Opinión

Las tecnológicas dan un nuevo significado a la volatilidad


Febrero ha sido recibido por las Bolsas, en particular por las americanas, de la misma forma en la que terminó enero, es decir, con una alta volatilidad, que en esta ocasión ha tenido como protagonistas a destacadas compañías tecnológicas, incluyendo, y esta es la novedad de la semana, a una de las FAANG, en concreto a Meta Platforms, la antigua Facebook, es decir la "F" del acrónimo FAANG. Una compañía que ha cambiado el nombre para decir que ahora es ya algo más que Facebook, al haber orientado su modelo de negocio hacia el metaverso.

En una visión rápida de la semana, el lunes vimos un fuerte rally alcista liderado por las tecnológicas (Nasdaq +3,3% en la sesión) y las subidas continuaron el martes y el miércoles, al calor de los buenos números presentados por Alphabet/Google, y a pesar de que en la zona euro el crecimiento del PIB del cuarto trimestre fue decepcionante (0,3%) y la inflación subió al 5,1%, una combinación que conduce al temido escenario de la estanflación. Tras esas tres primeras sesiones al alza, el jueves vimos fuertes caídas (Eurostoxx -1,9%, S&P -2,4%, Nasdaq -4,2%, Dow -1,45%) tras destapar Facebook la caja de los truenos. Las caídas se prolongaron el viernes en las Bolsas europeas, pero no sin embargo en las americanas, que lograron cerrar la sesión final de la semana en positivo gracias a los buenos resultados de Amazon y al informe de empleo americano de enero, con 467.000 nuevos puestos de trabajo frente a los 150.000 que estimaban los analistas, además de revisar al alza las cifras de empleo de los meses previos.

Una semana movida, por tanto, pese a que una vez más la evolución semanal de los índices parecería sugerir lo contrario. Los índices americanos han cerrado la semana ligeramente en positivo (Nasdaq +2,4%, S&P +1,5% Dow Jones +1%) y los europeos ligeramente en negativo (Eurostoxx -1,2%) mientras que en el Nikkei y en el Kospi hemos visto subidas del 2,7% y del 3,3%, respectivamente. Frente a esa imagen de aparente tranquilidad, los bruscos giros y reversiones en el día se han convertido en lo normal en el inicio del 2022, y subidas o bajadas de un 2% en la sesión son ya habituales, haciendo olvidar los tiempos, no tan lejanos, de bajísima volatilidad en los que todo era previsible y suave, bajo el férreo control de la Fed.

Con ese telón de fondo, la novedad de la semana pasada, en lo que a la volatilidad se refiere, es doble.

En primer lugar, la nueva dimensión que la volatilidad ha adquirido en las tecnológicas. El pasado jueves veíamos, por ejemplo, cómo los futuros del Nasdaq se disparaban al alza después del cierre de la sesión, tras haber sufrido el Nasdaq en la sesión del miércoles la mayor caída en un año, en concreto un 4,2%. En empresas concretas la intensidad de los movimientos fue mucho mayor. Así, por ejemplo, Snap pasó de perder en la sesión del jueves un 23,6% a subir tras el cierre, en el mercado "after hours" más de un 60% al presentar cifras que gustaron al mercado. Amazon, que había bajado en la sesión un 7,8%, subió after hours un 15% y Pinterest, que había bajado en la sesión un 10%, subió after hours un 20%.

En segundo lugar, la volatilidad extrema no se limita a compañías de segunda fila, sino que ha llegado al núcleo duro tecnológico, es decir, a las FAANG. Esta es, como decíamos, la gran noticia de la semana. El miércoles por la noche Facebook (ahora Meta Platforms) caía after hours un 26% tras publicar malas cifras del cuarto trimestre y previsiones poco excitantes para los próximos meses. Mark Zuckerberg fue especialmente pesimista en sus predicciones para el futuro, dibujando un panorama de competencia creciente (aludió al empuje de nuevas redes sociales como TikTok) y de mayor preocupación por la privacidad, algo que podría incidir de pleno en el hasta ahora modelo de negocio de Facebook, muy basado en monetizar vía publicidad los datos de sus miembros.

Esa brusca pérdida de una cuarta parte de su valor por parte de Facebook/Meta en unas pocas horas merece sin duda una reflexión, porque sitúa el significado de la volatilidad en un nivel distinto. Un nivel que conecta con la formación del valor y de los precios en los mercados financieros.

Lo sucedido en Facebook refuerza una impresión que ya habíamos tenido al ver el comportamiento de tecnológicas como Peloton, Zoom, Paypal, Uber, Robinhood o Netflix. La sensación es que la construcción de valor de esas compañías había sido demasiado acelerada, y, tal vez por eso mismo, poco sólida. Esa duda sobre la falta de solidez en el proceso de creación de valor empezó afectando a compañías de segundo o tercer nivel, como las llamadas "meme stocks", y se extendió luego a compañías más relevantes como las antes citadas, pero ahora empieza a afectar también, con Facebook, a las mega compañías. Es decir, a las compañías sobre las que se está construyendo la infraestructura de la sociedad digital del siglo XXI. Y no hay que olvidar que las FAANGs han llegado a ser casi el 25% de la capitalización total del S&P.

En definitiva, da la impresión de que, al calor del dinero barato y de la deuda fácil se ha construido un valor que en parte es ficticio, exagerado, hipertrofiado. Las proyecciones se habían hecho pensando en un mundo exuberante, lleno de dinero abundante y barato y las proyecciones apuntaban a un horizonte claro, despejado, sin ninguna nube. Lamentablemente la realidad es otra, nada es tan lineal y fácil como parece, y el dinero abundante y barato no dura para siempre. Eso conecta con lo que algunos llaman el "cambio de régimen" monetario, o dicho de otro modo, con el fin de la era del dinero barato tras más de una década en la que el mundo se ha configurado alrededor del dinero barato.

La Fed ha anunciado un cambio hacia la normalización monetaria, subiendo los tipos y reduciendo su balance, y el Banco de Inglaterra le ha seguido, subiendo tipos el jueves pasado. El BCE no subió los tipos, pero cambió su discurso y su presidenta Christine Lagarde tuvo que admitir que a lo mejor se une a la subida de tipos este mismo año. Como hemos dicho en muchas ocasiones, en nuestra opinión ese intento de endurecimiento de las condiciones monetarias puede quedarse a medio camino, tal y como sucedió en el 2018 con el anterior intento, que tuvo que ser abortado por la Fed. Pero, aunque así sea, un pequeño cambio en los tipos o en la liquidez puede tener un efecto muy negativo en un mundo lleno de deuda y adicto a las inyecciones de liquidez permanentes. Cualquier mínimo cambio monetario puede provocar grandes impactos.

Entramos así en la segunda semana de febrero, en la que hay muchísimos resultados empresariales y la que seguirán las tensiones en torno a Ucrania. Pero los ojos estarán sobre todo en los Bancos Centrales y, en este sentido, el lunes habla Christine Lagarde ante el Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo y el jueves se publica el IPC americano de enero que se espera suba por encima del 7% y que podría reafirmar a la Fed en su posición "dura".

Con el petróleo ligero americano (WTI) por encima de 90 dólares barril y con el tipo del bono del Tesoro (T bond) americano encaminándose hacia el 2%, lo que cabe esperar es que la volatilidad que hemos visto en enero y en los primeros días de febrero continúe esta próxima semana, dando lugar a un proceso de ajuste de valoraciones que puede aún durar un cierto tiempo y que, siendo en cierto modo inevitable, solo cabe desear que sea lo más ordenado posible.



Juan Carlos Ureta Domingo
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