Aunque, como decíamos la semana pasada, casi todo lo bueno que podía traer el BCE ya estaba muy cotizado en los mercados, lo cierto es que Draghi, una vez más, ha vuelto a mover a las Bolsas y a los mercados de bonos, y esta vez lo ha hecho tanto por la vía de las medidas adoptadas como por la vía de las promesas a futuro.
De esta forma el BCE y Draghi han respondido como se esperaba, incluso un poco más de lo que se esperaba, a la presión impuesta por los malos datos de crecimiento de la zona euro conocidos el 15 de mayo (+0,2% de crecimiento del PIB en el primer trimestre), por las elecciones europeas y por el dato de inflación de mayo (0,5%). La novedad es la financiación "finalista" (targeted) a los Bancos para que a la vez éstos puedan prestar a las empresas, basada en el programa "funding for lending" que puso en marcha el Banco de Inglaterra hace ya un año y cuyos resultados hoy por hoy son dudosos, si bien el BCE focaliza la ayuda en el crédito a empresas y no en el crédito a familias para comprar viviendas.
Esta nueva facilidad, unida a la suspensión de la esterilización de las compras de bonos soberanos ya realizadas, pone en el mercado más de medio billón de dinero nuevo. Pero realmente lo más importante que hizo Draghi el pasado jueves fue ratificar que el BCE seguirá tomando medidas adicionales si éstas no son suficientes. El pasado jueves Draghi pronunció cinco palabras ("we are not finished here") que sonaron a los operadores como algo muy parecido a aquellas otras tan famosas del "whatever it takes" de julio de 2012.
El mensaje principal del BCE es, por tanto, que no va a parar, que los apoyos son "ilimitados". Y eso es lo que más ha celebrado el mercado, la expectativa de que haya más y la casi certeza de que habrá más, porque la economía de la zona euro lo volverá a necesitar al no ser suficientes los apoyos del pasado jueves. Es obvio que la invitación al "carry" (tomar prestado del Banco Central a tipo súper reducido e invertir en riesgo en sus variadas formas) no solo está servida sino que, además, cuenta con el beneplácito e impulso de todas las instancias oficiales, pese a las quejas que de vez en cuando emiten los propios Bancos Centrales alertando de posibles burbujas.
Tras el pasado jueves debemos dar por sentadas dos cosas. Una es que los mercados financieros cuentan con toda la gasolina que sea necesaria para seguir subiendo. Otra es que los riesgos de que el motor se rompa son cada vez mayores salvo que de verdad llegue el crecimiento.
En cualquier caso, la combinación de los anuncios del BCE el jueves y del buen dato de creación de empleo americano en mayo, que se conoció el viernes, han hecho que los índices estén rompiendo al alza y se sitúen, desde un punto de vista técnico, en zona de subida libre, rota la banda lateral en la que estaban atrapados los principales índices en los últimos meses. El S&P está ya cerca de los dos mil puntos tras subir esta pasada semana un 1,3%, el Dax ha alcanzado los diez mil puntos tras subir un 0,5% en la semana y el Nikkei ha superado los quince mil puntos subiendo un 3% en la semana.
Pero lo más llamativo, precisamente porque es donde se ve más el juego del "carry", es que los mercados que más suben son el Russell (2,7% en la semana) el Nasdaq (1,9% en la semana), el Mib italiano (3%) o el Ibex (2,5%), por no hablar de la subida semanal de la Bolsa griega de un 6,7% o de la portuguesa de un 3,3%. Es decir, comparativamente suben menos las Bolsas consideradas más "seguras" y suben más los mercados considerados como de mayor riesgo, lo que indica que el dinero se siente cómodo tomando riesgo. Lo que viene ratificado también por las subidas semanales de algunos emergentes como Rusia e India, cercanas al 5% en ambos casos, o Brasil y México, con subidas semanales superiores al 3%.
En definitiva, se aprecia una vuelta a las pautas de comportamiento que vimos a partir del verano de 2013, tras dejar claro la Fed que sería muy prudente a la hora de reducir los estímulos monetarios. Pero con una novedad, ya que ahora los tipos de los bonos no paran de bajar. Es decir, lejos de aquella famosa "gran rotación", el dinero no sale de los bonos para ir a las acciones, sino que va a los bonos y a la Bolsa. El tipo del bono español a diez años está ya en el 2,63%, el tipo del bono portugués en el 3,5% y el bono griego en el 5,6%.
Es precisamente este comportamiento de los bonos lo que pone más en cuestión la esperada llegada del crecimiento económico, pero a la vez es lo que reafirma más a los operadores que el BCE, y los restantes Bancos Centrales, seguirán inyectando todo el dinero que haga falta, y la conclusión de esos operadores es que hay que tomar riesgo sin límite. Esto es precisamente lo que crea el ya mencionado peligro de que el motor al final rompa, porque, en un mundo con sobrecapacidad en casi todos los sectores, es difícil que los estímulos monetarios funcionen aunque se los lleve al límite.
Esta semana tenemos como cita principal el dato de ventas minoristas de mayo el miércoles en EEUU, dato que se complementará el viernes con el de confianza de Michigan para darnos una visión más clara de si el consumo norteamericano se afianza o no. En la zona euro los IPC finales de mayo en diversos países mostrarán cuan cercana está la deflación y en Japón se publica el dato final de PIB del primer trimestre.
Tras las fuertes subidas de las dos últimas semanas cabe pensar en la toma de beneficios y en algo de calma, aunque no se ve, de momento, qué es lo que puede frenar a unas Bolsas que celebrarán, previsiblemente, las nuevas promesas de liquidez y la ruptura al alza de la semana pasada. El mayor factor de riesgo es, ahora mismo, el propio exceso de confianza, que podría moderarse si los datos de la economía real, como el ya mencionado de ventas minoristas, no acompañan.
Apostamos por una cierta consolidación de niveles tras la ruptura de los máximos anuales.