Tras el alivio generado por el resultado de las elecciones francesas, las Bolsas han vuelto a mirar estos días hacia la política, pero esta vez el foco de su atención no ha estado en Europa sino en Washington, donde el melodrama protagonizado por el peculiar nuevo presidente americano provocó, el pasado miércoles, la primera caída seria de las Bolsas americanas desde las elecciones de noviembre.
El hecho de que Wall Street sufriera ese día el mayor retroceso (pullback) en lo que va de año, tras el cese fulminante del director del FBI, no hace sino recordarnos la fragilidad sobre la que se ha construido el "rally" que están viviendo los mercados financieros, al calor de la llamada reflación que se supone va a impulsar Trump. A la vez, esa pequeña turbulencia pone también de relieve las numerosas contradicciones que encierran los movimientos de los mercados estos últimos meses.
Al final, la tormenta no ha ido a más y, tras la recuperación del jueves y el viernes, los recortes semanales del Dow Jones, el S&P y el Eurostoxx apenas han rozado el medio punto porcentual e incluso algunos índices como el Nasdaq o el Dax cerraron la semana con ganancias, bien es verdad que moderadas. Para ver subidas más fuertes hay que ir al Nikkei o al MSCI Emerging Markets, con ascensos semanales superiores al 2% ambos.
El rebote del jueves y viernes ha alimentado de nuevo la idea de un ciclo alcista muy potente, dentro del cual lo más recomendable sigue siendo aprovechar para comprar en cualquier mínimo recorte que se presente. Sin embargo, no todo lo que sucedió en las dos últimas sesiones de la semana nos mueve a esa conclusión.
Los tipos de los bonos largos siguen siendo un elemento de inquietud, al ser sus mensajes muy diferentes a los de las Bolsas. El T bond del Tesoro americano a diez años terminó el vienes a un tipo de interés del 2,23%, lo cual no descuenta nada bueno en términos de crecimiento, además de poner en duda las expectativas de subidas de tipos por la Fed. El dólar tampoco parece estar alineado con esas expectativas de mayores tipos de interés. En la semana el llamado "dollar index" (cambio del dólar respecto a una cesta de monedas) bajó el 2% y respecto al euro bajó incluso más, un 2,5%. El dólar no parece anticipar un fuerte crecimiento americano, ni siquiera una subida de tipos por la Fed.
Esta evolución del dólar en cierto modo allana el camino a la Fed para su presunta subida de tipos en junio. Sin la presión de un dólar al alza, con impacto negativo en todos los no americanos endeudados en dólares, que son muchos, la Fed puede subir tipos con mayor tranquilidad. Pero, por otro lado, no se entiende por qué el dólar está tan débil si realmente la Fed va a subir los tipos tan rápidamente como dice.
Por eso es muy interesante ver lo que dicen las actas de la última reunión de la Fed, la del 3 de mayo, que se van a publicar el próximo miércoles 24, sobre todo después de que James Bullard, presidente de la Fed de San Luis, y sin duda uno de los pesos pesados de la Reserva Federal, dijera el pasado viernes que tal vez las previsiones de subidas de tipos de la Fed son demasiado "agresivas". Efectivamente, el dólar y los bonos no parecen creerse que esas "agresivas" subidas vayan realmente a ser una realidad.
En cualquier caso, el rebote del último tramo de la semana vino ayudado por las acciones mineras y de energía, ayudadas por la subida del petróleo y también jugaron a favor los muy buenos resultados presentados por casi todas las compañías, incluidas las grandes "retailers" que han publicado cifras esta última semana, con Wal-Mart a la cabeza. En concreto, Wal-Mart subió un 3,2% tras reportar su undécimo trimestre consecutivo de subidas en ventas.
Pero, al final, ni el buen comportamiento de los retailers que han publicado la pasada semana sus cifras ni la subida del petróleo han podido compensar el mal ambiente político generado por el peculiar estilo del nuevo presidente americano.
Con los futuros del WTI por encima de 50 dólares al cierre del viernes, la OPEP se reúne el jueves próximo en Viena, y lo normal es que prorrogue sus cortes de producción. Pero, como siempre, la cuestión principal se centra en la Fed, en lo que digan las actas de la última reunión y en lo que digan los muy numerosos miembros de su Consejo que hablan la semana que viene, entre ellos el presidente de la Fed de Chicago, Charles Evans, y el ya citado James Bullard, entre otros.
La Fed puede ser "sensible" a la volatilidad creada por el nuevo presidente americano, que el próximo fin de semana se estrena en el G7, o no serlo y seguir con su camino de alzas de tipos. Si hace lo segundo, desoyendo la idea expresada por james Bullard, en nuestra opinión la volatilidad subirá de forma notable a lo largo del verano.
Al final, el "susto" del pasado miércoles nos deja la duda de si ha sido una corrección saludable en una Bolsa alcista de largo plazo o, por el contrario, ha sido una avanzadilla de recortes mayores que están aún por venir. Los mensajes de los bonos, del dólar y de las Bolsas son, en este punto, diferentes, y, la historia nos demuestra que el mercado de bonos suele ser un mejor predictor del futuro que los mercados de acciones.
Esta última semana completa de mayo se publican los ISM preliminares de mayo de EEUU, Japón y la zona euro, así como la balanza comercial japonesa de abril y la primera revisión del PIB americano del primer trimestre, que se espera suba algo la muy baja cifra inicial del 0,7%.
Pero, a nuestro juicio, los factores políticos seguirán siendo determinantes en la evolución de las Bolsas a corto plazo.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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