Como habíamos previsto en nuestro anterior comentario, la primera semana de junio ha estado dominada por la volatilidad, y movida por las tres claves a las que nos referíamos hace una semana: los movimientos en Japón, los datos económicos americanos y los bonos.
Los datos americanos, con el empleo de mayo como referencia principal, siguen mostrando una economía estadounidense que parece que quiere recuperarse y que, hoy por hoy, es la que realmente genera mejores expectativas de reactivación. Esto ha permitido a las Bolsas americanas cerrar la semana con ligeras ganancias, al calor de la subida en la sesión de cierre del viernes, por los buenos datos de empleo y por el anuncio del Fondo de Pensiones público japonés de que reducirá sus posiciones en bonos y las incrementará en acciones.
Las cosas son diferentes en Europa y en Asia, y esta diferencia tiene bastante que ver con las otras dos claves comentadas, Japón y los bonos. Las Bolsas de la zona euro han tenido pérdidas semanales, si bien al final esas pérdidas se vieron algo mitigadas por la subida del viernes (Cac - 1,9%, Dax - 1,1%, Ibex -0,6%). Las caídas de las Bolsas europeas se han producido en medio de una subida general de los tipos de interés de los bonos soberanos en todos los países miembros. Pero donde de verdad se han producido caídas fuertes ha sido en Asia. El Nikkei volvió a tener su particular jornada negra, esta vez la del miércoles, con un descenso en el día del 3,8% y cerró la semana por debajo de los 13.000 puntos, acumulando una caída semanal del 6,5%. Las restantes plazas asiáticas han tenido, en general, caídas del 3% o superiores, muy contagiadas por Japón.
La explicación de estas caídas hay que verla, sobre todo, en las crecientes dudas que genera la política económica impulsada por el primer ministro japonés Shinzo Abe. En su comparecencia del miércoles, Abe no fue capaz de precisar en qué van a consistir las prometidas reformas estructurales de la economía japonesa que se supone son el tercer pilar, la llamada "tercera flecha" de su propuesta para sacar a Japón de dos décadas de estancamiento y deflación. Abe no ha generado credibilidad y los mercados se han quedado con la idea de que no habrá reformas estructurales serias y que lo único que pueden esperar es la inundación de dinero prometida por Kuroda.
Y es aquí donde viene lo inquietante. La idea de Abe y de Kuroda es sencilla: si logramos que suba la inflación y que baje el yen, crecerán las exportaciones japonesas, y se iniciará un círculo virtuoso de crecimiento. El problema es que Kuroda había prometido, a la vez, que los tipos de bonos del Tesoro japonés bajarían, y lo que es obvio es que si se dice que va a subir la inflación, los tenedores de bonos los van a vender y nadie va a comprar bonos salvo el propio Banco de Japón. Y las compras del Banco de Japón, pese a lo que diga Kuroda, tienen sus límites, ya que el Banco de Japón no va a comprar todos los bonos en circulación.
La consecuencia es que la política de Abe/Kuroda, la llamada Abenomics, hace aguas y que hoy ya parece claro que es un "pequeño gran fracaso", un experimento que puede no tener un final feliz. A estas alturas y tras lo sucedido en las dos últimas semanas, a partir del desplome del Nikkei del jueves 23 de mayo, debemos prepararnos para el momento en el que se certifique ese fracaso, que si llega será sonoro y tendrá implicaciones en todos los mercados de activos globales. Ahora bien, el reconocimiento de ese fracaso, si llega, se retrasará lo más posible en el tiempo, ya que no es grato para los responsables políticos o económicos reconocer que se han equivocado. Pero sin la "tercera flecha" la política de Abe no va a funcionar.
A la vez, lo que está pasando en Japón debe ser una lección para la zona euro, y esto es lo que, aunque tímidamente, apuntó Draghi en su comparecencia del pasado jueves, que tanto perturbó a los mercados. Solo con medidas monetarias, por muy generosas que sean, no se va a salir de la crisis, al revés, puede haber un efecto de agravar los problemas pendientes.
En la segunda semana de junio, más allá de los datos económicos que se conocerán, como las ventas minoristas de mayo en Estados Unidos o las peticiones semanales de subsidios de desempleo, la atención estará de nuevo centrada en Japón, ya que el lunes se inicia la reunión de dos días del Banco de Japón. Lo que cabe esperar es un gigantesco ejercicio de comunicación para tratar de calmar a los mercados, y evitar un deterioro mayor del Nikkei. Como los Bancos Centrales y los Gobiernos son poderosos, y como, además, los mercados están muy dispuestos a "comprar" el discurso de que si hay más inyecciones de dinero se reactivará la economía y subirán las Bolsas, podemos ver un repunte en las Bolsas tras las dos semanas de caídas anteriores.
Pero hay ya signos de que el modelo de Abe está tocado, y si esto se confirma en los próximos meses, las implicaciones, como antes decíamos, serán globales y afectarán a todos los mercados de activos.
Además de prestar atención a las declaraciones de la FED y al posible final de la QE3, los inversores deberían, sobre todo, protegerse frente al riesgo de que las agresivas políticas de Shinzo Abe, que esta semana seguramente verán reforzados los mensajes positivos a su favor, puedan finalmente convertirse en un experimento fallido, más allá de los posibles repuntes a corto plazo.