Opinión

Las Bolsas intentan de nuevo ignorar a la Fed

Hace ahora un año, la publicación a principios de enero de las actas de la reunión de la Fed, que había tenido lugar el 16 de diciembre de 2021, marcó el inicio de la corrección bursátil y de la corrección de los mercados de renta fija. Una doble corrección que (entonces obviamente no lo sabíamos y muy pocos se atrevieron a vaticinarlo) iba a prolongarse a lo largo de todo el año y que, como decíamos en nuestro anterior comentario, iba a producir una pérdida de valor conjunta para las Bolsas y los bonos superior a los treinta trillones (americanos) de dólares.

En aquella ocasión, las actas mostraban a una Fed preocupada por la inflación (la de diciembre de 2021, que se publicó la segunda semana de enero de 2022, fue del 7% en EE. UU.), cuyos miembros trasladaban a los inversores el mensaje claro de que los tipos de interés iban a subir a mayor velocidad de la prevista y de que la liquidez podía ir a menos, vía reducción del balance de la Fed. Algunos inversores, los menos, tomaron nota, y el Nasdaq cayó un 4,5% en la primera semana del año, anticipando así lo que iba a ser un pésimo año para las tecnológicas. Pero, en general, a las Bolsas les costó entender el mensaje. El Dow Jones tuvo una corrección meramente simbólica en esa primera semana de enero de 2022, y los índices europeos subieron, algunos como el italiano y el francés el 1%, entendiendo tal vez que la subida de tipos iba a ser un tema solo americano y que iba afectar solo a las tecnológicas.

Un año después, los inversores siguen ignorando los mensajes de la Fed. Las actas de la última reunión de la Fed el 15 de diciembre de 2022 se han publicado el pasado miércoles y su mensaje no es muy diferente al del pasado año. Los miembros de la Fed siguen claramente preocupados por la inflación, hasta el punto de que ni uno solo de ellos prevé bajadas de tipos de interés en el 2023, y son muy explícitos al advertir a los mercados de que la ralentización en el ritmo de subida de los tipos no debe ser interpretada como una relajación en el compromiso de la Fed de reducir la inflación. Es como si la Fed quisiera decir a los inversores que dejen de pensar que va a bajar los tipos este año, porque se van a equivocar.

La reacción de los inversores ha sido, sin embargo, la de ignorar olímpicamente esos avisos, mucho más incluso de lo que lo hicieron hace un año. Las Bolsas europeas han subido con muchísima fuerza (Eurostoxx +5,9% en la semana) y las americanas también, aunque menos (el S&P y el Dow un 1,5% y el Nasdaq un 1%). Lo más curioso es que las americanas se dispararon al alza justamente después de la publicación de las actas de la Fed y cerraron el pasado viernes en “modo rally”, rozando casi la euforia, con alzas en la sesión del 2,8% para el Nasdaq, del 2,3% para el S&P y del 2,1% para el Dow Jones. Los bonos también han hecho caso omiso a las actas de la Fed y el tipo de interés del bono a 10 años americano (T bond), que hace unos días estaba por encima del 3,8%, cerró el viernes en 3,56%.

La explicación hay que buscarla en diversos datos que se han publicado a lo largo de la semana, que hacen pensar a los mercados que hemos visto ya lo peor en la inflación y que a partir de ahora va a irse moderando claramente. Esos datos crearon el martes y el miércoles la sensación de una desaceleración global en ciernes, sensación que llevó al petróleo, y al sector energía en general, a recortar con fuerza en la sesión. Algunas informaciones sobre la debilidad de la demanda en Apple y en Tesla incidieron aún más en ese sentimiento negativo, con impacto sobre sus respectivas cotizaciones, y lo mismo el mal PMI de manufacturas americano de diciembre, publicado el miércoles, que bajó a 48,4 puntos desde los 49 puntos de noviembre.

"Los datos hacen pensar a los mercados que hemos visto ya lo peor en la inflación y que a partir de ahora va a irse moderando claramente"

En ese contexto, los buenos datos de inflación de diciembre de Alemania (cayó al 8,6% desde el 10% anterior) y Francia (5,9%), junto a la ya mencionada caída del petróleo (ha perdido más del 8% en la semana) han terminado de convencer a los inversores de que la desaceleración en curso está haciendo mella en los precios y de que la inflación, por tanto, va a dejar de ser un problema.

Pero lo más interesante llegó el jueves y el viernes, al entender los inversores, en base a ciertos datos, no solo que la inflación está ya bajando, sino que, además, esa caída de la inflación puede ser compatible con una economía que mantiene el pulso y que, en consecuencia, se va a poder sortear la tan temida y anunciada recesión económica. La idea de un “aterrizaje suave” vuelve así de nuevo a la escena, pero incluso algunos van más allá y ven una especie de vuelta a aquella idea de la “goldilocks economy”, una economía que crece de forma armónica y sostenible, lo suficiente como para crear empleo y, además, sin tensiones de inflación. La base para volver a esta idílica visión la han dado los informes de empleo conocidos el jueves y el viernes y el ISM de servicios americano publicado el viernes.

El jueves supimos que las peticiones semanales de desempleo habían sido en EE. UU. menores de las estimadas y, además, el informe privado ADP adelantó que el empleo americano en diciembre había ido mejor de lo esperado. Esos datos en un primer momento generaron inquietud, al hacer temer que la inflación subiría, pero el informe de empleo de diciembre publicado el viernes confirmaba que, efectivamente, el empleo sigue en máximos (el paro, de hecho, ha vuelto a bajar al 3,5%), pero que ha habido una moderación en la subida de los salarios por hora en diciembre, que ha sido un 0,3% y no el 0,4% estimado. Es la subida de salarios por hora más baja de los dos últimos años. Ese dato fue el que disparó la euforia, mayor aún tras saberse el mismo viernes que el PMI de servicios americano en diciembre había caído a 49,6 puntos, muy por debajo de los 55,1 esperados.

Puede parecer extraño, y de hecho lo es, pero ese conjunto de datos, un tanto inconexos, ha servido para ignorar los avisos de la Fed y animar los mercados en esta primera semana de un año tan temible como al parecer va a ser el 2023. Lo paradójico es que los inversores ignoran las advertencias de la Fed justamente por pensar que la Fed lo está haciendo muy bien y que va a conseguir lo que parecía misión imposible, es decir, normalizar las condiciones monetarias sin empujar a la economía hacia una recesión. Es también paradójico que la Fed esté tratando de decir a los inversores que le gustaría que las Bolsas y los precios de los activos en general bajen un poco más y que la respuesta de los inversores sea presionar al alza esos precios. 

Un diálogo de sordos que no presagia nada bueno, y que deja la duda de si los inversores, que se equivocaron al no hacer caso a la Fed en el 2022, podrían estar equivocándose de nuevo ahora.

En definitiva, la primera semana del año ha sido fantástica para las Bolsas europeas, que recuperan una parte importante de lo perdido en el 2021, y la sesión del viernes ha sido también muy buena para las Bolsas americanas y, sobre todo, para las tecnológicas, que parecen ansiosas por recuperar el liderazgo perdido. Pero realmente, desde el punto de vista técnico, mientras el S&P no sobrepase la zona de resistencia en torno a los 4.100 puntos o perfore a la baja la zona de mínimos de octubre en 3.577 puntos, los movimientos no son muy significativos.

Esta semana los dos platos fuertes son la inflación americana de diciembre, que se publica el jueves (ese mismo día se publican también la inflación y la balanza comercial de China), y el inicio de la publicación de los resultados del cuarto trimestre, con JP Morgan, Citigroup, Bank of America, Bank of New York Mellon y Wells Fargo presentando sus cifras el viernes. Sin olvidar otros resultados importantes que también se publican en la semana como los de BlackRock o Taiwan Semiconductor (TSMC).

Una semana, por tanto, importante para confirmar si las tendencias apuntadas en la semana inicial del año tienen o no algo más de recorrido en un año que todos prevén muy complicado y que realmente sorprendería si no lo fuese.



Juan Carlos Ureta Domingo
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