Opinión

Política y resultados tranquilizan a las Bolsas

Una vez más, y es ya la cuarta, los índices americanos han rebotado en niveles cercanos a lo que supondría una caída de un diez por ciento desde los máximos de enero, niveles que en el caso del S&P se sitúan en torno a la media móvil de las últimas doscientas sesiones. Se ha superado por tanto, de nuevo, la posible amenaza de un "lunes negro" y se ha restablecido una cierta calma en las Bolsas, que ha ido incluso más allá de nuestra previsión de la semana pasada, ya que en lugar de un comportamiento lateral suavemente bajista que anticipábamos, las Bolsas han experimentado subidas.

La relajación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China (Trump dijo que él y Xi serán siempre amigos y China rebajó sus aranceles sobre autos), por un lado, y las buenas expectativas creadas ante el inicio de la temporada de publicación de resultados empresariales, por otro, han tenido mucho que ver en esa vuelta a la tranquilidad en los mercados, solo alterada un poco el viernes, en la jornada de cierre semanal, por el anuncio de un ataque a Siria hecho por Trump a través de su habitual tuit.

Las subidas han sido moderadas en el caso de las Bolsas europeas, que encadenan con esta la tercera semana consecutiva de ganancias (Eurostoxx +1,2%, Ibex +0,9% y Dax +1,6%) y algo más importantes en el caso de las americanas (S&P +2%, Dow Jones +1,8% y Nasdaq +2,7%) que a diferencia de las europeas habían sufrido recortes la semana anterior. Por su lado el Nikkei avanzó el 1% en la semana y el MSCI Emerging Markets en dólares el 0,7%.

Un análisis más detallado de estas subidas generalizadas muestra sin embargo que las Bolsas están aún muy lejos de la fortaleza que mostraban en enero, cuando los índices alcanzaron sus máximos del año. Y esto es así porque las dinámicas que han aflorado en febrero y marzo siguen ahí y es, a nuestro juicio, difícil que desaparezcan, ya que son reflejo de cambios estructurales, de cambios de fondo. Algunos datos de la semana pasada nos confirman en este análisis.

La primera dinámica estructural es el endurecimiento del entorno monetario. Las actas de la última reunión de la Fed, publicadas el pasado miércoles, muestran como todos los miembros del Consejo de Gobierno de la Fed ven mayor inflación y mayor crecimiento futuros. No es de extrañar, en base a ello, que el tipo de interés del bono a dos años del Tesoro americano alcanzase el pasado viernes niveles no vistos desde septiembre de 2008, antes de la quiebra de Lehman. La subida de los tipos del bono americano a dos años desde el pasado mes de septiembre es espectacular, desde el 1,25% hasta el 2,35% al que cerró el viernes. Es verdad que los tipos del bono a diez años (T bond) se mantienen por debajo de los máximos de febrero (el viernes cerraron en 2,82%), lo cual ha aliviado las tensiones, pero no hay que menospreciar la vertical subida de los tipos a dos años.

La segunda dinámica estructural es la percepción de un cierto cansancio en el crecimiento americano e incluso en el crecimiento global. El sentimiento del consumidor americano medido por la Universidad de Michigan, que se publicó también el pasado viernes, se ha situado en abril en 97,8 puntos, frente a los 101,4 puntos de marzo y la producción industrial de la zona euro publicada el miércoles pasado muestra una caída del 0,8% en marzo frente a la subida esperada del 0,1%. El euro fuerte puede tener que ver en esa caída y a la vez, tal y como reflejan las actas de la reunión del BCE de pasado 8 de marzo, esa fortaleza del euro va a complicar el trabajo al BCE que puede verse forzado a retrasar sus planes de retirada de estímulos dado el efecto deflacionista de un euro tan alto.

Una tercera dinámica estructural que ha aflorado estos últimos meses es el persistente malestar de unas clases medias americanas y europeas, malestar generado por la sensación, sea o no real, de que no les está llegando el crecimiento y la mejora de la economía y que, por tanto, sufren una desigualdad (inequality). El resultado de las últimas elecciones italianas, las protestas de estos días en Francia, la guerra de aranceles con China desatada por Trump e incluso el ataque de Trump a Amazon como destructor de empleo y del pequeño comercio, tienen mucho que ver con esa bolsa de malestar generada en las clases medias europeas y americanas y con la forma en la que los políticos tratan de enfrentarse al descontento generado.

Estas tres dinámicas son a nuestro entender estructurales, y van a pesar en los mercados, y además las dos últimas (cansancio en el crecimiento y malestar de las clases medias) complican la necesaria retirada de los estímulos monetarios. Como ha señalado esta última semana el FMI, en un avance de lo que será su informe de primavera que presentará en su reunión semestral que va a celebrar en Washington estos días, las condiciones financieras siguen siendo muy laxas y esa laxitud genera riesgos de que el crédito se expanda de forma indebida a compañías de baja calidad, sembrando la semilla de futuras crisis financieras.

En este sentido, una de las cosas que ha calmado más a las Bolsas en marzo y abril es que, tras la mini crisis que tuvieron algunos días de febrero, los mercados de crédito siguen funcionando básicamente bien, sin tensiones excesivas. Ahora bien, la advertencia del FMI no debería ser ignorada por los mercados ya que los problemas de las Bolsas siempre empiezan en los mercados de crédito.

Si miramos a los índices, en general han salido de la zona de peligro en la que se habían situado, pero de momento no se ve fuerza como para atacar los máximos anuales. La presentación de resultados podrán ser un catalizador de las subidas, pero lo que vimos el pasado viernes es que pese a que los tres Bancos americanos que reportaron, JP Morgan, Citigroup y Wells Fargo, dieron buenas cifras en parte apoyadas en la rebaja fiscal (JP Morgan publicó el beneficio trimestral más alto de toda su historia y Citi el mejor de los últimos tres años) sus cotizaciones bajaron. Tal vez lo que sucede es que ya se han descontado expectativas muy altas de subida de beneficios y que la composición de los beneficios de esos tres Bancos no gustó, al poner de manifiesto caídas de ingresos o en los segmentos de mayor valor añadido, como la banca de inversión.

Esta próxima semana hay muchos e importantes datos económicos y resultados empresariales. Se reúnen el FMI y el Banco Mundial en su encuentro semianual de primavera, China publica su dato preliminar de crecimiento en el primer trimestre, se publica también la encuesta ZEW alemana, y presentan resultados, en Estados Unidos Bank of America, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Johnson&Johnson y Procter&Gamble y en Europa ASML y Heineken, entre otras muchas compañías.

Hay que ver a dónde lleva la escalada en Oriente Medio, que ya ha provocado esta última semana una subida del petróleo del 8,5% y hay que ver lo que van dando de sí los resultados empresariales, pero salvo sorpresas muy positivas en los beneficios seguimos pensando que las Bolsas lo van a tener difícil para volver a los máximos anuales, y pensaríamos más bien en una nueva semana de asentamiento de las Bolsas, con ligeras subidas en base a los resultados.

Juan Carlos Ureta Domingo
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