Curiosamente el Nasdaq, con su moderada subida semanal del 0,25%, ha sido el índice que más se ha aproximado a la previsión que hacíamos al finalizar nuestro último comentario, cuando apostábamos por una semana lateral ligeramente bajista. Un pronóstico que habría sido acertado si la semana hubiese terminado el jueves, pero que dejó de ser válido tras las subidas generalizadas de las Bolsas el viernes, en la sesión de cierre semanal.
La subida del viernes, que se produjo ya bien entrada la sesión, tuvo como detonantes un mal dato de inflación mayorista en Estados Unidos y un mal dato de sentimiento del consumidor de la Universidad de Michigan, algo bastante difícil de entender, y permitió al Nasdaq cerrar la semana en positivo, con ese modesto avance del 0,25%, y ayudó a otros índices a tener subidas semanales de mayor entidad. Subidas que han superado el 1% en el Eurostoxx (+1,3%) y en el Dax (+1,5%), y el 2% en el caso de nuestro Ibex. El S&P ha tenido que conformarse con una subida semanal del 0,87%.
Pero, sin duda, la estrella de la semana ha sido el Russell 2000, que agrupa a las empresas americanas de baja capitalización bursátil, y que ha subido un 6% en la semana. Se ha corregido así, al menos en parte, la mala situación de los hasta ahora olvidados valores de pequeña capitalización, que había llevado al Russell 2000 a números negativos en el año.
Esta divergente y, en cierto modo, convulsa evolución de los índices refleja ya, en cierta medida, la sorprendente semana que han vivido las Bolsas, una semana en la que hemos visto, el jueves, fuertes caídas del S&P y del Nasdaq, justo después de anunciarse un buen dato de inflación norteamericana de junio y casi a continuación fuertes subidas el viernes del S&P y del Nasdaq justo después de anunciarse, como decíamos, malos datos de inflación mayorista y de sentimiento del consumidor. Para complicar aún más la lectura, el viernes el Dow, el S&P y el Nasdaq tuvieron un recorte bastante fuerte en los últimos minutos, sin motivo conocido.
Una interpretación posible de lo sucedido esta semana sería que, por fin, ha empezado la tan deseada rotación del dinero desde los grandes valores tecnológicos hacia el resto del mercado. Esto supondría una ampliación de la subida del mercado, hasta ahora muy concentrada en un puñado de compañías. La sesión del pasado jueves, en la que el Nasdaq cayó casi un 2% mientras el Dow Jones y el Russell, menos influidos por la tecnología, acabaron en positivo, avalaría esa interpretación, y también la sesión del viernes de cierre semanal, en la que el Nasdaq subió un 0,6% mientras el Russell 2000 subió casi el doble, el 1,1%.
Podríamos, sin embargo, entender que los inversores tan solo han querido realizar algunos beneficios tras la buena noticia de la inflación de junio, y han optado por realizar parte de su cartera en grandes tecnológicas, pero no va a haber un auténtico relevo ni hay un cambio de modelo. En todo caso, si hubiese corrección o descanso en las grandes tecnológicas, eso se notará en los índices porque su peso en los índices ha llegado a ser tan grande que la caída de esos valores impacta mucho. De nuevo, el ejemplo lo vimos el pasado jueves, cuando casi 400 de las 500 empresas que forman parte del S&P subieron y, sin embargo, el S&P cayó casi el 2% en la sesión.
Sea cual fuere la interpretación, lo que queda claro es que los inversores siguen totalmente concentrados en lo que vaya a pasar con los tipos de interés y, tras un discurso bastante plano de Jerome Powell el pasado martes, el dato de inflación ha sido el que ha movido a los mercados, aunque lo haya hecho con efecto retardado del jueves al viernes.
Pero, a partir de ahora, los resultados van a impactar también en las Bolsas. El viernes vimos una fría recepción de los números de tres grandes Bancos, con Citi cayendo un 1,8%, JP Morgan un 1,2% y Wells Fargo un 6%, a pesar de que los números no fueron malos, sobre todo, los de Citi y JP Morgan. Esa fría recepción, unida a las caídas de las grandes tecnológicas en la sesión del pasado jueves (Tesla se hundió un 8,5%, Meta un 4%, Nvidia un 5,6%, Apple un 2% y Alphabet cerca de un 3%), corregidas solo en parte el viernes, nos ponen en guardia a la hora de empezar la temporada de resultados, ya que el común denominador es que las Bolsas han subido ya mucho y los inversores van a mirar con lupa los números y las previsiones a futuro que den las compañías.
Esta semana hay datos como las ventas minoristas de junio en Estados Unidos o el PIB chino del segundo trimestre, pero, sobre todo, entramos ya de pleno en la presentación de resultados del segundo trimestre, con nombres como ASML, Taiwan Semiconductor, American Express, Johnson & Johnson, Netflix, Bank of America, Goldman Sachs, o Morgan Stanley, entre otros muchos.
Las Bolsas tienen ganas de subir, y al subir generan más liquidez, una liquidez que se retroalimenta con las subidas porque al subir las cotizaciones se amplían los colaterales para obtener financiación en unos mercados que, sobre todo, los americanos, están muy apalancados. De esa forma, el bucle "subidas-liquidez" se autoalimenta y funciona muy bien a corto plazo, pero a costa de generar muchas distorsiones a medio plazo.
Tras cerrar de nuevo por encima de los 40.000 puntos, el Dow Jones está en niveles técnicos importantes en los que o rompe al alza o debería tener una corrección de cierta envergadura, y lo mismo les pasa al S&P y al Nasdaq. La actuación del BCE, que se reúne este jueves y, sobre todo, la de la Fed, vuelven a ser claves tanto en el corto como en el medio plazo.
Juan Carlos Ureta Domingo
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