Las Bolsas han realizado la semana pasada, una vez más, una extraordinaria demostración de fortaleza, al subir de forma generalizada pese al diagnóstico pesimista sobre el crecimiento de la economía global en los próximos años emitido por el FMI en su reunión de primavera celebrada en Washington y pese a indicios de desaceleración como las ventas minoristas americanas de marzo, publicadas el viernes, que cayeron el 1% en el mes, frente a la estimación de consenso que preveía una caída de tan solo el 0,5%.
Los inversores han preferido mirar, en esta ocasión, a los buenos datos de inflación americana publicados el pasado miércoles, con el IPC americano bajando en marzo al 5%, lo cual supone sumar ya nueve caídas consecutivas del IPC, aunque el componente de inflación subyacente se resiste a la baja y sigue en el 5,6%. Un buen dato de inflación que fue ratificado el jueves al publicarse, también en Estados Unidos, el índice de precios a la producción (PPI), que bajó un 0,5% respecto a febrero, frente a la estimación de que permanecería sin cambios.
El Eurostoxx ha subido un 1,9% en la semana, impulsado por el CAC francés que, gracias a las compañías de lujo como Louis Vuitton (LVMH) o Hermès, volvía a batir su récord histórico de todos los tiempos, y por el Dax alemán, que no ha llegado a batir sus máximos históricos, pero está muy cerca de conseguirlo. Por su lado, el Dow Jones ha protagonizado su cuarta semana consecutiva de subidas, ganando un 1,2% en la semana, y tanto el S&P como el Nasdaq han tenido su cuarta semana de subidas de las cinco últimas, con ganancias respectivas del 0,8% en el S&P y del 0,3% en el Nasdaq. También han subido las Bolsas asiáticas (Nikkei + 3,5% en la semana y Shanghai Composite +0,3%) y las emergentes (MSCI de Bolsas emergentes en dólares +1,36%).
Las Bolsas parecen haber superado así, de forma muy expeditiva, la crisis bancaria provocada por la intervención del Silicon Valley Bank y de Credit Suisse, una crisis que ha servido como test para el nuevo modelo de gestión de los Bancos con problemas. El nuevo modelo parte de la lección aprendida con la quiebra de Lehman en 2008 y se basa en la rápida intervención de los Bancos con problemas, sin dejarlos deteriorase hasta el final como pasó en Lehman. A esa intervención rápida le siguen la asunción de pérdidas por los accionistas o equiparados (léase AT1), el suministro ágil y generoso de liquidez al sistema bancario como cortafuegos para evitar espirales de desconfianza y la venta inmediata a precio simbólico del Banco con problemas a un Banco solvente y bien gestionado (UBS en el caso de Credit Suisse y First Citizens en el caso de Silicon Valley Bank).
Ese modelo ha funcionado en la crisis bancaria de marzo. Quienes estuviesen esperando una crisis financiera generalizada pueden, por tanto, esperar sentados porque el conjunto del sistema bancario goza de buena salud, como los demuestran los primeros resultados de Bancos americanos que se publicaron el pasado viernes. JP Morgan logró ingresos récord en el primer trimestre, disparándose sus acciones un 7,5% al alza en la sesión; Citi también dio buenas cifras y subió un 4,8% y Wells Fargo no logró gustar tanto al mercado y, de hecho, tuvo una ligera caída del 0,05% en la sesión, pero en la semana subió un 4,5%.
Pero ¿significa eso que se hayan acabado los problemas? La respuesta simple es no. Ni podemos dar por acabados los problemas en el sector bancario ni podemos dar por acabado el ajuste y la corrección de los excesos y desequilibrios económicos que empezaron en 2022. Nuestra lectura es que estamos ante una crisis cuyo desarrollo, como venimos diciendo, va a ser a nuestro juicio largo aunque básicamente ordenado, y es inevitable que en el curso de ese desarrollo largo haya impacto sobre algunas otras entidades bancarias igual que lo ha habido sobre Silicon Valley Bank, Signature Bank o Credit Suisse. Otras situaciones irán, inevitablemente, aflorando, pero el conjunto del sistema bancario tiene la suficiente fortaleza como para absorber todos los casos que se vayan presentando, tal y como se han absorbido los casos que han aflorado en marzo.
Además de esa fortaleza del sistema, hay otra gran diferencia en esta crisis respecto a la de 2008 y es el enfoque de los Bancos Centrales. Parece claro que los Bancos Centrales han aprendido la lección de Lehman y de las crisis financieras del pasado siglo, y saben muy bien que hay que evitar a toda costa que la crisis económica se transforme en crisis bancaria porque si el pulmón financiero de la economía se daña, la crisis alcanza una dimensión, una escala, mucho más preocupante, al entrar en espirales de desconfianza y de contracción que se autoalimentan.
Este enfoque es el que ha traído la calma a los mercados, pero sería un error, a nuestro juicio, interpretar esa calma como una señal del final de la crisis. Es decir, el ajuste que se inició el pasado año 2022 al aparecer la inflación y al cambiar el régimen monetario no ha terminado, y la crisis económica seguirá su curso, que es un curso, como decíamos, largo aunque básicamente ordenado.
No deja de ser curioso que haya sido precisamente el presidente de JP Morgan, Jamie Dimon, quien haya alertado, primero en su carta anual a los accionistas, y después el pasado viernes, tras la presentación de resultados de la entidad, que las subidas de tipos van a traer problemas a la economía y que esos problemas están en gran medida por venir y afectarán más a quienes estén más endeudados. Es algo elemental, pero viene bien que nos lo recuerde alguien como Jamie Dimon y que lo haga justamente el día en el que la entidad que dirige presentaba unos magníficos resultados trimestrales. La tentación es pensar, a la luz de las buenas cifras de JP Morgan o de empresas globales como Louis Vuitton (LVMH) que la crisis ha pasado, pero eso es en nuestra opinión, leer mal esta crisis, leer mal las hojas de té.
Esta semana entramos de lleno en la temporada de publicación de resultados, con un gran número de compañías europeas y americanas publicando sus cifras, entre ellas algunos Bancos como Charles Schwab (últimamente en el foco de la atención por su estructura de balance) el lunes, Bank of America, Netflix, Johnson & Johnson, Goldman Sachs y BNY Mellon el martes, Morgan Stanley y L´Oreal el miércoles, Taiwan Semiconductor el jueves y Procter & Gamble el viernes.
El martes se publica el PIB de China en el primer trimestre y hay también algunas intervenciones de miembros de la Fed y algunos datos macro, pero la próxima reunión de la Fed es el 3 de mayo y, de momento, en unas Bolsas que están, a pesar de la crisis, o en máximos históricos, como el CAC y casi el Dax, o muy cerca de ellos, todo el foco se pondrá en los resultados empresariales.
Salvo que haya sorpresas grandes, nuestra apuesta es que los resultados apoyarán, de momento, esos altos niveles y que, por tanto, la tercera semana de abril será más bien tranquila, consolidando los niveles alcanzados, a la espera de que el menor crecimiento empiece a afectar de verdad a las cuentas de las empresas.
Juan Carlos Ureta Domingo
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