Decíamos la semana pasada que las Bolsas han pasado, desde el inicio de la crisis del coronavirus, por tres fases: una primera fase de "shock" ante la pandemia y la paralización económica, una segunda de esperanza ante las medidas adoptadas por la Fed y restantes Bancos Centrales y una tercera, la fase actual, de dudas sobre cómo van a ser la economía y el mundo post Covid.
Estamos inmersos de lleno en esta tercera fase y hay algunas cosas que van quedando claras a medida que avanzan las semanas. La primera es que hay mucha liquidez en busca de inversiones, más aún tras las fuertes inyecciones de liquidez acordadas por los Bancos Centrales con la Fed a la cabeza. La segunda es que los inversores ven un mundo de ganadores y perdedores una vez que pase la pandemia. La tercera es que el dinero huye del bando de los perdedores y se apresura a posicionarse a la mayor velocidad posible y sin importarle demasiado los precios, en los valores que considera que van a ganar.
Nada de esto es totalmente nuevo. En el mundo pre Covid, el de fines de 2019 y principios de 2020, ya estaba muy claro que había más dinero en el mundo que inversiones atractivas, que el dinero se dirigía de forma cada vez más decidida hacia los mercados y valores considerados de calidad y de futuro, y que ese movimiento de flujos de liquidez impactaba en los precios de los activos, dejando en un segundo plano las valoraciones fundamentales.
En el 2019, como ya había sucedido en el 2017, el dinero se dirigía sobre todo a las Bolsas americanas, y dentro de ellas a los valores tecnológicos, con preferencia hacia los llamados FAANG (Apple, Amazon, Google, Facebook, Microsoft...). En lo que a Europa se refiere solo la Bolsa alemana realmente atraía un flujo de inversiones suficientemente relevante, mientras otras como la española, sin ser completamente olvidadas en un mundo en el que la inversión es necesariamente diversificada y global, eran relegadas de forma sistemática por los grandes inversores.
Ahora, tras el coronavirus, todo esto sigue siendo así, y además lo es en una escala mayor. La crisis provocada por la pandemia, lejos de cambiar estas tendencias, las ha acelerado y amplificado, provocando una divergencia cada vez mayor en los mercados. Si antes las tecnológicas eran las preferidas ahora lo son más. Si antes las Bolsas americanas estaban por delante ahora lo están más. Si antes la Bolsa alemana era la líder en Europa, ahora lo es más. Esas preferencias mueven la dirección de las inversiones y los grandes flujos de dinero mueven las cotizaciones mucho más que el análisis de los fundamentales. No hay un alejamiento total del análisis de valor, pero lo que realmente mueve al dinero son lo que el premio Nobel de economía Robert Shiller llama las "narrativas". Es decir, los estados de opinión, los relatos sobre cómo va a ser el futuro, las percepciones que se propagan de forma global y a gran velocidad en esta sociedad de la información del siglo XXI.
Esta última semana hemos tenido varias muestras muy claras de todo lo anterior. El lunes las Bolsas iniciaban la semana con una fortísima subida, provocada por la noticia de que una empresa biotecnológica americana, Moderna, había superado con éxito la fase uno de prueba de una vacuna contra el coronavirus. Aunque el mismo martes una publicación especializada, Stat, ponía en duda la importancia del anuncio, la realidad es que el potente impulso de la narrativa del lunes, de la esperanza de una vacuna, ha durado toda la semana, llevando a las Bolsas a subidas semanales del 3,2% para el S&P, del 4,9% para el Eurostoxx, del 5,8% para el Dax e incluso del 3,4% para nuestro Ibex, pese a la crisis que sufrió el martes al permitirse de nuevo las posiciones cortas.
El mismo lunes tenía lugar otra potente "narrativa", esta vez en la zona euro, al anunciarse un acuerdo entre Macron y Merkel para lanzar un Fondo de ayudas a países miembros por medio billón de euros con cargo al presupuesto comunitario. Un acuerdo que no parecen aceptar algunos países pero que ha movido los mercados europeos al alza. Finalmente, la narrativa de la reapertura de las economías y la vuelta a la vida anterior a la pandemia ha sido, sin duda, otro de los factores que ha estado presente a lo largo de la semana y ha facilitado las alzas bursátiles.
Si esas narrativas tienen un impacto tan potente es porque hay mucha liquidez, ahora más tras las macro inyecciones de la Fed y de los restantes Bancos Centrales, y lo interesante es ver hacia dónde se orienta esa liquidez.
Si lo vemos por bloques, parece claro que EE.UU. y China son ganadores a la hora de atraer los flujos de inversión, y que Europa, con la excepción de Alemania, no es capaz de capturar una parte sustancial de esos flujos. La impresión es que el dinero busca seguridad, una seguridad que antes encontraba en los bonos de alta calidad, y que ahora que los bonos de calidad ya no ofrecen rentabilidad debe buscarse cada vez más en la renta variable.
Como antes decíamos, este enfoque no está totalmente alejado del análisis de los fundamentales. Lo que pasó tras el 2008 demuestra que, frente a una Europa atrapada por la falta de voluntad de reformas, EE.UU. saldrá antes y mejor de la crisis gracias a contar con unos mercados de capitales muy profundos y eficientes, que harán su labor, y que China tiene sus problemas, pero aún tiene mucho crecimiento por delante, aunque a corto plazo sufra. Pero, dicho lo anterior, el deseo de invertir en opciones ganadoras está llevando a los inversores a pagar unos precios que probablemente están por encima de lo que los fundamentales recomendarían a la luz de la situación económica que transmiten los datos que se van conociendo.
Esa aparente indiferencia de los inversores hacia las perspectivas económicas se ha visto de nuevo la semana pasada. Las actas de la Fed y del BCE muestran cómo los banqueros centrales están preocupados por el escenario que vislumbran a futuro, que, usando los propios términos de la Fed, es un escenario de incertidumbres "extremadamente elevadas". Un escenario que se agrava con los 38,6 millones de nuevos parados desde que empezó la crisis, tras los 2,4 millones que se sumaron la última semana. Los PMIs adelantados de mayo muestran en la zona euro una cierta subida respecto a abril, pero muy tímida y menor de la esperada. Por ejemplo, el PMI alemán (IHS Markit) de manufacturas de mayo subió a 36,8 desde el 34,5 de abril, pero quedó por debajo del 39,2 esperado. Japón confirmó el pasado lunes su entrada en recesión tras caer su PIB un 0,9% en el primer trimestre y el segundo trimestre no ha empezado bien, tras publicarse una caída del 22% de las exportaciones japonesas en abril. Por terminar con las referencias negativas, China ha renunciado a dar un objetivo oficial de crecimiento de su PIB para este año.
Estamos por tanto ante Bolsas muy movidas por los flujos, que descuentan de forma inmediata y entusiasta las buenas noticias porque hay mucho dinero a la espera, y que se protegen de lo que pueda deparar el futuro comprando sobre todo los activos y los países considerados de mayor calidad y penalizando a los que entienden que, como es lamentablemente hoy el caso de España, no entran en esa categoría.
Lo que hagan las Bolsas estas próximas semanas sigue siendo muy relevante de cara al medio plazo. Primero porque, como decíamos hace dos semanas, el S&P y otros índices están en niveles técnicos muy importantes, desde los que podría tanto romper al alza como caer hacia los mínimos de marzo, y segundo porque los mercados y activos por los que los inversores muestran clara preferencia y hacia los que dirigen sus flujos han llegado a precios que en la mayor parte de los casos no parecen acordes con el escenario que previsiblemente tendremos los próximos años.
Ya está casi terminada la presentación de resultados empresariales del primer trimestre, aunque hay algunos interesantes esta semana, como los de las minoristas americanas Dollar General, Dollar Tree y Costco, que se publican estos próximos días. Hay también algunas noticias y datos interesantes como la encuesta IFO alemana o los pedidos de bienes duraderos de abril en EE.UU. Pero realmente la atención seguirá puesta en el ritmo de la reapertura y en los avances en vacunas y soluciones médicas a la pandemia.
Todo indica que mayo terminará bien, en lo que a las Bolsas se refiere, pero los inversores tendrán que ir resolviendo sus dudas, en un sentido o en otro, a partir de junio.
Juan Carlos Ureta Domingo
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