de liquidez inyectada por los Bancos Centrales necesita moverse hacia activos de mayor rendimiento, aunque sean de mayor riesgo, para seguir generando un diferencial atractivo, pero el dinero menos apalancado, que no necesita correr esos riesgos, quiere bonos de alta calidad, pero mejor remunerados. Es decir, no es que se "normalice" la situación subyacente de los periféricos, sino que se asume mayor riesgo por parte de los inversores más apalancados, mientras el dinero conservador exige mayores tipos en activos de primera calidad.
Sea como fuere, la fuerza del movimiento alcista nos puede hacer pensar en una ruptura en positivo del llamado "círculo virtuoso", es decir en un tramo más al alza que dispare en positivo las expectativas de los agentes económicos, lo que sería el sueño de los banqueros centrales al validar su estrategia. No hay que descartar tal ruptura, pero dados los precedentes de 2010, 2011 y 2011 es mejor dar un poco más de tiempo antes de sacar conclusiones definitivas.
Vamos a ver, entre otras cosas, como juegan dentro de este escenario de "calma perfecta" los desarrollos de Italia y Chipre.
Si seguimos el análisis técnico, hay que comprar de forma inmediata, ya que las Bolsas, tras las fuertes subidas acumuladas y tras haber roto o estar cerca de romper máximos históricos de todos los tiempos, están en subida libre. El S&P está a un paso de los 1.565 puntos, su máximo histórico, y conociendo la fascinación de los operadores por las cifras redondas, parece claro que esta semana se intentará romper ese récord.
A partir de aquí, una opción es sumarse a la tendencia y disfrutar de lo que quede de rally. Si preferimos la prudencia el precio a pagar es perdernos esa posible subida, que hoy casi todos dan por segura, pero la recompensa puede ser librarnos de sorpresas negativas. Es opción de cada cual tomar sus decisiones, pero en estos tiempos de euforia no viene mal recordar, aun con el peligro de ser mal entendido, que persisten en el sistema numerosos factores de riesgo.
Desde esta perspectiva, aprovecharíamos el posible tramo adicional alcista de los mercados para tomar coberturas sobre las posiciones de cartera por la vía de la compra de opciones "put" que ahora, tras las subidas, están baratas.