Si la semana anterior, a caballo entre 2014 y 2015, el impulso de las correcciones de las Bolsas había venido de EE.UU., lo cual no dejaba de ser sorprendente, dada la señal de alarma encendida en Grecia, esta segunda semana del año claramente las caídas han tenido su origen en las malas noticias de la zona euro.
La comprensión (por fin) de que la situación griega puede causar dolores de cabeza que van más allá de la misma Grecia, al poner de manifiesto problemas comunes a otras economías periféricas más grandes, unida a la publicación el pasado jueves de un IPC negativo para la zona euro que acerca la posibilidad de deflación, y a la ampliación de capital por sorpresa anunciada el mismo jueves por Banco de Santander, han dado como resultado final caídas en la semana del 3% para el Eurostoxx, del 6% para nuestro Ibex y del 5% para el Mib italiano. Solo el Dax alemán y el Cac francés se han librado parcialmente del desplome, con caídas algo más suaves, del 1,2% y del 1,7% respectivamente. Las Bolsas americanas han tenido mejor comportamiento, con caídas que no llegan al 1% ni en el Dow, ni en el S&P ni en el Nasdaq, mientras el Nikkei caía un 1,4% en la semana y las Bolsas emergentes estaban básicamente tranquilas, con una subida semanal del MSCI Emerging Markets en dólares del 0,8%.
Así ha terminado una semana en la que, de repente, han reaparecido todos los viejos fantasmas que parecían haber salido del radar de los inversores. El primer fantasma es el de la posible ruptura del euro. El lunes pasado unas presuntas declaraciones de un portavoz del Gobierno alemán parecían afirmar que Grecia podía salir del euro si no cumplía sus compromisos, reviviendo así los tiempos anteriores al famoso "whatever it takes" de Draghi de julio de 2012. Es cierto que a lo largo de la semana varias manifestaciones de Bruselas y del Gobierno alemán han asegurado que Grecia no saldrá del euro, pero, dos años y medio después de aquella famosa frase, la realidad es que los mecanismos de cimentación del euro pasan solo y exclusivamente por el BCE, cuya compra de bonos soberanos (QE) que previsiblemente se anunciará el próximo 22 de enero, se espera como agua de mayo, precisamente porque, hoy por hoy, no hay otras herramientas, más allá de la acción del BCE, para asegurar la no ruptura.
Lo anterior pone de manifiesto como la solución que se dio a los problemas del euro en verano de 2012 fue una solución en falso, y como la importancia de lo que suceda en Grecia deriva de que puede ser una muestra de que sigue sin haber un diseño institucional sólido del euro como moneda. Con todas las consecuencias que ello lleva consigo, que son enormes.
Otro fantasma es el fantasma de la deflación, que, aunque afecta de forma particular a la zona euro, tiene una escala más global, tocando a Japón, a los emergentes y, con una intensidad mucho menor, a EE.UU. Esta pasada semana la zona euro ha entrado en inflación negativa, concretamente un menos 0,2% en diciembre, lo que significa otro paso más hacia la temida deflación de la zona, que implicaría a la vez una tercera recesión. Además, el informe de empleo americano de diciembre, publicado el pasado viernes, aunque fue muy bueno en términos de creación de puestos de trabajo, deja claro que la retribución salarial va a la baja y que cada vez hay menos porcentaje de población activa buscando trabajo. Es a lo que se refiere Janet Yellen cuando dice que el mercado de trabajo todavía emite mensajes de debilidad económica, pese a crearse empleo. Algo muy similar a lo que vemos en la zona euro.
La evolución a la baja del precio del crudo también es un indicador de atonía económica, con los futuros del crudo ligero (WTI) ya por debajo claramente de los 50 dólares y los del Brent solo un poco por encima de ese nivel tras haber también estado por debajo de los 50 dólares en algún momento de la semana pasada. Al margen de teorías conspiratorias o de explicaciones geopolíticas, lo cierto es que la debilidad general de las materias primas es una señal de que no hay expectativas de crecimiento económico global fuerte. El fantasma del no crecimiento, o del crecimiento débil durante un periodo largo de tiempo, es otro de los fantasmas reaparecidos, un fantasma que podríamos asociar al de la divergencia global, del que tanto se habla al empezar el 2015.
A esta lista hay que añadir el fantasma de un sector bancario que sigue necesitando reforzar sus balances elevando su capital y desapalancando aún más. La ampliación de capital del Santander, que se ha llevado a cabo, para mayor seguridad, por la vía de una colocación acelerada y sin dar derecho preferente a los antiguos socios, muestra como una de las entidades que tradicionalmente se ha adelantado (recordemos la ampliación de capital del mismo Santander en noviembre de 2008) adopta una decisión muy dura para sus accionistas y muy costosa en términos de valor bursátil, lo que hace pensar que otras seguirán el camino.
Quedaría un último fantasma, al que también nos hemos referido en nuestros comentarios anteriores, el fantasma de la ampliación de las primas de riesgo. Hemos empezado a ver, estos días, una mayor diferencia entre los tipos de los bonos alemanes y los de los periféricos. Hemos visto como el bono alemán a cinco años tiene ya tipo de interés negativo, mientras el tipo de interés del bund está por debajo de 0,5%. Mientras tanto, estos días los tipos de los bonos italiano, español y francés han repuntado ligeramente, pasando la prima de riesgo española de niveles de 110 a niveles de 123 a los que cerró el pasado viernes.
No es de extrañar que el cóctel anterior haya dado lugar a una extrema volatilidad en las Bolsas, tras una etapa de Bolsas adormecidas bajo los efectos de la potente medicina suministrada por los banqueros centrales. Esta semana hemos visto oscilaciones intradiarias muy amplias en las Bolsas europeas y hemos visto también como, tras las fuertes bajadas de la sesión del martes (Milán bajó un 4,9%, el Ibex el 3,5%, el Cac un 3,3%, el Dax el 3%, el Eurostoxx un 3,7%, el S&P el Dow y el Nasdaq el 1,8%) dos días más tarde, el jueves, subían con fuerza todas las plazas. El motivo fueron una serie de declaraciones, primero de Draghi insinuando que la compra de bonos alcanzará el billón (trillion) de euros, y luego de varios consejeros de la Fed insistiendo, tras la publicación el miércoles por la tarde de las actas de la Fed, en que no se subirán los tipos de interés por lo menos hasta abril, provocaron grandes alzas de las Bolsas. El Dax alemán subió un 3% en la sesión, y el S&P y el Dow un 2%, volviendo a recuperar el S&P los 1.250 puntos y llegando el Dow casi a 18.000 de nuevo. El efecto de los Bancos Centrales se agotó, sin embargo, el viernes, en una sesión que fue de más a menos.
A estas alturas caben ya pocas dudas de que va a haber compra de bonos soberanos por el BCE (QE), que se va a justificar en el mandato del BCE de mantener la inflación cerca del 2%. Queda la duda de la escala de esas compras (se intentará que sea de un billón -trillion- de euros) y queda la duda de si se comprarán solo bonos alemanes o también bonos periféricos. Ahora bien, la duda mayor es si esa compra de bonos soberanos va a ser eficaz. Desde luego si se inyecta más y más dinero al final se evitará la deflación en la zona, pero es menos claro que se consiga crecimiento económico por esa vía.
Tras un inicio de año con tono muy negativo, entramos en la temporada de publicación de resultados empresariales, con las cuentas de Alcoa a las que seguirán los de Wells Fargo, JP Morgan, Bank of America, Intel, Citigroup, Morgan Stanley y Goldman Sachs. Esto, unido a algunos importantes datos macroeconómicos (IPC americano y japonés de diciembre, balanza comercial china, Libro Beige, índice de la Fed de Filadelfia, confianza del consumidor americano de Michigan,...).
Todo ello nos servirá para ver en qué medida algunos de los fantasmas que han reaparecido la semana pasada son de verdad o no, lo cual tiene especial importancia en la zona euro, ante la prueba de fuego de lo que suceda en Grecia dentro de dos semanas.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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