El inicio del segundo semestre no ha podido ser más positivo, tras alcanzar el pasado viernes tanto el S&P como el Nasdaq nuevos máximos históricos de todos los tiempos en la negociación intradiaria y en el cierre. En el caso del S&P, que ha subido cuatro de las cinco últimas semanas, se trata del récord número treinta y cuatro desde que empezó el año y las subidas de estos primeros días de julio le han permitido cerrar por primera vez en su historia por encima de los 5.500 puntos y acercarse tres días después, en la sesión del viernes, a los 5.600 puntos.
Esa nueva demostración de fuerza de las Bolsas americanas, lideradas como viene siendo habitual por la tecnología, es en sí misma bastante impresionante, pero lo es aún más si tenemos en cuenta que se produce tras un primer semestre realmente extraordinario para las Bolsas americanas, y en medio de nuevas incertidumbres políticas, generadas en el caso de Europa por las elecciones anticipadas en Francia y en el caso de Estados Unidos por las dudas sobre la capacidad de uno de los dos candidatos para afrontar el proceso electoral, a la vista de su pobre papel en el primer debate televisivo.
La novedad de la semana pasada ha sido que las Bolsas europeas también se han sumado a las alzas, con la Bolsa francesa a la cabeza. El Cac francés subió un 2,6% semanal, el Mib italiano un 2,5%, el Dax alemán un 1,3% y el Eurostoxx un 1,7%. Nuestro Ibex ha subido solo un 0,7%, en parte por el descuento de dividendos y en parte por la debilidad de algunos valores. Los índices americanos han tenido, como decíamos, una semana de récords, con el Nasdaq ganando un 3,5% en la semana, el S&P un 1,95% y el Dow Jones un 0,7%. El Nikkei japonés también se sumó el pasado viernes a los máximos históricos, superando por primera vez en su historia los 41.000 puntos, aunque al final de la sesión recortó un poco y cerró ligeramente por debajo de ese nivel.
El factor político, que a principios de este año se presentaba como un motivo de preocupación y de posible inestabilidad, parece superado. La revista The Economist llegó a poner en su portada un perfil de Donald Trump presentándole como el mayor riesgo para las Bolsas este año 2024, pero ahora los sondeos le dan como casi seguro presidente y, sin embargo, las Bolsas americanas no paran de marcar récords históricos. Realmente ni la situación en el Mar Rojo, ni la persistencia de la guerra en Ucrania y en Gaza, ni los sucesivos episodios de tensión por los diversos conflictos geopolíticos, o por la guerra comercial o tecnológica, han inquietado lo más mínimo a los mercados.
Las Bolsas parecen ignorar completamente el factor político y se centran en los datos económicos, como el informe de empleo americano de junio publicado el pasado viernes, con una creación de 206 mil puestos de trabajo frente a los 200 mil estimados, es decir un poco más de lo previsto, pero con una subida de la tasa de paro al 4,1% tras haberse revisado bruscamente a la baja la creación de empleos de mayo hasta 218 mil. Esa elevación de la tasa de paro y el hecho de que los salarios por hora subiesen en junio un 3,9% en términos anualizados, en línea con lo estimado, dio alas a la Bolsa.
Pero no todo son buenas noticias, hay también algunas dudas en ese horizonte aparentemente tan despejado de las Bolsas.
La primera duda es la concentración de las subidas en muy pocos valores, esencialmente vinculados a la tecnología. Es verdad que Nvidia ha cedido un poco desde máximos, pero la semana pasada hemos visto cómo Apple subía un 7,5% en las cinco sesiones, Meta un 7,1%, Alphabet un 4,7%, Microsoft un 4,6% y Amazon un 3,5%. Incluso la ya casi olvidada Tesla ha subido un 27% en la semana y acumula una subida del 43,7% en el último mes. Como estos valores tienen un elevado peso en los índices, dada su gigantesca capitalización, sus subidas tienen un impacto más que proporcional en los índices. En el caso de Europa la concentración no es tan grande, pero ciertamente un conjunto de valores como las tecnológicas ASML y SAP, o los Bancos italianos Unicredit e Intesa San Paolo acumulan fuertes ganancias mientras otros valores como Volkswagen, BMW o Boyer están en pérdidas.
Una segunda duda, que tiene que ver con lo anterior, es la mala situación de los valores de pequeña o mediana capitalización. El índice Russell 2000, que agrupa a las compañías americanas de menor capitalización, bajó un 1% la semana pasada y desde que empezó el año baja un 0,02%. Parece que el dinero, concentrado en los gigantes tecnológicos, no quiere saber nada de las restantes compañías.
La pregunta es si es posible una continuidad de la subida con esas divergencias. Y la respuesta ortodoxa sería que no. Pero como estamos en un mundo diferente, en una economía diferente y en unas Bolsas diferentes, hay que responder siempre con la advertencia (warning) de que podemos estar equivocados.
Las divergencias no se quedan en los pequeños valores, se extienden también a las Bolsas europeas. En lo que va de año, el Nasdaq sube un 22% y el S&P un 16,5%, mientras que el Eurostoxx sube un 10%. Incluso estos últimos días hemos visto divergencias con el activo que ha venido actuando como indicador por excelencia del apetito por el riesgo, el bitcoin, que ha bajado un 17% desde su récord en marzo, mientras las Bolsas subían.
La segunda semana de julio empieza con estas dudas y con un resultado electoral en Francia que no presagia nada bueno ni para Francia ni para Europa. Las referencias principales de la semana son la inflación americana de junio, tanto la general como la de precios de producción, que se publicarán, respectivamente, el jueves y el viernes. Además, se publica el índice preliminar de confianza del consumidor el viernes.
Lo más importante es que empieza la temporada de publicación de resultados empresariales el viernes con Citigroup, Wells Fargo, JPMorgan Chase y Bank of New York Mellon publicando sus cifras.
Es difícil hacer pronósticos sobre la Bolsa a corto plazo, porque un análisis racional diría que las alzas no pueden seguir, pero el mercado quiere subir, hay liquidez y los datos no son muy negativos. Apostaríamos por una semana lateral ligeramente bajista.
Juan Carlos Ureta Domingo
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