El "supermartes" de banqueros centrales al que aludíamos en nuestro comentario de la semana pasada ha dado, efectivamente, mucho juego y ha servido para que un primer semestre que en general ha sido extraordinariamente positivo para las Bolsas termine, sin embargo, con un pequeño, o tal vez no tan pequeño, aviso para navegantes.
Un aviso que deriva, por un lado, del "endurecimiento" monetario que han anunciado tanto el BCE como el Banco de Inglaterra, siguiendo los pasos de la Fed americana, y por otro, de la rebaja de las estimaciones de crecimiento hecha pública por el FMI el pasado martes.
Hay una clara diferencia entre el optimismo de los Bancos Centrales y las perspectivas del FMI y de otros centros de análisis públicos y privados que están alertando de un crecimiento a la baja, llegando algunos a hablar incluso de una nueva recesión.
El pasado martes, en el simposio anual de Sintra, Draghi hizo un discurso optimista sobre la economía europea. Según el presidente del BCE, las presiones deflacionistas van a la baja en la zona euro, mientras las inflacionistas crecen ("the threat of deflation is gone and reflationary forces are at play"). Unas palabras que, pese a ser matizadas después por una fuente oficial del BCE, fueron interpretadas por los inversores como un claro anuncio de que los días del "easy money" están llegando a su fin también en Europa. Horas más tarde, en Londres, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, afirmaba que es probable que se vayan eliminando algunos de los estímulos monetarios ("some removal of monetary stimulus is likely") mostrando su optimismo sobre el futuro de la economía inglesa. Solo el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, se mantuvo firme en la continuidad de una política monetaria extremadamente acomodaticia.
El mensaje del FMI no fue tan optimista y eso explica la fuerte caída de las Bolsas el martes pasado. El FMI rebaja al 2,1% el crecimiento de EE.UU. este año y el que viene, desde el 2,3% y 2,5% anteriores. Unas cifras muy alejadas del 3% prometido por Trump. Tampoco las cifras de inflación de la zona euro avalan las palabras de Draghi en Sintra. La estimación adelantada para junio es del 1,1% para el IPC y del 1,3% para la subyacente. De nuevo, cifras muy alejadas del objetivo del 2% que llevan a poner en cuestión esas presuntas fuerzas "reflacionarias" a las que alude el presidente del BCE.
Los mercados de bonos han tomado buena nota de lo dicho en Sintra. Hemos visto en la semana un "sell off" global en los mercados de bonos. El tipo del bund se ha movido a lo largo de los últimos días desde el 0,25% al 0,46% y el del T bond desde el 2,15% al 2,28%. Son tipos todavía muy bajos, pero cualquier subida de tipos es inquietante para una economía tan endeudada como la actual.
En lo que a la renta variable se refiere, el resultado de los vaivenes de estas últimas sesiones (martes fuertes caídas, miércoles fuertes subidas al pasar los test de estrés todos los Bancos americanos, jueves de nuevo caídas intensas) es que hemos visto descensos semanales en casi todas las Bolsas.
Las europeas han acusado la subida del euro hasta casi 1,15 dólares por euro (la parte alta de la banda en la que se viene moviendo la relación entre ambas divisas) con recortes semanales del entorno del 3% para el Eurostoxx, el Cac y el Dax, y algo menores para el Ibex (-1,7%) o el Mib italiano (-1,2%). La diferencia se debe a que la banca ha sido con diferencia el mejor sector en la semana y pesa mucho en los selectivos español e italiano. En las Bolsas americanas las empresas tecnológicas han seguido con su corrección (Nasdaq -2% en la semana) pero el Dow y el S&P han bajado moderadamente gracias también al buen comportamiento de los valores bancarios tras haber dado la Fed el placet a los test de estrés, lo que permitirá a los Bancos repartir el cien por cien de su beneficio en dividendos y hacer recompras de sus acciones. El Nikkei, ayudado por un yen débil gracias a las declaraciones de Kuroda, ha limitado su recorte semanal a medio punto porcentual.
Son caídas lógicas, aunque todavía muy moderadas y bastante selectivas, ya que si los tipos de interés suben sin que lleguen ni el crecimiento ni la inflación esperados, las valoraciones de muchas acciones pueden experimentar serios recortes desde sus exigentes niveles actuales.
Al final, como decíamos, la semana nos deja un pequeño toque de atención tras un semestre de máxima complacencia de los inversores. Es un aviso muy suave ya que deja a un lado al importante sector bancario, favorecido de momento por la expectativa de subidas de tipos de interés y por la ya mencionada decisión de la Fed en los test de estrés.
Pero la inquietud puede ser mucho mayor si miramos a las divisas. La debilidad del dólar, más allá de que haya sido acentuada por las palabras de Draghi en Sintra, nos muestra que los inversores no terminan de creerse la fortaleza de la economía norteamericana, y por tanto no compran la idea de que un presunto crecimiento futuro vaya a hacer subir los tipos de interés tanto como dice la Fed. Algo que afectaría a la banca.
Más allá del escenario macro, en el microcosmos corporativo sigue habiendo capacidad de extraer valor y así se ha demostrado con Nestlé, que esta semana daba un salto de más del 5% espoleada por el "activista" Daniel Loeb, un clásico del sector. En una etapa ya madura del ciclo bursátil y económico, este tipo de "sorpresas" son las que realmente van a permitir generar retornos atractivos, muy por encima de los de los índices.
La primera semana de julio es rica en datos y va a permitirnos comprobar de nuevo tanto la fortaleza del crecimiento como la firmeza de los banqueros centrales a la hora de subir los tipos y retirar liquidez del mercado.
Empezando por esto último, el próximo miércoles se publican las actas de la reunión de la Fed del pasado 14 de junio, y el jueves las de la reunión del BCE del 8 de junio. En cuanto al crecimiento económico, vamos a conocer los ISM americanos de junio, los PMI adelantados de la zona euro de junio y los PMIs chinos elaborados por Caixin, junto a otros datos importantes como las reservas chinas, que podrían bajar ya de los tres billones (trillions) de dólares. Y junto a todo lo anterior, el viernes se pública el siempre importante informe de empleo americano de junio, en el que hay que ver no solo la creación de empleo, sino también la evolución de los salarios por hora, que anticipan la inflación futura.
Tras los vaivenes de la última semana los índices han sufrido un cierto deterioro técnico, en el caso de alguno de ellos de cierta importancia. El S&P rompió brevemente el pasado jueves la media móvil de las ultimas 50 sesiones, y nuestro Ibex, que sigue siendo el mejor índice europeo del 2017, ha sufrido en junio una caída del 4%.
Al empezar el segundo semestre la reflación de Trump ha caído en el olvido y ya no mueve a los mercados. Pero pese a ello la normalización monetaria sigue en la agenda de los banqueros centrales, y el manejo de esa normalización por los banqueros centrales es sin duda el mayor test de las Bolsas en esta segunda parte del año.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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