La fulgurante primera semana de febrero no solo ha permitido a las Bolsas salir de los números rojos y volver a terreno positivo en lo que va de año, sino que además ha terminado con nuevos récords históricos en las Bolsas americanas y en el Dax alemán.
La duda que habían dejado las caídas de la última semana de enero, de si podíamos estar al inicio de una corrección seria, del entorno del diez por ciento, ha sido cortada de raíz por las fuertes subidas de esta semana, sin que ni siquiera el mal dato de empleo en enero en la economía norteamericana, con una creación de puestos de trabajo menor de la esperada, haya puesto freno a las subidas.
El Nasdaq ha subido un 6%, el S&P un 4,6%, el índice Russell de compañías medianas y pequeñas un 7,7%, el Eurostoxx un 5%, nuestro Ibex un 5,9%, el Nikkei un 4% y el MSCI de Bolsas emergentes un 5%, con subidas tan espectaculares como la del Sensex indio, de un 9,6%. Solo el Shanghai Composite se ha quedado atrás, con una subida semanal simbólica del 0,4%.
El "rally" se ha apoyado básicamente en tres pilares.
El primero son los resultados empresariales del cuarto trimestre, que en general están superando las estimaciones. De las casi doscientas compañías del S&P que han presentado cifras, el 84% superan estimaciones. Incluso resultados aparentemente malos, como los de algunos Bancos europeos que arrojan pérdidas multimillonarias, son recibidos con júbilo por el mercado, al entender que se trata de saneamientos necesarios para iniciar una nueva etapa que se supone será de alta rentabilidad para el negocio bancario, ayudado por las menores provisiones.
El segundo pilar es la expectativa de que la tercera ola de la pandemia pueda estar llegando a su fin y que las vacunas traerán una pronta reapertura de las economías. Pese a la ineficiencia europea en el manejo del proceso, las noticias en general nos hablan de una aceleración de las vacunaciones a nivel global, y además están apareciendo nuevas vacunas.
El tercer pilar son los estímulos fiscales y monetarios. En EE.UU. Biden avanza en la aprobación de su nuevo paquete de 1,9 trillones (americanos) de dólares, y a nivel monetario tanto la Fed como el BCE no pierden ninguna ocasión para reafirmar su compromiso con que las inyecciones de liquidez se mantengan incluso cuando la economía se haya reactivado. El mensaje que se lanza es que esta vez los Bancos Centrales no van a cometer el "error" de cortar las facilidades monetarias antes de tiempo, dejando así la impresión de que la normalización monetaria puede posponerse de forma indefinida, porque evidentemente nunca hay un buen momento para endurecer las condiciones monetarias.
Esa garantía de los Bancos Centrales crea una ausencia de sensación de riesgo en los inversores, y mueve a comprar a la menor caída de las cotizaciones. El "buy on dips" es lo que mejor ha funcionado en los últimos años, y la idea es que así seguirá siendo, con el apoyo firme de los Bancos Centrales. Por eso el índice VIX de volatilidad, que está considerado como el indicador más fiable del miedo de los inversores, es decir, de su aversión al riesgo, ha caído al semana pasada doce puntos, desde niveles superiores al 32% hasta el 20,8% al que cerró el viernes.
En definitiva, tras el susto de fin de enero, las Bolsas vuelven a estar en "subida libre" y algunos analistas piensan que si el Vix cae por debajo de 20, los programas algorítmicos provocarán una nueva pata alcista, a la que se unirán de inmediato los minoristas, siguiendo las pautas marcadas por los grandes operadores.
Este es el mercado en el que estamos, un mercado muy dominado por los flujos, en el que lo que habría parecido imposible hace unos años se ha convertido en lo normal. Un mercado en el que menos de doce meses después de la pandemia y con una economía real que todavía se desangra por las enormes heridas sufridas, el consenso es que estamos en los primeros estadios de una reactivación económica y de un nuevo ciclo alcista.
¿Hay realmente algún riesgo?
Hay un primer riesgo lejano, la inflación. Hoy por hoy hablar de inflación es como vivir en otro planeta, pero voces tan autorizadas como la de Larry Summers alertan de un posible recalentamiento de la economía dada la magnitud de los programas de estímulo, y, por primera vez en varios años, algunos analistas empiezan a hablar de inflación por encima del 2% en el caso de EE.UU. En esta misma línea, las materias primas siguen subiendo, y la semana pasada les ha tocado el turno al petróleo, con los futuros del crudo ligero (WTI West Texas) subiendo casi un 9% en la semana, y al gas, con una subida semanal del 11,7%. El platino y el paladio también han subido un 5% en la semana. Recordemos también las fuertes subidas de las materias primas agrícolas en enero.
Los tipos a largo plazo empiezan a reflejar de forma tímida ese riesgo de inflación. El tipo del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) está a 1,17% casi el doble de su nivel del pasado verano. Con una deuda creciente del Gobierno americano, y con planes de estímulo que aumentan cada mes, no hay que descartar problemas a medio plazo en la financiación de esos planes, aunque hoy parezca imposible. Recordemos que estamos en el mundo en el que lo imposible se convierte en normal, y recordemos también que la subida de las criptomonedas está señalizando una caída de la confianza en las divisas fuertes, sobre todo en el dólar.
Pero hay otro riesgo seguramente más próximo e inquietante. Nos referimos al apalancamiento creciente de los mercados, es decir a la utilización cada vez mayor del endeudamiento por parte de los inversores minoristas. En EE.UU. los inversores no cualificados aglutinados en torno a plataformas como Robin Hood y a redes sociales como Reddit, han estado comprando enormes cantidades de opciones "call" y utilizando agresivamente el margen de crédito que les dan sus "brokers". Los movimientos especulativos de la pasada semana sobre acciones como Gamestop, y los de esta semana sobre activos como la plata, el bitcoin, o la criptomoneda Dogecoin, son la muestra más llamativa de ese apalancamiento creciente, pero no la única.
Como han demostrado esos movimientos, la combinación de un acceso muy fácil y rápido a los mercados, facilidades crediticias en un entorno de tipos cero, tiempo libre para seguir los mercados gracias a los confinamientos, ausencia de sensación de riesgo y, finalmente, acción simultánea de cientos de miles o de millones de inversores en la misma dirección, al calor de mensajes de las redes sociales, crea un cóctel explosivo, en ambas direcciones. Algo que saben muy bien personajes como Elon Musk, que esta semana ha seguido lanzando tuits, pese a que había asegurado el martes que no iba a publicar más tuits. La promesa solo duró hasta el jueves, día en el que volvió a tuitear en favor del bitcoin y del dogecoin.
Cuando entra en juego el endeudamiento la única forma de mantenerse en el juego es que el precio de los activos siga subiendo, y por eso es normal que el ruido de "burbuja" siga acompañando a este rally impulsado por los Bancos Centrales, cuya continuidad está vinculada, sobre todo, a que los Bancos Centrales no cambien sus políticas.
2021 nos ha dejado, por el momento, el asalto al Capitolio el 6 de enero y el intento de asalto a Wall Street la primera semana de febrero. En ambos casos las redes sociales han jugado un papel esencial y en ambos casos hemos podido comprobar la potencia desestabilizadora de estos fenómenos que, pese a su aparente espontaneidad, suelen estar perfectamente organizados.
En la segunda semana de febrero sigue la publicación de resultados empresariales, con los de Cisco como foco principal de atención. También habla Powell, el miércoles, en el Economic Club de Nueva York, y se publica la inflación de enero tanto en China como en Estados Unidos, además de la confianza del consumidor americano medida por la Universidad de Michigan.
Con las Bolsas en plena subida libre, sigue flotando la pregunta de si estamos ante un gran proceso de distribución desde las manos fuertes a las manos débiles, o si, por el contrario, las Bolsas están anticipando una época dorada en la economía y en los mercados financieros.
Juan Carlos Ureta Domingo
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