Tal y como hemos venido anticipando en los últimos comentarios, y de forma aún más clara en el de la semana pasada, el S&P ha conseguido finalmente superar su máximo histórico de todos los tiempos, tanto el de cierre como el intradiario. Ambos récords, que venían de las primeras sesiones de enero de 2022, fueron superados el pasado viernes, en una sesión histórica liderada por las tecnológicas, en la que el Nasdaq subió un 1,7% y el S&P el 1,23%.
Se ha hecho buena así nuestra predicción de que Wall Street no suele quedarse tranquilo hasta que consigue este tipo de hitos, y en esta ocasión el detonante fue la presentación de resultados del mayor fabricante mundial de semiconductores, TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). TSMC publicó unas cifras con una clara aceleración de las ventas en el cuarto trimestre (un 14,4% más que en el tercer trimestre) y, sobre todo, su Consejero Delegado C.C. Wei dio estimaciones muy positivas para el 2024 al prever una fuerte demanda de chips por los fabricantes de móviles y ordenadores, pero sobre todo por las compañías vinculadas a la inteligencia artificial generativa.
TSMC cuenta entre sus principales clientes con empresas como Apple o Nvidia, y por tanto sus previsiones son vistas como un claro indicador adelantado del sector tecnológico en general. Eso explica que al final el Nasdaq haya sido el mejor índice en la semana, con una subida del 2,26% seguido del S&P (+1,17% en la semana) y del Dow (+0,7%). El Nikkei ha seguido subiendo, pero sólo el 1% en la semana, aunque acumula ya una subida del 7,5% desde el uno de enero. En el lado negativo, las Bolsas europeas han bajado en la semana, el Eurostoxx un 0,7%, el Dax un 0,9% y nuestro Ibex un 2,3%, arrastrado por valores como Solaria, Grifols y Acciona. En EE. UU. el Russell 2000 de compañías de mediana y pequeña capitalización ha bajado un 0,34% en la semana.
Este comportamiento de las tecnológicas ha sido acompañado por una sorprendente pasividad de las Bolsas ante los avisos dados en Davos y en otros foros por varios banqueros centrales, que han insistido en que los mercados podrían estar descontando un calendario y un número de bajadas de tipos demasiado optimista. Christine Lagarde dijo en Davos que no habrá bajadas de tipos antes del verano y el miembro del BCE Robert Holzman dijo en el mismo foro de Davos que podría incluso no haber ninguna bajada de tipos este año. Manifestaciones que se suman a las que citábamos la semana pasada de Loretta Mester y otros miembros de la Fed.
Davos, además, ha mostrado claramente el estado de confusión en el que se encuentran las élites globales y los “policy makers” en este mundo poscovid. Más allá de la preocupación por una serie de tópicos importantes, pero no muy novedosos (cambio climático, tensiones geopolíticas, desigualdad…), lo que refleja Davos es que hay consciencia de que estamos en una nueva etapa, pero no se sabe en qué consiste esa nueva etapa, ni a dónde nos conduce, ni cual será el nuevo equilibrio. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, plasmó muy bien esa confusión cuando dijo en Davos que “empezamos a ver una normalización, pero hacia algo que no será la normalidad, y pasaremos de la normalización hacia la no normalidad”. Unas palabras enigmáticas, que más que clarividencia o conocimiento superior, lo que denotan es desconcierto, dibujando el viaje hacia eso que se llama la “nueva normalidad” como un viaje a lo desconocido.
Tal vez esos avisos son los que han provocado que el despegue de las tecnológicas no se haya visto acompañado por una euforia similar en el resto del mercado y que, por ejemplo, los otros valores que han presentado resultados esta semana no han corrido igual suerte que TSMC. Goldman Sachs, que presentó malas cifras el martes pasado, pero que ofreció un plan muy creíble para mejorar, incluyendo la salida de su incursión en el negocio bancario minorista, ha logrado subir en la semana, pero sólo un +1,18%. Pero otro de los grandes de Wall Street, Morgan Stanley ha corrido peor suerte, ya que tras presentar sus resultados también el pasado martes ha caído un 0,86% en la semana.
Esta próxima semana se publica, el viernes, el indicador de inflación preferido por la Fed, el llamado deflactor de PCE en Estados Unidos, y otros datos, como el PMI compuesto adelantado de enero en Estados Unidos. Hay reuniones del BCE, Banco de Japón y Banco de Canadá, pero sin que se esperen especiales novedades en ninguno de los tres casos.
En cuanto a resultados empresariales, publican cerca de setenta compañías del S&P 500, entre ellas, tecnológicas como Netflix y Tesla, y también compañías globales interesantes como LVMH, Nokia, Johnson & Johnson, P&G, 3M, Visa, Blackstone y AT&T, entre otras.
Una vez conseguido el récord del S&P, esperaríamos cierta inercia alcista esta semana, si los resultados o el deflactor del PCE no dan sorpresas negativas, que no parece las vayan a dar.
Quedaría, por tanto, para febrero la posible corrección, que puede tener muchos detonantes pero, sobre todo, como decíamos la semana pasada, el excesivo optimismo de los mercados, que puede estar malinterpretando lo que vayan a hacer la Fed y los Bancos Centrales.
Juan Carlos Ureta Domingo
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