Justo al revés de lo que sucedía hace un año, las Bolsas están viviendo un final de ejercicio realmente espectacular, que ha llevado a los tres índices americanos a cerrar el pasado viernes en niveles récord, tras una nueva semana de alzas, esta vez del entorno del 1%. Para el Nasdaq es ya la sexta semana consecutiva de subidas, para el S&P la quinta y para el Dow Jones la tercera. Las Bolsas europeas han subido incluso más en esta ocasión, con alzas semanales del 2% o superiores para el Eurostoxx, el Dax, el Cac y el Mib, quedándose atrás una vez más nuestro Ibex, que solo ha avanzado un 0,7% a pesar del buen comportamiento de los Bancos.
Las Bolsas prolongan así unas subidas que, con una breve interrupción en mayo y otra aún más breve en agosto, se han mantenido desde el mes de enero, y cuyo detonante inicial fue el giro radical de la Fed el pasado mes de enero, abandonando de forma brusca la normalización monetaria y volviendo a las políticas de dinero barato y abundante. A partir de ese origen, el rally bursátil ha ido pasando por fases diversas, y, aunque había perdido algo de impulso en el tercer trimestre, a partir de octubre parece haber recuperado fuerzas, sobre todo en algunos índices como el Dax alemán, el S&P, el Nasdaq y el Nikkei, quedándose relativamente más rezagada la Bolsa china.
Hay varios aspectos que llaman la atención en las subidas de estas últimas semanas, como por ejemplo la ausencia casi completa de la más mínima corrección y la consiguiente caída de la volatilidad, que ha sido espectacular en octubre y en lo que va de noviembre, pero uno de los más curiosos es que las subidas de las Bolsas coincidan con un repunte muy fuerte de los tipos de interés de largo plazo en los bonos soberanos, tanto en EE.UU. como en Europa. Desde principios de septiembre el tipo del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) ha pasado de niveles del 1,5% al 1,945% a los que cerró el pasado viernes, y el tipo del Bund alemán ha pasado del -0,72% al -0,26% de cierre del pasado viernes.
Esto ha hecho que la llamada "prima temporal", es decir, el diferencial de tipos que perciben los tenedores de bonos de largo plazo frente a los tenedores de bonos de plazos más cortos, se haya expandido muchísimo tras haber tocado niveles mínimos en agosto. La pregunta es a qué obedece esa ampliación tan grande de la prima pagada por los bonos de más largo plazo, y las respuestas pueden ser varias.
Una primera respuesta es que los mercados creen que en términos de crecimiento económico lo peor ha pasado y que lejos de haber una recesión en los próximos años, lo que vamos a ver es una expansión del crecimiento económico global. Esta visión sería coherente con las previsiones del Fondo Monetario y de otros organismos internacionales que han rebajado la estimación de crecimiento para este año 2019, pero la suben para el 2020 y siguientes, sin explicar muy bien las razones. Asimismo esta interpretación explicaría por qué las Bolsas suben con euforia cada vez que hay noticias (o más bien tuits) diciendo que las negociaciones con China van bien, ya que lo que se piensa es que la desaceleración económica es solo y exclusivamente debida a la guerra de aranceles y que si estos se eliminan o reducen vendrá una nueva época de alto crecimiento económico global.
Una explicación menos positiva de la subida de los tipos largos sería pensar que se está empezando a producir eso que Ray Dalio llama el "big squeeze", es decir, una gran turbulencia en los mercados de bonos producida por la coincidencia de las crecientes necesidades de unos Tesoros que no paran de endeudarse un día sí y otro también, y de la salida masiva de los inversores de los bonos largos del Tesoro hacia otros activos, por entender que los recortes de tipos han ido demasiado lejos. Esta "gran compresión" de los bonos es, según Dalio, inevitable en algún momento, ya que los déficits públicos y los compromisos de los Gobiernos a futuro, los llamados "entitlements", no paran de crecer, particularmente en EE.UU. y en Europa, y, ante unas crecientes necesidades de los Gobiernos de apelar al ahorro, la represión financiera a base de bajar tipos tiene sus límites.
Finalmente una tercera explicación sería que tras la histórica bajada de los tipos largos que se vivió en agosto, el repunte actual no es sino un rebote técnico pasajero, y que los tipos volverán a bajar a los niveles de agosto. Sería algo parecido a lo que pasó en 2013-2014 y luego en 2017-2018, es decir, los tipos suben tras haber bajado mucho al pensarse que la economía va a repuntar, pero luego vuelven a bajar al comprobarse que la economía no despega.
Seguramente la primera lectura es la adecuada, y los inversores piensan que vienen mejores tiempos para la economía y que los temores de recesión del pasado año eran muy exagerados. Si esto es así, lo que podemos esperar es que de momento las Bolsas sigan subiendo, impulsadas por la idea de que si se firma el acuerdo comercial, y sin duda se firmará, aunque sea en una versión "fake", el dinamismo volverá a la economía global. En ese caso el único posible obstáculo para las Bolsas estarán en que los tipos de interés repunten más de lo esperado y vuelvan a situarse por encima del 3% en el bono americano o por encima del 0,5% en el caso del bund alemán, unos niveles que hoy son impensables, pero que son los que había hace no tantos meses.
En todo caso, en nuestra opinión es importante seguir la evolución de los tipos largos del T bond y del Bund, una evolución que probablemente esté pasando muy desapercibida en unas Bolsas que ante la inundación de dinero barato y ante la ausencia de alternativas, están cada vez más dispuestas a no dejarse inquietar por nada y a celebrar al mismo tiempo una noticia y la contraria. Un ejemplo lo tuvimos el jueves y el viernes cuando el S&P subió tanto tras decir el Gobierno chino que se iban a retirar parte de los aranceles impuestos a China como cuando Trump lo denegó.
Como decíamos la semana pasada, a pocas semanas de finalizar el ejercicio las Bolsas parecen dispuestas a protagonizar un rally de Navidad que las llevaría a cerrar el mejor año de la última década y el catalizador esencial es el acuerdo con China. Estamos de nuevo en ese tipo de situaciones, como las ya vividas con motivo de las dos guerras de Irak, o de las negociaciones sobre el "techo de gasto" en EE.UU. de los últimos años, por citar solo dos ejemplos, en las que la información es escasa y muy poco fiable, pero mueve a los inversores, que se acogen a una narrativa simple y la siguen al pie de la letra. En este caso la narrativa es que el acuerdo es bueno para las Bolsas, sin prestar demasiada atención a que sea lo que se acuerde. Da igual que sea un acuerdo bueno, malo o regular, da igual que solucione los problemas o no.
Esta semana hay dos intervenciones importantes, la de Trump el martes en el Economic Club de Nueva York, y la comparecencia semianual de Powell en el Congreso el miércoles. Hay además datos importantes en EE.UU. como la inflación de octubre que se publica el miércoles y las ventas minoristas y producción industrial también de octubre que se publican el viernes. En Alemania se publica el jueves el PIB del tercer trimestre, que nos dirá si la primera economía europea ha entrado o no en recesión, aunque parece que no.
En cuanto a resultados empresariales hay algunos relevantes como los de Cisco o Nvidia, en el sector tecnológico, y los de Walmart y JC Penny en el sector de distribución minorista. Esperemos que sean mejor recibidos que los de Uber, que se hundió en Bolsa la pasada semana tras superar las estimaciones de los analistas, pero anunciando una vez más gruesas pérdidas. Se reúnen además cuatro Bancos Centrales, los de Nueva Zelanda, México, Filipinas y Egipto y se espera que todos ellos, menos, con dudas, el de Filipinas, recorten los tipos.
Con unos inversores que actúan bajo el pánico a perderse la subida (en inglés lo llaman síndrome FOMO "fear of missing out), no se ve nada que pueda frenar a las Bolsas en su camino hacia el rally de fin de año, aunque ciertamente motivos para la inquietud no faltan, sino todo lo contrario. Uno de ellos es, sin duda, la subida de los tipos de largo plazo de las últimas semanas.
Juan Carlos Ureta Domingo
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