La calma que anticipábamos al finalizar nuestro último comentario ha llegado, finalmente, a las Bolsas, y lo ha hecho, además, acompañada de un claro sentimiento positivo, tras la remontada de las tres últimas sesiones. El cierre semanal del viernes, con subidas en la jornada del 3,3% para el Nasdaq, del 2,5% para el S&P y del 1,8% para el Dow Jones y el Eurostoxx ha confirmado ese súbito cambio de sentimiento de los inversores, tras una racha de siete semanas consecutivas a la baja en los índices norteamericanos.
Es curioso que ese tono bursátil positivo haya coincidido con el pesimismo reinante en el Foro de Davos, que en esta ocasión se ha reunido fuera de las fechas habituales y que ha dejado malas sensaciones tras el optimismo ingenuo que destilaba su visión de un "gran reinicio" ('great reset') de la economía global una vez superada la pandemia. En esta ocasión lo que ha dominado ha sido una visión "gloomy" que en algunos momentos incluso ha llegado a rozar lo apocalíptico, al afirmar George Soros en una de las sesiones que la civilización occidental tal vez no logre sobrevivir a la invasión rusa de Ucrania.
Es también curioso que el buen tono inversor haya coincidido con noticias económicas no especialmente buenas. Los datos preliminares de los índices de gestores de compras (PMIs) elaborados por la consultora Markit Economics correspondientes al mes de mayo nos muestran que la economía europea se mantiene en territorio de recesión, con el sector manufacturero y el de servicios por debajo de la línea de 50. El PMI manufacturero preliminar en la zona euro baja a un mínimo de 35 meses en los 45,0 puntos desde los 45,9 del mes anterior. El PMI servicios preliminar hace lo mismo y marca un mínimo de 7 meses en los 46,5 puntos desde los 46,9 del mes precedente. Finalmente, el PMI compuesto también llega a un mínimo de 35 meses y queda en los 45,9 puntos, desde los 46,7 del mes anterior.
En Estados Unidos, en mayo el índice PMI compuesto preliminar de IHS Markit ha descendido hasta 53,8 puntos (-2,2 puntos), su menor nivel en cuatro meses, por el menor dinamismo del sector servicios, cuyo indicador ha caído 2,1 puntos hasta 55,6 puntos y en el caso del sector manufacturero 1,7 puntos a 57,5 puntos. A esas malas noticias se han añadido otras también negativas como las cifras trimestrales de Abercrombie & Fitch o el fuerte retroceso en la venta de viviendas nuevas en EE.UU.
Pero la peor sorpresa de la semana ha sido la fuerte revisión a la baja de sus estimaciones hecha por la red social Snap el pasado martes. Snap había revisado ya sus estimaciones solo un mes antes, y las había comunicado al mercado, y por eso, al llover sobre mojado, su nuevo anuncio provocó una impresionante caída del 43% en sus acciones. El pequeño terremoto provocado por Snap hizo caer el martes a todas las Bolsas. El Nasdaq llegó a dejarse cerca de un 3,8% en los mínimos de la sesión, aunque luego cerró con un recorte de poco más del dos por ciento. Facebook llegó a caer un 10%, Alphabet perdió un 5% en la sesión y Amazon más del 3%. Peor fue el caso de Pinterest, que se dejó un 24%.
Lo que más inquietó a los inversores fue que Snap dibujaba un deterioro muy rápido e intenso del escenario macroeconómico, agravado aún más por la guerra de Ucrania, y anticipaba una contracción de las expectativas de los agentes económicos y de las empresas que les movería a gastar menos en publicidad. Lógicamente el mercado entendió que si esto era así para Snap, con mucha más razón lo era para empresas de mayor tamaño como Alphabet o Facebook. En el fondo, Snap se presentaba a sí misma como un caso particular de unos males que realmente son globales y afectan a todas las empresas, como la inflación, la crisis energética, los cuellos de botella en los suministros globales o la guerra de Ucrania, y eso es lo que realmente inquietó a los inversores el martes pasado.
Sin embargo, lo interesante de verdad es que la inquietud duró poco, y a partir del miércoles las Bolsas cambiaron completamente de tono, olvidándose del pesimismo y terminando la semana con subidas del 6,8% en el Nasdaq, del 6,6% en el S&P, del 6,2% en el Dow Jones y del 4,1% en el Eurostoxx.
Si miramos acciones concretas, las subidas han sido incluso mayores. Las minoristas americanas que han presentado esta semana resultados tras la pésima acogida que tuvieron la semana previa los de Walmart y Target, se han disparado al alza. Macy's ha subido un 29% en la semana, Nordstrom un 25%, Costco un 13% y Best Buy un 16%. También han subido Walmart y Target un 7,8%, y 7,6%, respectivamente, remontado tras las caídas de la semana previa.
Las tecnológicas se han sumado también a las subidas en esta ocasión, superando muy rápidamente el "efecto Snap". En la semana, Apple ha subido un 8,8%, Microsoft un 8,2%, Tesla un 14,4%, Amazon un 7% e incluso Meta Platforms, muy directamente afectada por el warning de Snap, ha logrado subir un 0,82%. Se han borrado así las fuertes caídas que se vivieron el martes tras anunciar Snap su revisión de estimaciones.
El giro bursátil ha sido tan espectacular que el S&P ha pasado de bordear el territorio "bajista", es decir, de caer casi el 20% desde sus máximos del 3 de enero a situarse al final de la semana a poco más del 10% de esos máximos históricos, alejándose así de la zona de peligro.
La pregunta obligada es por qué las Bolsas son tan resistentes a entrar en terreno bajista y tal vez la respuesta sea que los inversores empiezan a percibir que la Fed no va a poder llevar a cabo una normalización monetaria completa. Es decir, que una cosa es acabar con la barra libre del modelo "whatever it takes" y otra es quitar a la economía la dosis de dinero barato, casi gratis, que sea necesaria para evitar males mayores. Es muy significativo que el cambio de tono bursátil coincidiese con la publicación, el pasado miércoles, de las actas de la última reunión de la Fed, en las que se ponía de manifiesto que, en el fondo, los miembros de su Consejo están preocupados porque una política monetaria más restrictiva pueda dañar de forma seria a la economía.
Según las actas, varios miembros del Federal Open Market Committee pidieron que se tenga en cuenta la evolución de la economía ('the evolving economic outlook') a la hora de graduar el carácter más o menos restrictivo de las medidas a tomar. En el BCE pasa algo parecido. Christine Lagarde anunció el jueves en Davos el fin de los tipos de interés negativos en septiembre, pero en unas declaraciones posteriores tuvo que reconocer que no hay consenso en el BCE para subir de golpe medio punto los tipos.
Tal vez esto explique por qué la corrección bursátil, pese a ser intensa, está siendo tan ordenada y a la vez también explique por qué la estanflación puede no ser tan mala para las Bolsas si los Bancos Centrales no normalizan las condiciones monetarias en la medida prevista. Si hay inflación, pero los tipos no suben o no lo hacen en la medida necesaria, las Bolsas pueden dispararse al alza, aunque no haya crecimiento económico. La condición es que al binomio "estancamiento + inflación" le acompañe, formando un triángulo, un tercer elemento: el mantenimiento de los tipos de interés relativamente bajos. Parece un contrasentido, pero tiene mucha lógica desde el punto de vista de las valoraciones.
Hay quien no piensa así y ve el futuro de forma más negativa. Un ejemplo es Michael Burry, el famoso inversor que ganó una fortuna apostando en contra de las hipotecas subprime y que el pasado martes publicó un tuit diciendo que mirar los mercados en 2022 es como ver la caída de un avión ("it's like watching a plane crash").
Nos inclinamos más hacia la versión positiva, aunque nos situamos muy lejos del optimismo ingenuo que vivían las Bolsas hace un año. La principal duda que tenemos es con China. En 2008 China salió al rescate de la economía global, lanzando un enorme estímulo masivo, y en los años siguientes China fue responsable de la mitad del gasto de inversión del mundo y de una proporción similar de la nueva deuda corporativa. Hoy no parece que pueda repetir lo mismo, pero si el Gobierno chino es capaz de levantar un poco la presión sobre las empresas y consigue no parar del todo su economía, eso ya sería suficiente para dar soporte a la economía de bajo crecimiento y alta transformación hacia la que vamos.
Estamos probablemente al inicio de un esperado rally de alivio ('relief rally') que dure o no dure mucho nos muestra la fuerza de fondo de un mercado que espera seguir apoyado por las condiciones monetarias ultraexpansivas y no quiere convertirse en "bajista". Un mercado que tal vez piensa que, aunque se haya terminado la barra libre financiera, no vamos hacia una restricción monetaria total al estilo de la de los setenta del pasado siglo.
Esta semana hay algunos resultados de interés, como los de Salesforce o Hewlett Packard, y también varios datos macro de interés. Se publican los ISM de manufacturas y servicios de mayo en EE.UU. y la inflación de mayo en la zona euro, así como los PIB del primer trimestre de algunos países de la zona. También se publica el PMI chino de manufacturas de mayo y las ventas minoristas de la zona euro en mayo, entre otros datos. Pero, sin duda, el dato más importante de la semana será el informe de empleo americano de mayo, que se espera de nuevo fuerte.
Pensamos que el tono positivo puede prolongarse hasta el final de mes e incluso continuar en los primeros días de junio.
Juan Carlos Ureta Domingo
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