Los dos factores que parecen estar detrás de la remontada espectacular de las Bolsas de esta semana, por un lado el rebalanceo de posiciones por parte de los gestores de Fondos, que, tras un semestre de fuertes descensos de la renta variable, deben subir el peso de las acciones en sus carteras para compensar esas caídas de valor y mantener los porcentajes de acciones en las carteras, y por otro lado la esperanza, generada por la comparecencia de Jerome Powell ante el Congreso americano, de que al final la Fed sea capaz de lograr un aterrizaje suave ('soft landing') evitando la temida recesión.
A esos dos factores se han unido algunos otros, como la tranquilidad en el precio del petróleo, que ha bajado por segunda semana consecutiva, o el buen comportamiento de algunas tecnológicas como Tesla, que subió el martes casi un 10% tras anunciar un ajuste de su plantilla. Precisamente ha sido el Nasdaq el mejor índice de la semana, con un alza en las cinco sesiones del 7,5% mientras que el S&P ha subido un 6,5%, el Dow Jones el 5,4% y el Eurostoxx el 2,7%. Son subidas especialmente notables en los índices norteamericanos que se producen tras la peor semana de esos índices desde marzo de 2020 y tras una racha de tres semanas consecutivas a la baja. Las subidas en Asia y emergentes han sido menores, 2% el Nikkei, 1% el S&P y 0,65% el MSCI de Bolsas emergentes en dólares.
A nivel macro, los PMIs preliminares publicados esta semana en Europa han sido bastante buenos y los americanos menos buenos, pero en general han ayudado a esa sensación de alivio que aleja un poco, al menos mentalmente, las preocupaciones sobre la recesión y que vuelve a animar a los inversores a tomar riesgos. Incluso el bitcoin, que el sábado 18 de junio llegó a cotizar a 17.605 dólares, amenazando con un desplome en toda regla, recuperó ya el mismo lunes pasado los 20.000 dólares y parece asentarse por encima de ese nivel, lo cual indica, por el momento, una menor aversión al riesgo.
Como decíamos, aparte del rebalanceo de fin de semestre, lo que realmente parece haber tranquilizado a los inversores son las palabras de Powell en su comparecencia semianual ante el Congreso americano. Powell manejó ese calculado lenguaje ambiguo propio de los banqueros centrales, pero dejó un mensaje muy claro, el de que la economía norteamericana es muy fuerte y está bien posicionada para soportar una política monetaria más estricta. Con ese telón de fondo, advirtió de posibles "nuevas sorpresas" en la inflación, y aseguró que la Fed seguirá subiendo los tipos "hasta que la inflación dé muestras de desaceleración".
Wall Street leyó en positivo el mensaje de Powell, tal vez porque se mostró muy pragmático al asegurar que las decisiones se irán tomando en cada reunión y al decir que la Fed "no está intentando provocar una recesión y no cree que eso sea necesario, pero controlar la inflación es absolutamente esencial". Si bien se curó en salud al decir que la recesión es posible por más que la Fed tenga como objetivo el "soft landing".
Al final Powell prevé que la inflación este año quede en el 5,2% y los tipos entre el 3% y el 4% (es decir, tipos reales negativos) y estima que el crecimiento de EE.UU. sea del 2,7% para este año (rebaja sobre la estimación anterior del 2,8%) y el mismo 2,7% para el 2023, con recuperación del 2,9% para el 2024. La idea de la Fed por tanto es que ni la subida de tipos ni la retirada de liquidez van a influir lo más mínimo en el crecimiento económico. Los mercados de bonos, con su aplanamiento y en algunos momentos inversión de la curva, parecen no tenerlo tan claro.
Las Bolsas, como decíamos, han hecho una primera lectura muy positiva del discurso de Powell, pero están por ver las segundas y terceras lecturas. Hay que recordar que tras la última reunión de la Fed del pasado día 15 de junio, la primera lectura de las Bolsas americanas, el propio miércoles 15 por la tarde tras el comunicado, fue muy positiva, pero tanto el jueves como el viernes los mercados hicieron una segunda lectura menos amable, y cayeron con enorme fuerza. Lo mismo podría pasar ahora, ya que hay indicadores que anticipan contracción económica, como la caída del precio del petróleo o el hecho de que el mineral de hierro tocase el martes pasado su mínimo de los últimos seis meses tras conocerse que las acerías de China recortan la producción (recordemos que el sector inmobiliario representa hasta el 40% de la demanda de acero de China).
Entramos en la semana final del mes y del semestre y hay pocos datos económicos, salvo los gastos de consumo personal (PCE personal consumer expenditures) y su deflactor (PCE deflactor), un indicador de inflación al que la Fed presta mucha atención. Tampoco hay datos empresariales, a la espera de que empiecen a publicarse los resultados empresariales del segundo trimestre a mediados de julio.
La atención volverá a estar centrada en los Bancos Centrales, en concreto en la conferencia que organiza anualmente el BCE en Sintra, Portugal, que tendrá lugar del 27 al 29 junio y en la que intervendrán tanto Christine Lagarde como Jerome Powell. En esas comparecencias Christine Lagarde debería precisar más la nueva herramienta antifragmentación y tanto ella como Powell podrían dar pistas más concretas de lo que van a hacer el BCE y la Fed en sus respectivas reuniones del 21 y 26 de julio, en la que se prevén subidas de tipos del 0,25% en el BCE y del 0,75% en la Fed.
A pesar del fuerte repunte de estos últimos días, importantes inversores y economistas siguen apostando por nuevas caídas. El ex Secretario del Tesoro americano Larry Summers ve "inevitable" la recesión, el mayor gestor de fondos de cobertura del mundo, Ray Dalio ha redoblado su apuesta en contra de las Bolsas europeas en medio de mensajes muy catastrofistas, y Black Rock ha seguido insistiendo en que los beneficios empresariales serán más bajos de los estimados por los "devastadores efectos" de las subidas de tipos y sus "serios riesgos para el crecimiento".
Pero, sin perjuicio de esas opiniones, a corto plazo, y en lo que esta semana se refiere, lo que cabe esperar con el fin de semestre por medio y con las compras forzadas por el rebalanceo de las carteras, es una relativa calma en las Bolsas.
Juan Carlos Ureta Domingo
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