La duda que nos planteábamos en nuestro anterior comentario sobre si el presidente de la Fed, Jerome Powell, está o no cómodo con la continua sucesión de récords históricos en las Bolsas y con la euforia (“animal spirits”) de los inversores, fue resuelta por el propio Powell el miércoles en su comparecencia semianual ante el Congreso americano, en la que dejó muy claro que la Fed va a bajar los tipos de interés en junio. Ese mensaje suena a música celestial a los mercados, igual que el mensaje que transmitió el jueves la presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras la reunión del BCE, repitiendo casi literalmente lo dicho por Powell el día anterior.
En el contexto de optimismo extremo de las Bolsas tras las subidas de enero y febrero, las palabras de Powell y de Lagarde han sido interpretadas por los inversores como un apoyo a esas subidas y como un respaldo a la tesis de que, al final, los Bancos Centrales van a volver a flexibilizar las condiciones monetarias, aunque la inflación no baje al 2%, a pesar de sus reiteradas manifestaciones de rigor y de ortodoxia monetaria.
Los mercados parecen descontar que, además de las ya seguras bajadas de tipos de interés, la reducción de la liquidez, es decir, lo que en la jerga técnica se llama “contracción cuantitativa” (QT quantitative tightening) también va a flexibilizarse, porque la historia demuestra que siempre hay una asimetría entre la expansión monetaria (quantitative easing o QE) y la posterior contracción monetaria (QT), es decir, cuando vuelve la bonanza económica nunca se retira la misma cantidad de dinero que se ha inyectado en las épocas de crisis. Se supone que debería retirarse, pero nunca se hace y por eso, como decíamos la semana pasada, hay cada vez más liquidez en el sistema.
Lo interesante es que ni Powell ni Lagarde se han ocupado lo más mínimo, en sus respectivas comparecencias de la semana pasada, en desmentir esa convicción de los mercados, y por eso las Bolsas, que habían empezado a dibujar una corrección el martes temiendo un discurso “duro” de Powell, respiraron aliviadas el miércoles y el jueves ante lo que unánimemente se interpretó como un giro de los Bancos Centrales hacia una vuelta a la relajación monetaria.
El amago de corrección bursátil del martes se convirtió en subidas el miércoles, tras hablar Powell, y en subidas todavía mayores el jueves, tras hablar Lagarde, y los bonos también reflejaron ese mensaje de futura relajación monetaria. Como botón de muestra bastará decir que el tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) bajó desde los niveles de 4,20% a los que había empezado la semana, a niveles del 4,05% que llegó a tocar el viernes, cerrando la semana en 4,077%.
Pero pese a contar con ese apoyo tácito (“qui tacet consentire videtur”), la semana ha acabado en negativo para los tres grandes índices norteamericanos. El S&P ha caído un 0,26% en la semana, el Dow Jones un 0,93%, en su peor semana desde octubre, y el Nasdaq un 1,17%. Se ha librado del rojo el índice de pequeñas compañías Russell 2000 y también los índices europeos, con el Eurostoxx avanzando un 1,3% en la semana y nuestro Ibex un 2,4%, lo que le permite situarse ligeramente en positivo desde el uno de enero.
Curiosamente el problema para los índices americanos vino por las caídas del viernes, tras publicarse el informe de empleo norteamericano de febrero. La primera lectura de ese informe fue buena, porque la cifra de creación de empleos fue de 275 mil, muy superior a los 198 mil que esperaba el consenso. Pero una segunda lectura permitió ver que se habían revisado a la baja de forma importante las cifras de creación de empleos de enero y de diciembre, y asimismo que la tasa de paro ha subido al 3,9%. Esos dos datos unidos a una débil subida mensual de los salarios por hora (0,1% en el mes y bajada en el cómputo anualizado) mueve a pensar en un descenso futuro del consumo y, por tanto, del crecimiento; y eso es lo que provocó las caídas del viernes, que se fueron acelerando a medida que avanzaba la sesión. La estimación es que los hogares estadounidenses aún cuentan con unos 300.000 millones de dólares de ahorro extra derivado del confinamiento, que dan para unos meses más de consumo aceptable, pero ¿y después?
Una de las cadenas minoristas más tradicionales de Estados Unidos, Nordstrom, cayó el jueves un 15% en Bolsa tras dar unos buenos resultados del cuarto trimestre, que superaban expectativas, porque su estimación del consumo futuro es incierta y fue muy cautelosa en sus previsiones para los próximos trimestres. Los datos que apuntan a una creciente morosidad en tarjetas de crédito son otro dato preocupante.
Wall Street ha pasado así de la euforia por la bajada de la inflación-bajada de tipos al temor ante una posible caída del consumo-caída del crecimiento. La duda es si estamos ante un saludable alto en el camino para luego continuar subiendo o ante el inicio de algo más serio. Cuando siete valores llevan el peso del mercado y esos siete valores se disparan hasta la estratosfera, todo es posible, pero sólo el tiempo nos dirá si estamos ante una mera corrección táctica o no. De momento, cinco de los siete magníficos han sufrido caídas esta semana, siendo Nvidia y Meta, esta última por muy poco, los únicos “magníficos” que se han librado de los recortes. Nvidia, que sin duda es el valor “estrella” de la actual subida, cayó el viernes un 5,5% y aunque en la semana ha subido un 6,4%, la caída del viernes puede ser como la primera brecha en la muralla.
Tras una temporada de publicación de resultados buena, con un crecimiento de beneficios del cuarto trimestre del 4,1% para las empresas del S&P, esta semana hay datos importantes en relación con el consumo. El primero es la inflación de febrero, que se publica el martes la general y el jueves la de precios de producción, y que podría subir un poco. El segundo es el de ventas minoristas de febrero, que se publican el jueves, y que se espera que suba un poco, como un 0,1% después de la caída del 0,4% en enero. El tercero es el sentimiento del consumidor americano de la Universidad de Michigan, que se publica el viernes, y que, aunque en febrero cayó algo (76,9 ligeramente por debajo del nivel de enero), sigue muy por encima de los 50 puntos del mínimo de 2022.
Al final, como se dice en los mercados de materias primas y como recordábamos la pasada semana, los precios altos son la mejor forma de curar los precios altos, y eso probablemente es lo que ha pasado el viernes, que los precios altos se han corregido a sí mismos, pese al apoyo de los banqueros centrales a las Bolsas.
Ante el cansancio de los valores tecnológicos, y en unas Bolsas muy influidas por el juego de las llamadas “opciones cero”, los datos de consumo que se publican esta semana son claves para mantener o no el “momentum” alcista.
Juan Carlos Ureta Domingo
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