La combinación, en la sesión de cierre semanal del pasado viernes uno de febrero de un buen dato mensual de empleo americano en enero, un buen dato de confianza de la Universidad de Michigan (73.8 frente al 71.5 esperado) y un buen ISM manufacturero (53.1 frente al 50.7 estimado) disparó al Dow Jones por encima de los 14.000 puntos, nivel no visto desde octubre de 2007, y al S&P de nuevo por encima de 1.500 puntos.
La primera jornada bursátil de febrero se saldó, gracias a ello, con subidas cercanas al 1% en las tres Bolsas americanas (Dow Jones, Nasdaq 100 y S&P 500), con lo que esas tres Bolsas acumulan subidas desde uno de enero de entre el 5% y el 7%, más o menos el doble de las subidas en las plazas europeas en lo que va de año (Dax +2,9%, Eurostoxx 50 + 2,8%). En Asia, el Nikkei también acumula una fuerte subida de más del 7% en el primer mes del año, y el Shanghai Composite tras su fuerte subida de la semana pasada, del 5,5% acumula ya una subida del 6,6% desde el inicio de año.
La primera lectura de estas cifras es que la llamada "gran rotación" hacia la renta variable sigue siendo, como ya pasó en 2012, asimétrica, es decir, hay diferencias grandes entre las distintas Bolsas. A nivel global las plazas asiáticas y las americanas son las mejores y las europeas van detrás. Entre estas últimas de nuevo la Bolsa española se sitúa lamentablemente en la cola. Vemos que el "reposicionamiento" de las distintas economías y en consecuencia de las distintas Bolsas sigue su curso.
La segunda lectura es que las divisas interfieren en los movimientos de las Bolsas. La depreciación del yen ha ayudado mucho a la Bolsa japonesa, y la subida del euro, que esta semana llegó al nivel de 1,37 dólares, está seguramente perjudicando a las plazas europeas. El nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha abierto una guerra cuyas consecuencias al final no serán buenas para nadie.
Una tercera observación de este primer mes del año es que si bien no hay duda de que los inversores tienen de nuevo apetito por el riesgo, hay un fondo de cautela en los comportamientos, como se evidenció de forma clara en la sesión del pasado jueves, que era la que cerraba enero. Cada vez que hay algún dato no tan bueno, como lo fue el jueves el dato de PIB americano del cuarto trimestre, con una caída del 0,1%, los inversores lo acusan de forma inmediata. Estos bruscos cambios de ánimo de los inversores mueven a pensar que el giro hacia el riesgo no es todavía definitivo y serio.
Si nos fijamos en otros indicadores vemos signos mixtos. La debilidad del dólar frente al euro indicaría más bien apetito por el riesgo, pero el oro y el Vix, índice de la volatilidad, han subido ligeramente, lo que nos hace pensar en una cierta moderación de ese apetito. Es más, los "bonos refugio" es decir el T Bond americano y el bund alemán, esta semana han tenido ligeras subidas en sus precios, con la caída consiguiente de sus tipos de interés, lo que nos dice que algunos inversores están volviendo a invertir en esos activos refugio, es decir, no lo ven claro.
En definitiva, aun con estas salvedades, que son necesarias y a las que hay que prestar atención, el cuadro del primer mes no puede ser más positivo, en términos de Bolsa. Incluso el Ibex 35, tras bajar un 5,7% en la semana, ha conseguido, sin embargo, cerrar una racha de seis meses consecutivos de subidas, algo realmente impensable antes del pasado verano.
Quedan ya pocos resultados empresariales por publicarse, con lo que la atención gira hacia los datos macro, pero la semana entrante tampoco es muy abundante en noticias económicas, salvo el ISM de servicios en la economía norteamericana y en algunas otras economías, que se publicarán el martes. No obstante a nivel político la cumbre europea del lunes y las reuniones del BCE y del Banco de Inglaterra el jueves darán sin duda algunas pautas sobre los temas pendientes en la zona euro, que son casi todos, y sobre la actitud de los Bancos Centrales en un momento en el que los mercados financieros están en máximos de los últimos meses en casi todas las categorías de activos.
Es ahí, en los Bancos Centrales, donde está la clave del movimiento a corto plazo de las Bolsas, ya que ni los resultados empresariales ni los datos económicos son tan extraordinarios como para impulsar los índices más allá de sus ya muy altos niveles actuales, a menos que haya una expectativa de que los Bancos Centrales seguirán inyectando cuanto dinero haga falta y seguirán siendo muy agresivos frente a cualquier mínima caída de las Bolsas, como lo han sido hasta ahora.
Hay una opinión entre los operadores del mercado según la cual hasta marzo o abril todo estará tranquilo y no habrá caídas significativas, sino subidas que algunos cifran entre un cinco y un diez por ciento adicional. Este tipo de opiniones suele mover a corto a las Bolsas, porque nadie quiere ir contra corriente y la profecía se autocumple. Pero, desde una perspectiva más analítica, nuestro pensamiento es que las Bolsas van a seguir discriminando y que hay que ser muy selectivos y fijarse muy bien en los precios de compra para no llevarse sorpresas negativas, que pueden dar al traste con los beneficios de varios meses, como hemos visto esta semana en algunos valores españoles.
No es por tanto una cuestión de tendencia general sino de selección cuidadosa.