Tal y como era previsible, la tercera semana de mayo ha estado totalmente dominada por las declaraciones de los grandes banqueros centrales. Pero esta vez, pese a lo que podría deducirse de una primera lectura superficial, el verdadero protagonista no ha sido Ben Bernanke, sino más bien su homólogo japonés, Haruhiko Kuroda, el banquero que el pasado 4 de abril anunció una nueva era de lo que él mismo denominó expansión monetaria "cualitativa" (qualitative monetary easing) prometiendo doblar la base monetaria de la economía japonesa en dos años.
Si quisiéramos hacer una lectura rápida y sencilla, pero seguramente acertada, de lo sucedido esta semana en los mercados financieros, esa lectura nos dice que los inversores han mostrado sus primeras dudas respecto a la bondad y la eficacia de las radicales medidas de Kuroda. Pero dada la relevancia de los movimientos que hemos visto esta semana es bueno detenerse un poco más en su análisis.
Empezando por Bernanke, su declaración del miércoles pasado ante la comisión conjunta del Congreso y el Senado se limitó a repetir su ya muy conocida convicción según la cual vale más pecar por exceso que por defecto en lo que a estímulos monetarios se refiere, y por tanto es mejor prolongar los estímulos de la FED incluso más allá de lo que sea necesario. Como siempre Bernanke basó esta idea en la fragilidad de la economía norteamericana y en el efecto contractivo de los previsibles recortes del gasto público, efecto que debe compensarse con más inyecciones monetarias.
Es cierto que también dijo que las compras de activos por la FED podrían atenuarse en alguna de las próximas reuniones si la economía y el empleo mejoran, pero la realidad es que las palabras de Bernanke animaron a las Bolsas, y solo transcurridas varias horas desde su comparecencia, cuando se publicaron las actas de la última reunión de la FED, en las que se constata que hay varios consejeros de la FED que desean terminar ya con las compras de activos, las Bolsas se enfriaron un poco y recortaron ligeramente.
Las declaraciones de Bernanke y las actas de la FED no arrojaron nada demasiado nuevo ni tuvieron un impacto significativo en las Bolsas. Fue por la noche, en la sesión asiática del jueves, cuando se produjo el recorte del 7,3% del Nikkei, a la vez que el tipo del bono del Tesoro japonés a diez años subía al 1%, tipo no visto desde abril de 2012, y a la vez que el yen subía respecto al dólar. Movimientos todos ellos que suponen una seria grieta en la política propuesta por el primer ministro Shinzo Abe y por Kuroda, el gobernador del Banco de Japón.
Podríamos pensar que la caída del Nikkei y del Topix del jueves por la noche se debió al mal dato chino de producción industrial, que evidencia una vez más la desaceleración del crecimiento en China. Pero, aunque esto fuese así, es obvio que esa caída, acompañada de la subida del tipo de interés de los bonos del Tesoro japonés y de la subida del yen frente al dólar, fue todo un misil en la línea de flotación de la política de Haruhiko Kuroda. Y precisamente lo más interesante fue la respuesta de Kuroda a ese pequeño pero inquietante misil.
Hay que decir que Kuroda y el Banco de Japón están muy interesados en hacer una política de comunicación muy proactiva, para convencer a todo el mundo de que esta vez su política, que como dijimos hace un mes tiene algo de movimiento a la desesperada, va a funcionar. Cada vez que los mercados flojean Kuroda sale al paso con sus declaraciones. Así lo ha hecho ya en varias ocasiones desde el pasado 4 de abril, pero la noche del jueves redobló sus esfuerzos al decir que era normal que los tipos de los bonos del Tesoro japonés subieran ya que éste era uno de los objetivos de sus medidas del 4 de abril. El efecto de esas palabras fue justo el contrario al deseado, ya que los operadores consideraron que el Banco de Japón, que inicialmente había dicho que sus medidas del 4 de abril iban a hacer bajar los tipos de interés de los bonos, no tenía las ideas muy claras.
En la noche del viernes, cuando el Nikkei volvía a caer con fuerza, Kuroda volvió a salir al escenario para reafirmar que sus políticas van a funcionar, y que no tiene dudas de ello pese a la volatilidad de los mercados. El Nikkei paró su caída y terminó la sesión con ligeras alzas, lo que permitió a las restantes Bolsas acabar la semana en calma, pero sin duda los inversores ya no lo tienen tan claro.
Las medidas de Kuroda del pasado 4 de abril son la última y radicalizada expresión del giro dado por los Bancos Centrales a partir del verano de 2012. Un giro que suscita dudas entre algunos economistas de prestigio. La impresión es que los Bancos Centrales, que en 2008 y 2009 hicieron lo correcto al evitar una espiral deflacionista al estilo de los años treinta, pueden estar equivocándose ahora al tratar de acelerar una vuelta rápida al crecimiento, siendo así que el curso natural de la economía y de la salida de esta crisis de deuda y de balance debe ser un periodo prolongado de crecimiento débil. Los Bancos Centrales están forzando las cosas y tal vez su medicina se esté transformando en una droga que ya no tiene efecto pero que además fomenta de nuevo, como ya pasó entre 2005 y 2007, un patrón de crecimiento apalancado, incentivando por tanto la deuda y volviendo a los viejos errores que provocaron la crisis.
En suma, el precio por intentar volver de forma rápida e intensa al crecimiento puede ser precisamente generar otra gran crisis que vuelva a retrasar el crecimiento, incluso a provocar recesión forzada a lo de antes, con el riesgo de caer en un escenario similar de burbuja que estallará finalmente. Uno de los problemas de estas políticas de los Bancos Centrales es que no tienen en cuenta la reacción del sector privado de la economía, o la tienen en cuenta desde una visión equivocada de cómo funcionan las cosas en la realidad.
Todo esto es lo que pone encima de la mesa el súbito desplome del Nikkei la noche del pasado jueves. Vamos a ver a corto plazo si ese recorte del 7,3% ha sido solo una toma de beneficios tras la subida de más del 70% del Nikkei en los últimos seis meses o si estamos ante el inicio de una corrección más profunda, que sería una enmienda a la totalidad a las políticas de Kuroda y de Bernanke.
De momento, y aunque el tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) ha terminado la semana por encima del 2%, lo que muestra que los inversores americanos empiezan a dudar de las políticas de Bernanke, lo cierto es que el S&P 500 finalizó la semana en un nivel bastante alto, con el futuro por encima de 1.650 puntos, y las Bolsas europeas en general han resistido bien, aunque con cierta flexión a la baja. El Dax alemán, el Cac francés solo retrocedieron un 1,1% aunque el Mib italiano cayó el 4% y nuestro Ibex 35 el 3,7%.
Lo normal es que el verdadero análisis sobre la bondad o no de estas políticas agresivas de los Bancos Centrales se posponga para más adelante, ya que de momento el argumento de que hay que esperar a ver sus efectos e inyectar, si fuese necesario, más dinero, es muy potente y sobre todo muy agradable. Pero no cabe duda de que lo sucedido esta semana representa un severo toque de atención.
En lo que a España se refiere, la sensibilidad de nuestra economía a este debate es máxima, como hemos tenido ocasión de comprobar estos días. La deuda española ha tenido la peor semana del año, con la prima de riesgo volviendo a los 300 puntos y con los tipos de interés a diez años de nuevo en el 4,4%. La pregunta, igual que en el caso de Japón, es si estamos en el anticipo de tormentas mayores o si más bien se trata de una crisis pasajera. La respuesta esta vez no está solo en nosotros sino en lo que suceda con el experimento monetario tan novedoso que están llevando a cabo los Bancos Centrales, del cual Japón es la expresión más atrevida y radical.