Opinión

Preguntas abiertas

La semana pasada nos preguntábamos si los inversores iban o no a seguir ejecutando fielmente, como hasta ahora, el guión diseñado por los Bancos Centrales. Un guión en el que no encaja que los precios de los activos financieros, Bolsa y bonos, tengan correcciones significativas a la baja, ya que ello estropearía una de las bases esenciales del modelo, que es la creación de un "efecto riqueza" al subir el precio de los activos. De esa subida de precios deriva a su vez un "estado de ánimo positivo" (mindset) en los agentes económicos, como palanca que conduce, en una segunda fase, al deseado crecimiento económico.

Esa pregunta (¿se apartan los inversores del modelo de los BC?) ha quedado abierta tras una semana en la que las Bolsas europeas han tenido rebotes algo superiores al 1% en general, destacando al alza la Bolsa griega que ha subido un 4,3%, y en la que el S&P y el Nikkei han subido respectivamente un 1,7% y un 1,9%, habiendo sido la tecnológica Nasdaq la estrella, con su subida semanal del 3,2%, que le permitió cerrar el pasado viernes en su máximo histórico de todos los tiempos (all time high) holgadamente por encima de los 5.000 puntos.

Al empezar la semana había dos grandes temores. El primero era la Bolsa china, en sus tres versiones de Shanghai, Hong Kong y Shenzhen, ya que se temía un desplome ante la caída de un 6% del contrato de futuros "China A50" en la Bolsa de Nueva York tras anunciarse un endurecimiento de las compras a crédito en Bolsa por la Comisión de Valores china. Al final no ha pasado nada, y tanto el Shanghai Composite como el Hang Seng han experimentado subidas semanales del 2,5% y del 1,5% respectivamente, en parte por la decisión del People's Bank of China de recortar nada más y nada menos que cien puntos básicos, un punto porcentual entero, el coeficiente de reserva de los Bancos. Para hacernos una idea de la magnitud de este recorte, hay que recordar que es el mayor que ha hecho el PBoC desde noviembre de 2008, en plena crisis post Lehman.

Tampoco ha generado tensión el segundo temor, la situación griega, a pesar de que ha empeorado tras la cumbre del pasado viernes en la que no hubo acercamiento de posiciones. La realidad es que las Bolsas de la zona euro siguen muy ajenas a los peligros de posible "default/salida del euro" de Grecia. La tesis de un posible default "controlado", que en el fondo es una forma de denominar al tercer rescate acompañado de una nueva reestructuración de la deuda griega, parece que es la que se impone en una zona euro que no ha tenido fortaleza política para resolver en los años pasados los problemas estructurales de diseño del euro y que no parece vaya a tener ahora valentía política para hacer la prueba de ver qué pasa si Grecia hace "default" y/o sale del euro.

Despejados estos dos temas, bajo la fórmula ya habitual de la "patada hacia delante", y con unos datos económicos y unos resultados empresariales más o menos en línea con lo esperado, la respuesta de las Bolsas esta semana ha sido, como decíamos al inicio, ligeramente positiva tras las pérdidas de la semana anterior.
Por tanto, sigue ahí la pregunta de si la provisión abundante de liquidez es lo único que importa a los inversores. Pero siguen también abiertas otras preguntas.

A nivel económico, la principal incógnita es si realmente va a venir o no el crecimiento global. La respuesta oficial es, siempre, que sí va a llegar. Pero la realidad por ahora no es tan complaciente. Año tras año vemos como en EE.UU. las previsiones de la Fed para la economía norteamericana pecan de optimistas, ya que frente a la estimación permanente de que EE.UU. va a crecer más del 3%, lo cierto es que en los últimos años el crecimiento medio americano ha estado más bien cercano al 2%. En Japón hemos visto la semana pasada un mal índice de manufacturas "flash Markit" de abril, que cayó de 50,3 en marzo a 49,7 y los últimos datos de exportaciones no han sido buenos. China parece obvio que se desacelera y algunos otros emergentes, como Latinoamérica, también. Solo queda como esperanza la zona euro, que es verdad que está repuntando, a pesar del pequeño pinchazo de abril, pero cuyo crecimiento en solitario no es posible, si se caen otras economías a las que exporta muy bien gracias al euro barato.

Eso es lo que parecen seguir descontando los bonos con sus ultra bajos tipos de interés. El pasado viernes el T bond del Tesoro americano a diez años cerró a un tipo del 1,91%, lo que no parece estar descontando ni que la economía americana coja vigor ni que la Fed suba los tipos en junio.

En este escenario, la única opción posible es invertir en empresas, vía bonos corporativos o vía acciones, y lo primero que hay que saber es que la selección de valores es clave. Hemos visto la semana pasada como empresas que están presentando buenos números como Microsoft, suben (en concreto Microsoft subió un 15% en la semana) mientras empresas que dan malas cifras, como fue el caso el pasado viernes de Procter & Gamble ven caer su cotización (P&G cayó casi un 2% la semana pasada y acumula un 11% de caída en lo que va de año).

Más allá de una estricta selección de valores, si miramos los niveles técnicos de las Bolsas, la gran pregunta es si hay que seguir en Bolsa con las cotizaciones tan altas, tras subidas fortísimas en los últimos años, y con una serie de riesgos acechando, tales como la inestabilidad en Oriente Medio, la situación de Grecia, los procesos electorales pendientes en varios países como Inglaterra o España, la desaceleración china o la anunciada aunque siempre pospuesta subida de tipos por la Fed. Podemos decir que esta es otra de las preguntas abiertas y que las respuestas son "binarias".

Hay quienes piensan que estamos en los inicios de un ciclo híper alcista para las Bolsas (se ha llegado a decir que el S&P doblará en los próximos años alcanzando los 4.000 puntos en este ciclo) y hay quienes por el contrario creen que hay que vender todo porque estamos en una burbuja de bonos cuyo pinchazo afectará a las Bolsas. Las Bolsas americanas llevan ya meses formando un "techo", una banda alrededor de los 18.000 puntos en el Dow y alrededor de los 2.100 puntos en el S&P. El Nasdaq parece querer romper al alza esa zona de congestión, con sus máximos históricos, y ya veremos si lo consigue.

La semana que viene entramos en mayo y un dicho bursátil muy popular dice que hay que vender en mayo y comprar después del verano (sell in May and go away). El dicho no tiene mayor importancia, aunque la estadística demuestra que quien haya practicado de forma sistemática esa sencilla regla de vender en mayo y comprar en septiembre u octubre en las últimas décadas, ha batido por mucho al mercado. Muchas carteras ya han hecho el año, con rentabilidades en los cuatro primeros meses que superan los dos dígitos, y hay algo que nos dice que en un mundo de tipos de interés cero o negativos no es lógico obtener de forma repetida en Bolsa beneficios de dos dígitos año tras año.

Esa sería otra de las grandes preguntas abiertas, una pregunta cuya respuesta no es sencilla y exigiría extender más allá de lo conveniente este comentario. A saber, cómo es posible que en una economía de tipos cero haya crecimiento económico duradero y las empresas sean capaces de subir sus beneficios de forma consistente en el tiempo. Es decir cómo es posible que los rendimientos económicos se produzcan en todos los activos menos en el que sirve o debería servir para medir y valorar a los demás, que es el dinero.

Como diría la Fed, que se reúne la semana que viene sin que nadie espere ninguna sorpresa, tal vez sea el momento de recordar que a veces es bueno poner un poco de "paciencia" a la hora de comprar.

D.Juan Carlos Ureta Domingo
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