Decía hace unos días Gita Gopinath, la flamante subdirectora del Fondo Monetario Internacional, que es difícil pedir a los banqueros centrales que bajen los tipos de interés para no dañar a la economía cuando el empleo está en máximos históricos y el crecimiento en el 5,2%. Cabría añadir que lo anterior es aún más difícil si además las Bolsas, después de haber subido seis semanas seguidas, están en máximos anuales, que además en algunas Bolsas europeas son máximos históricos y en las Bolsas americanas están muy cerca de esos “all time highs”.
Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ni siquiera los propios banqueros centrales podían prever el enorme éxito que están teniendo, al menos aparentemente y al menos hasta el momento, cuando empezaron, hace dos años por estas fechas, a dar un giro completo a sus políticas monetarias, tratando de conseguir la por muchos considerada “misión imposible” de bajar una inflación que se había disparado y a la vez mantener la economía en niveles de actividad razonables sin entrar en la temida recesión. La sombra de la Gran Depresión de los años 30 del pasado siglo o la de la estanflación de la década de los setenta era demasiado amenazante como para no tenerla en cuenta y muchos pensaban hace un año por estas fechas que la recesión, al menos la recesión técnica, era inevitable. Pero no ha llegado.
Por eso tiene razón Gita Gopinath al decir que el 5,2% de crecimiento de la economía norteamericana en el trimestre es realmente sorprendente y lleva a la conclusión de que la subida de tipos de interés del cero al cinco por ciento no ha tenido un impacto en la economía, al menos en la de Estados Unidos. Y tiene también razón al decir que si la economía está tan fuerte no se ve el motivo por el que la Fed deba bajar los tipos de interés. Pasaría algo parecido a lo que pasaba con la inflación en la época de los tipos cero. Entonces la Fed decía que no había por qué subir los tipos de interés, ya que la inflación se mantenía muy baja con tipos cero. Ahora la Fed podría decir que no tiene por qué bajar los tipos, ya que el crecimiento económico sigue muy fuerte con tipos al 5%.
Obviamente ese razonamiento es bastante engañoso. En primer lugar, porque ni la economía europea, ni la china, ni las emergentes en general disfrutan de esos fantásticos niveles de crecimiento que tiene la economía norteamericana. Europa está estancada y bordea la recesión, como se ha visto con la publicación hace pocos días del PIB de la zona euro del tercer trimestre, que registró una contracción del 0,1% respecto de los tres meses anteriores, cuando se expandió un 0,1%, según la última lectura del dato publicada por Eurostat. En algunos casos como Holanda la situación es peor al encadenar tres trimestres de caída del PIB. Si vamos a China, Moody’s rebajó el pasado martes la calificación crediticia de China a “negativa” basándose precisamente en que el crecimiento en 2024 y 2025 va a ser inferior al 5%. Esa debilidad ha movido al Gobierno chino a analizar de forma inmediata posibles medidas de impulso fiscal para estimular el crecimiento. Con alguna excepción como la India, el mundo no está creciendo de forma relevante y ello movería a la bajada de tipos, siendo el caso más claro Europa.
No deja de ser curioso, visto o anterior, que esta última semana hayan sido precisamente las Bolsas europeas las que más han subido, con alzas del 2,4% para el Eurostoxx, y del 2,2% para el CAC y el DAX (nuestro Ibex sólo el 0,8% por los bancos ante la expectativa de bajada de tipos) a pesar de haberse confirmado el estancamiento de la zona euro.
Un segundo problema de la idea de no bajar los tipos de interés al estar fuerte la economía es que, como recordaba recientemente Jerome Powell en una intervención en el Economic Club de Nueva York, la economía actual es bastante imprevisible y da lugar a cambios muy bruscos. Lo estamos viendo con la inflación, que ha caído más rápidamente de lo previsto, pero podríamos verlo también con el crecimiento de Estados Unidos, que podría girar bruscamente a la baja en algún momento. En este sentido, algunas casas de análisis (por ejemplo, una nota reciente de JP Morgan) prevén una fuerte desaceleración del crecimiento económico en 2024 por el rápido agotamiento de los ahorros de los hogares y por la actual agitación geopolítica, desaceleración que podría desencadenar una fuerte caída en el S&P. Esta idea se ve avalada por la caída del precio del petróleo, que ha llegado a estar hace unos días por debajo de los 70 dólares en su variedad de crudo ligero (WTI) y por la caída del tipo de interés del bono del Tesoro estadounidense a diez años, que ha cerrado la semana en niveles de 4,13%, muy por debajo de los niveles cercanos al 5% de fines de octubre.
Con esos datos en la mano y con el informe de empleo americano de noviembre, que se publicó el viernes pasado y que arrojó una creación de 199 mil empleos, por encima de lo previsto, pero a la vez un crecimiento razonable de los salarios por hora, la Fed puede abordar perfectamente una rebaja de los tipos de intervención, que ahora mismo están más de dos puntos por encima de la inflación (5,5% con inflación en el 3%), siendo así que el criterio de la Fed es que los tipos reales (tipo nominal menos inflación) sean positivos, pero no superen los cien puntos básicos. En el mismo sentido, el informe de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, que se publicó también el pasado viernes, dice que las expectativas de inflación a un año de los consumidores americanos han caído de forma importante en noviembre, en concreto desde 4,7% en octubre a 3,1% en noviembre. La expectativa de inflación a 5 años ha bajado también desde el 3,2% hasta el 2,8%, según el citado informe.
La Fed, que da mucha importancia a las expectativas de inflación como determinante de la evolución de la inflación, se encuentra así ante una situación curiosa en la reunión de la próxima semana. Y lo mismo le pasa al BCE, con el agravante de que la economía europea está estancada. Por un lado, lo lógico sería anticipar que viene un recorte de los tipos, pero por otro lado, hacerlo puede ser echar más leña al fuego en unos mercados financieros que tras las fuertes subidas de las últimas semanas empiezan a parecer “exuberantes”. Es muy significativo, por ejemplo, que algunas de las llamadas “meme stocks”, como GameStop, hayan protagonizado nuevos episodios de subidas bruscas, sin aparente sentido, o que el bitcoin supere ya los 44.000 dólares o que, como decíamos, algunas Bolsas europeas estén en máximos históricos.
Como decíamos al finalizar nuestro anterior comentario, hay que diferenciar entre el corto y el medio-largo plazo. En el corto plazo las Bolsas pueden hacer cualquier cosa y todo indica que tienen ganas de seguir subiendo por lo menos hasta fin de año. Pero en el medio plazo, a nuestro juicio, las Bolsas seguirán asimilando ese proceso largo de desinflación que se inició en el 2022 y parece poco realista pensar que en una economía, incluida la norteamericana, que incluso aunque la Fed y el BCE bajen los tipos tenderá a tener crecimiento bajo, los beneficios empresariales puedan subir si la demanda cae. Y si caen los beneficios empresariales lo normal es que las Bolsas no suban mucho más y tiendan a consolidar lateralmente o incluso corregir.
Pero todo eso será ya en el 2024, un año que a nivel bursátil se presenta muy abierto, con algunas casas de análisis como Bank of America apuntando a un S&P en 5.000 puntos y otras como JP Morgan apostando en sentido contrario por un S&P en 4.200 puntos. Por nuestro lado, tenderíamos a ver 2024, en principio, como un año más dentro del proceso de ajuste largo y de transformación disruptiva que vive el mundo desde 2022, un año de consolidación, sin movimientos bruscos ni al alza ni a la baja.
Esta semana, además de las reuniones de la Fed y del BCE, se publican la inflación y las ventas minoristas de noviembre en Estados Unidos, datos ambos de un enorme interés para valorar el “momentum” de la economía norteamericana. Las Bolsas quieren subir y, con el permiso de esos datos, lo normal es que lo hagan, aunque sea moderadamente.
Juan Carlos Ureta Domingo
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