Tras cinco semanas consecutivas de subidas y habiendo cerrado el pasado viernes por encima de los 5.800 puntos por primera vez en su historia, el S&P parece querer encaminarse directamente hacia ese nivel de los 6.000 puntos que ni siquiera los más optimistas podían imaginar a principios de este año. El buen tono del S&P ha sido compartido por los demás índices, tanto por los norteamericanos (Dow Jones +1,2% en la semana, Nasdaq +1,1%) como por los europeos (Eurostoxx +1%) y por el Nikkei (+2,5% en la semana).
Los primeros resultados empresariales publicados el pasado viernes han sido, como anticipábamos en nuestro comentario de la semana pasada, claves para conseguir ese buen comportamiento de las Bolsas en la segunda semana del siempre temido octubre. Los dos primeros resultados publicados, el de JP Morgan y el de Wells Fargo, dieron lugar el viernes a sendas subidas importantes en la cotización de ambos bancos, que se trasladaron de inmediato al resto de la Bolsa, incluyendo otros grandes bancos, como Citigroup o Bank of America, que publicarán sus cifras esta semana. Todos los grandes bancos americanos han cerrado la semana con subidas del entorno del 5%, que en el caso de Wells Fargo han sido incluso superiores (+7%).
Es interesante comprobar cómo los resultados empresariales han sido capaces de contrarrestar el mal dato de la inflación americana de septiembre, que subió una décima más de lo esperado, situándose en el 2,4% y con la subyacente también una décima más de lo esperado, en el 3,3%.
Pero lo más interesante del buen comportamiento de los bancos la semana pasada es que se amplía la subida del S&P más allá de las grandes tecnológicas. La remontada bursátil que se inició en agosto tras el susto del “yen trade” ya no está tan concentrada en los “siete magníficos”, a diferencia de lo que pasaba en el primer y segundo trimestre del año, cuando Nvidia y un pequeño grupo de valores prácticamente monopolizaban las subidas.
Recordemos que, por ejemplo, en el segundo trimestre el Nasdaq 100, que engloba a las supergrandes tecnológicas, subió un 7,8% mientras que el Dow Jones, en el que el peso de los valores tradicionales es mayor, bajó un 1,7%. En el tercer trimestre ha pasado justo lo contrario, es decir el Dow Jones ha subido un 8,2% mientras que el Nasdaq 100 ha subido solo un 1,9%, muy por detrás del Dow.
Las dos primeras semanas de octubre han confirmado la tendencia a la ampliación del número de valores que suben, y no solo en el caso de los bancos sino también en el de otros valores tradicionales. Eso ha permitido esta última semana subir algo más del 1% al S&P, al Dow Jones y al Nasdaq, a pesar de que las grandes tecnológicas no lo han hecho bien. Alphabet y Meta Platforms han caído un -2,4% y un -1%, respectivamente, Tesla se ha desplomado un -12,9%, Microsoft ha terminado la semana en el mismo sitio que la empezó (+0,06%) y Apple ha subido un simbólico +0,3% en la semana. Amazon y Netflix se han debido conformar con subidas respectivas del 1,2% y del 0,4%.
Es cierto que ha habido también tecnológicas que lo han hecho muy bien, sobre todo algunas de semiconductores como Nvidia, que ha subido un 7,9% en la semana y cerró el viernes en 134,8 dólares, muy cerca ya de su máximo histórico de julio en 140 dólares, o como Super Micro Computer (SMC), que ha subido un impresionante 16% en la semana. Pero incluso en ese sector ha habido alguna decepción como la de Samsung, que ha caído 1,9% en la semana.
Pero, al margen de detalles, el gran dibujo es el de unas subidas bursátiles que son mucho menos concentradas, y eso expone más a las Bolsas a un eventual debilitamiento de la economía, en un momento en el que algunos datos empiezan a mostrar cierta fatiga en el crecimiento. Al extenderse el “rally” a empresas no tan innovadoras, la sostenibilidad del “rally” se hace mucho más dependiente del ciclo general de la economía.
La cuestión clave, por tanto, es si el crecimiento va a ganar o va a perder velocidad, y eso conecta mucho con algunos de los factores que han estado impulsando el crecimiento. Sobre todo, con el desaforado gasto público alimentado por las políticas fiscales ultraexpansivas de estos últimos años tanto en Estados Unidos como en Europa. Gane quien gane las elecciones el próximo 5 de noviembre, Estados Unidos terminará el año con un déficit superior al 7% y con una deuda pública que supera ya, a fecha hoy, los 35,7 trillones (americanos, es decir, millones de millones) de dólares. Y gane quien gane las elecciones, el déficit público y la deuda pública seguirán creciendo en Estados Unidos y en la zona euro.
Como ya hemos dicho en algún comentario anterior, la emisión de deuda pública, sobre todo si es en forma de Letras del Tesoro, crea liquidez en una manera muy similar al de la creación de dinero por el sistema bancario, y una parte de esa liquidez va a las Bolsas y las hace subir. La conclusión es que tanto el crecimiento como la liquidez se han visto impulsados, al menos en una parte, por las políticas fiscales expansivas, lo cual traslada la cuestión de futuro a la sostenibilidad o no de esas políticas fiscales ultraexpansivas. La respuesta mayoritaria de los mercados es claramente positiva como lo reflejan los nuevos máximos históricos de todos los tiempos del S&P y el Dow Jones el viernes pasado.
Aun a riesgo de equivocarnos, y en contra de la opinión del mercado, pensamos que el gasto público no podrá sostener el mismo ritmo de crecimiento que ha mantenido estos últimos años, entre otras cosas porque el modelo de la Fed ha cambiado, y eso afectará tanto al crecimiento económico como a la liquidez del sistema. No pensamos tampoco en un corte brusco del gasto público, sino más bien en una fase de estabilización. Pero en unas Bolsas cuyo precio recoge la perfección, cualquier desvío del escenario óptimo provoca malestar.
Todo esto, si llega, tardará tiempo en llegar a las Bolsas y a corto plazo lo que importa son los resultados empresariales del tercer trimestre, que está semana empiezan a tomar velocidad. Citigroup, Bank of America, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Netflix, Johnson & Johnson, Procter & Gamble, Blackstone o American Express son algunos de los nombres que publicarán sus cifras estos días en Estados Unidos y en Europa ASML y Nokia, entre otros.
Cabe esperar que los resultados empresariales del tercer trimestre sean buenos y den soporte a las Bolsas, impulsando aún más al S&P hacia los 6.000 puntos. Pero están también las elecciones americanas y en Wall Street hay quien dice que cuando hay elecciones en noviembre, en octubre suele pasar algo. Es el llamado “october event”, el “evento de octubre”, y obviamente no tiene por qué pasar nada, pero si pasa algo tampoco debería sorprendernos.
Con el bono del Tesoro a diez años por encima del 4% y con el índice de volatilidad VIX por encima de 20, lo normal sería que las Bolsas consoliden estos niveles y no vayan más allá, pero todo es posible en un mundo inundado de liquidez, sobre todo si pensamos que en la zona euro todo indica que el BCE bajará los tipos el próximo jueves 17.
Juan Carlos Ureta Domingo
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