Si dejamos a un lado el escaso volumen de negocio, propio de los todavía semi vacacionales primeros días del año, y las notables diferencias entre unos sectores y otros en lo que a comportamiento bursátil se refiere, lo cierto es que la primera semana de 2017 ha sido bastante impresionante para las Bolsas. Un resumen rápido sería que hemos visto subidas semanales del 1% o superiores en todos los índices importantes del mundo, y que para ver caídas semanales hay que ir a Bolsas como Nigeria, Turquía o Arabia Saudita, que son las únicas en rojo al finalizar las cinco primeras sesiones del año.
Así, todos los índices americanos suben, destacando el Nasdaq con un 2,56% de alza semanal, y el S&P con un +1,7%. El Dow se quedó el viernes muy cerca de los esperados 20.000 puntos y raro será que no los consiga en los próximos días. El Nikkei, con un alza del 1,8% también ha empezado fuerte el año, e igualmente las Bolsas europeas, con el sector bancario a la cabeza, ayudado por las subidas de tipos, lo que sitúa al Mib italiano (+2,4%) y a nuestro Ibex (+1,7%) como mejores índices europeos al tener más peso del sector bancario. Entre los emergentes destacan Brasil y Rusia pero en general todos lo han hecho bien y el MSCI Emerging Markets en dólares ha ganado un 2,18% esta primera semana del año.
Estas subidas han sido esta vez acompañadas por un repunte de los tipos de interés, lo que sugiere que el flujo de dinero desde los bonos hacia la renta variable continúa en este inicio de 2017, prolongándose así la 'rotación' de renta fija a renta variable, que tuvo lugar a partir de la victoria de Trump, y que se tradujo en una entrada de más de 70.000 millones de dólares en las Bolsas americanas desde el 8 de noviembre hasta finales de 2016. El pasado viernes el T bond del Tesoro americano a diez años cerró a un tipo de interés del 2,42%, el Bund alemán en el 0,29%, el bono español a diez años en el 1,53% y el bono italiano a diez años muy cerca ya del 2%.
Son repuntes de tipos significativos, pero lógicos si tenemos en cuenta que en la zona euro la inflación en diciembre ha subido al 1,1% interanual, que es el máximo de los últimos tres años, con subida notable respecto al dato de noviembre, y si además consideramos que el informe de empleo de diciembre de la economía norteamericana publicado el pasado viernes muestra una situación de pleno empleo y una gran aceleración de la subida salarial, medida por dólares/hora. Dado el comportamiento del petróleo, que se ha instalado cómodamente por encima de los 50 dólares barril, podemos pensar que la inflación no va a ceder en los próximos meses, más bien lo contrario.
Desde este punto de vista, lo que estaríamos viendo en estos primeros compases del año sería la confirmación de la 'reflación', es decir, mayor crecimiento y mayor inflación, algo que los inversores celebran como si de una nueva piedra filosofal se tratase, una vez comprobados los destructivos efectos secundarios de los tipos de interés nominales negativos, que hace un año por estas fechas eran el arma más potente de la política monetaria no convencional. La percepción, y lo que las Bolsas celebran, es que el mundo va a crecer más y que la temida amenaza de la deflación se aleja.
Si analizamos el comportamiento de los distintos sectores se confirma esta percepción. En la zona euro el índice sectorial de banca ha subido más de un 4% en la semana, bajo la idea de que la subida de tipos puede aliviar las maltrechas cuentas bancarias. Por el contrario el índice de 'utilities' ha caído un 0,6% estos primeros días del año, ya que el atractivo del dividendo será menor si los tipos de los bonos suben.
Los buenos datos de producción manufacturera en China, que se han conocido también esta semana, ratificarían el cuadro 'reflacionista' y justificarían que continúe el flujo de dinero desde los bonos hacia las Bolsas, al ser realmente las acciones, en términos comparativos, el activo mejor situado para recibir los beneficios de esa reflación.
Aunque somos muy conscientes de que al final hay mucho dinero que debe ser invertido y de que la industria de gestión, en su conjunto, no puede permitirse dejar el dinero ocioso, no dejan de sorprendernos, como ya hemos dicho en comentarios anteriores, la complacencia y el entusiasmo con los que los inversores han abrazado el nuevo credo reflacionista, cuyo símbolo sería el presidente electo americano. Ciertamente el discurso de un mayor crecimiento económico es muy atractivo, sobre todo después de tres o cuatro años en los que la expectativa de una reactivación global que se ha tenido al empezar cada ejercicio se ha visto frustrada una y otra vez por cifras mediocres de actividad.
Pero, aunque demos por sentado (lo cual es mucho decir) que esta vez es diferente y que en 2017 sí habrá reactivación económica digna de tal nombre, lo que no está tan claro es por qué se celebra con tanto entusiasmo la subida de tipos que la inflación traerá consigo, salvo que se piense que los Bancos Centrales van a ser capaces de controlar esa subida y evitar que vaya más allá de ciertos límites. En un mundo inundado de deuda (la deuda global es más del doble del PIB mundial según el FMI) no hace falta una gran subida de tipos para crear problemas a algunas economías, algunas empresas y algunos Bancos, igual que no hace falta una gran subida del dólar, sobre los niveles actuales, para poner en dificultades a algunos balances empresariales o bancarios demasiado endeudados en dólares. Además, si los tipos de los bonos suben a ciertos niveles, ya no tan lejanos, volveremos a ver un retorno del dinero desde las acciones a los bonos, en una rotación inversa.
La labor de 'fine tuning' de los banqueros centrales a la hora de normalizar la política monetaria va a ser, por tanto, muy delicada, y es importante para todos que salga bien. De momento, lo que hemos visto esta semana es que el dólar, que empezó la semana amenazando con un nuevo tirón al alza, se ha quedado de nuevo en su sitio, es decir, por encima de 1,05 dólares por euro. Un dólar por encima de ese nivel empieza a ser un problema, como antes decíamos.
Asimismo, el yuan, tras acercarse a los 7 yuanes por dólar al principio de la semana, experimentó un fuerte 'rally' hasta niveles de 6,8 para luego volver a ceder y cerrar la semana en 6,924 yuanes/dólar. Estos movimientos nos indican sensibilidad extrema, más aún cuando en diciembre las reservas exteriores de China han vuelto a bajar, bien es verdad que menos de lo esperado, de forma que se sitúan ya peligrosamente cerca de los tres billones de dólares (trillions), un billón menos que en su máximos histórico de 2014 cuando las reservas estaban en cuatro trillones.
El oro, cuya subida ha continuado esta semana, es otro indicador a seguir y su subida nos está enviando un aviso, un pequeño toque de atención sobre los riesgos que persisten en los mercados financieros, aunque ahora no se vean.
En definitiva, un gran comienzo del año para las Bolsas, que normalmente se prolongará aún durante algunas sesiones, al no haber alternativas a la renta variable. Pero es precisamente en estos momentos cuando hay que recordar que el S&P cotiza a más de 20 veces beneficios estimados del año, y, si tomamos el PER ajustado de Shiller, a 28,5 veces beneficios de los últimos diez años, el tercer mayor registro de la historia.
Empieza pronto la temporada de publicación de resultados y será un buen momento para comprobar si esos elevados multiplicadores están o no justificados.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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