La vuelta de las tecnológicas, que ya se había iniciado a fin de marzo y confirmado en la primera semana de abril, ha sido clave para que las Bolsas americanas hayan batido de nuevo máximos históricosla semana pasada, acercándose ya el Dow Jones a los 34.000 puntos y el Nasdaq Composite a los 14.000 puntos. Por su lado, el S&P ha superado los 4.100 puntos tan solo unos días después de haber alcanzado por primera vez en su historia el nivel de los 4.000 puntos.
En el conjunto de la semana, el Nasdaq ha sido el mejor índice, con una subida del 3,1% seguido por el S&P con una subida del 2,7%, mientras que el Dow Jones ha tenido que conformarse con una subida del 2%. Laseuropeashan tenido subidas mucho más discretas, del 0,8% para el Eurostoxx y el Dax, y del 1% para el Cac francés. En el caso de nuestro Ibex y del Mib italiano ni siquiera han podido cerrar en positivo la semana, perdiendo respectivamente el 0,14% y el 1,14%. Lo mismo les ha ocurrido alNikkei(-0,3% en la semana), alShanghaiComposite (-1% en la semana) y al MSCI de Bolsasemergentes(-0,6%).
Las Bolsas han vuelto así al modelo dominante en verano del pasado año, con las Bolsas americanas liderando las subidas y, dentro de ellas, las grandes tecnológicas. La pasada semana Apple ha subido más de un 8%, Amazon y Alphabet/Google más de un 6%, Microsoft un 5,5% y Facebook un 4,6%.
Sin duda el buen dato de empleo en marzo, con casi un millón de nuevos empleos en el mes, publicado el viernes 2 de abril, con las Bolsas cerradas,y el buen dato de ISM de servicios publicado el lunes pasado, que subió hasta 63,7 desde los 55,3 de febrero, superando con mucho la estimación de 59 del consenso, han contribuidoa las subidas de las Bolsas americanas, que ya habían recibido la semana anterior la agradable sorpresa de que el ISM de manufacturas en marzo había alcanzado su nivel máximo en casi cuatro décadas (desde 1987)pero en nuestra opinión hay algo más, y ese algo más nos conecta con lo que podríamos llamar el modelo Yellen/Biden.
La gran novedad de 2021, en lo que a políticas económicas se refiere, es la política del nuevo presidente americano, la "bidenomics", una política directamente inspirada por Janet Yellen, y que supone en la práctica aplicar la llamada "moderna teoría monetaria" (MMT).Este es el gran cambio de paradigma. La MMT sostiene que el endeudamiento público y los déficits fiscales son irrelevantes mientras no haya inflación, siempre y cuando se puedan financiar con la emisión de moneda por el Banco Central, en el caso de EE.UU. por la Fed. La "bidenomics" parece haber abrazado la MMT en su versión más radical, la de economistas como Stephanie Kelton, que promueve el gasto e inversión públicos sin límite incluso aunque se haya conseguido el pleno empleo o haya aparecido la inflación.
Lo interesante es que, de forma imperceptible, se cambia el objetivo de los programas de estímulo monetario y fiscal. Ya no es salir de la pandemia, ya no es contrarrestar la caída de la demanda creada por el confinamiento.Ahora el objetivo es generar un ciclo de crecimiento potente,crear un gran ciclo al alza en la economía norteamericana. Como dijo Biden en la presentación del programa en Pittsburgh el 31 de marzo pasado, se trata de "ganar el futuro", al estilo del "New Deal" de Roosevelt en los años treinta del pasado siglo.
Este cambio de objetivo se produce porque, detrás de la MMT está la convicción de que las políticas monetarias y fiscales, aplicadas con la intensidad que sea necesaria, son capaces de generar un crecimiento económico sostenible. Algo que, por el momento, no hemos llegado a ver ni enJapón, donde lo llevan intentando más de dos décadas, ni enEuropa, donde el programa de compra de bonos que el BCE inició en enero 2015 fue seguido por una caída del crecimiento económico en 2016, ni enEE.UU.donde la Fed tuvo que volver en 2019 a incrementar su balance para evitar una recesión económica que las Bolsas descontaron con sus caídas en diciembre de 2018.
Biden, inspirado por Janet Yellen, parece pensar que si no ha funcionado hasta ahora es porque no se ha hecho lo suficiente. Es decir, la medicina es la correcta, pero hacen falta más dosis. Todas las dosis que hagan falta. Se olvida, tal vez porque no es políticamente correcto mencionarlo, que para que el New Deal se tradujese realmente en un ciclo de crecimiento duradero y sólido hubo que pasar antes por la Segunda Guerra Mundial.
Las Bolsas entienden muy bien lo que todo esto significa para los mercados financieros, más dinero y más facilidades de apalancamiento. Por tanto, hay que invertir en activos de riesgo. Es el mismo guion de los últimos años, pero con la novedad de que la escala es superior y de que parece que va a ser así para siempre, y por eso cuanto antes nos subamos a los activos mejor.
Es justo matizar que, en esta ocasión, a diferencia de lo que sucedió el pasado año a partir de abril, los inversores están siendo algo más selectivos. Como antes decíamos, las grandes tecnológicas de infraestructuras (los Microsoft, Apple, Amazon, Google, Facebook...) son las que suben, mientras que se quedan atrás lo que podríamos llamar tecnológicas de "futuribles" como Tesla, es decir, tecnológicas en las que el inversor apuesta a que una tecnología concreta o una empresa concreta se queden con casi todo el mercado. Pero la fiesta en los activos de riesgo es bastante generalizada, y este mismo fin de semana hemos visto al bitcoin volver a superar los sesenta mil dólares.
La pregunta de si estamos ante un ciclo de crecimiento sin precedentes ("la madre de todas las recuperaciones" lo llamaba Bloomberg este fin de semana)o más bien ante una fase altamente especulativa por exceso de dinero barato sigue ahí y cada cual puede tener su respuesta. Probablemente haya algo de verdad en ambas afirmaciones, según miremos al largo o al corto plazo.
Esta semana empiezan las presentaciones de los resultados empresariales del primer trimestre, con JP Morgan, Goldman Sachs, Citi, Bank of America, BlackRock o Morgan Stanley, entre otros, publicando sus cifras a partir del miércoles.Cabe esperar que sean no ya buenas, sino muy buenas,tal y como el mercado lo descuenta.Habla también el presidente de la Fed, Powell, primero en televisión el domingo y luego el miércoles en una conferencia en Washington.No cabe esperar sorpresas, y lo normal es que reitere su discursode que el repunte de la inflación será transitorio y que la Fed no bajará el pie del acelerador.
Tal vez los datos más importantes de la semana sean la inflación y las ventas minoristas de marzo, que se publican respectivamente el martes y el jueves. Son datos clave no solo para ver si la inflación se dispara (el viernes pasado supimos que el índice de precios a la producción subió en marzo el doble de lo previsto, hasta el 1%) sino también para ver cómo responde el consumidor americano a los estímulos que ha recibido en forma de cheques para gastar.
El tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años (T bond)se ha relajado la semana pasada desde niveles del 1,72% hasta el 1,6% pero si hay un repunte importante en la inflaciónpuede volver a acercarse al 2% y esa será una prueba de fuego para unas Bolsas americanas que están cotizando un escenario casi perfecto.
Por el momento, nada parece amenazar la subida de las Bolsas, pero la caída de los volúmenes de negociación esta última semana podría anticipar una fase más lateral o incluso una ligera corrección.
Juan Carlos Ureta Domingo
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