Aunque el consenso generalizado es que las Bolsas van a bajar en la primera parte del año, para subir en la segunda, lo cual en sí mismo podría ser una clara señal de que si hay recorte en las Bolsas y bajan no será en la primera parte del año, la realidad es que en las dos primeras semanas del 2023 los índices europeos han subido casi un 10% y los americanos casi un 5%.
La novedad en la segunda semana ha sido el fuerte impulso de los valores tecnológicos, con el Nasdaq subiendo un 4,8% frente a subidas más suaves del 2,7% del S&P, del 2% del Dow Jones y del 3,3% en el Eurostoxx. En algunas tecnológicas, las subidas desde el uno de enero van mucho más allá del índice, tanto en algunas “megacaps” (Amazon +16,8% desde el uno de enero, Meta/Facebook (+13,8%) como en tecnológicas más pequeñas (Peloton +46,5% en estas dos primeras semanas, Clearpoint +25,5%, Paypal +11,6%). Si nos fijamos en esta última semana, vemos también algunos rebotes fuertes, como el de Tesla, que ha subido el 8,2% en la semana, el de Ark Innovation ETF, que ha subido un 14,8%, o el de la ya citada Peloton, que ha subido un 30% en las últimas cinco sesiones.
Son solo unos pocos ejemplos de cómo el apetito por el riesgo ha vuelto súbitamente al mercado en este inicio del 2023, un apetito alimentado por la moderación de la inflación, que en EE. UU. ha bajado todos los meses desde el máximo del 9,1% de junio, y por la convicción de que la Fed suavizará pronto las condiciones monetarias. Lo curioso, como decíamos la semana pasada, es que la Fed no deja de decir, cada vez más claro, dos cosas. La primera es que no ve todavía una caída suficiente de la inflación como para dejar de endurecer las condiciones monetarias. La segunda es que la corrección de los mercados es uno de los componentes del cóctel en su programa de normalización monetaria.
En cuanto a lo primero, es decir, a si la inflación baja o no, es cierto que el IPC general está moderando su ritmo de subida, y ello lleva a los inversores y a algunos economistas como Jeremy Siegel, de Wharton, a decir que la inflación está dominada y que la Fed no debería subir más los tipos de interés. Pero no está tan claro que esto sea así, a la vista de las inflaciones subyacentes. Recordemos que en la zona euro la inflación general cerró en diciembre en el 9,2%, bajando respecto al 10% de noviembre, pero la subyacente, que excluye energía y alimentos frescos, sigue subiendo y aumentó en diciembre desde el 6,6% al 6,9%. Lo mismo pasa en la economía norteamericana, donde el jueves pasado supimos que la inflación general bajó en diciembre una décima, al 6,5%, pero la subyacente subió tres décimas hasta el 5,7%. En España la inflación general ha bajado al 5,3%, pero la subyacente está por encima, en el 7%.
"Las subidas de precio de los activos de riesgo provocan una expansión no deseada de las condiciones monetarias que va directamente en contra del objetivo de bajar la inflación"
Pero hay algo más que, a nuestro juicio, es importante en el discurso de la Fed y que venía recogido en las actas de la última reunión de la Fed publicadas la semana pasada, al afirmar que las subidas de precio de los activos de riesgo (runups in risky assets) provocan una expansión no deseada de las condiciones monetarias (unwarranted easing in financial conditions) que va directamente en contra del objetivo de bajar la inflación.
Lo que viene a decir la Fed, con otras palabras, es que la subida de las Bolsas y de los activos en general es en sí misma un elemento de expansión monetaria, y que por ello no desea alimentar la subida de las Bolsas con la expectativa de una próxima relajación en sus políticas. Por tanto, no es ya solo que la subida de las Bolsas esté diciéndonos que hay todavía demasiada liquidez en el sistema, sino que, además, la propia subida de las Bolsas, en sí misma, aumenta la liquidez del sistema y crea condiciones monetarias más expansivas. Esto es así porque los mercados financieros y las Bolsas también crean liquidez, y cuando suben las cotizaciones y baja la volatilidad el sistema genera automáticamente más crédito por efecto del apalancamiento, ya que se crea riqueza que hace subir el valor de los colaterales. Y ello produce la paradoja de que cuanto más suban las Bolsas y más baje la volatilidad, más tendrá que endurecer su política la Fed.
Todo esto explicaría, desde un punto de vista de la dinámica financiera pura, esa especie de vuelta al “círculo virtuoso del riesgo”, ya que, cuanto más suben las Bolsas, más riesgo se pueden permitir los inversores, y así hemos visto cómo, desde que se publicaron las actas de la Fed el pasado 4 de enero, el S&P ha creado riqueza por más de un trillón (americano) de dólares y el tipo de interés del bono americano a diez años ha bajado al 3,49% desde el 3,87% que tenía el 3 de enero. Todos los activos de riesgo han subido, incluido el bitcoin, que sube ya un 25% desde el uno de enero, o algunas de las llamadas “meme stocks”, como Bed Bath and Beyond, que, pese a estar aparentemente a punto de suspender pagos, subió el pasado miércoles un 68%, aunque es verdad que en la sesión del viernes bajó un 30%.
Esa dinámica, creada por la auto alimentación del apalancamiento, tiene un efecto de arrastre sobre el conjunto de los inversores, sobre todo cuando están, como es el caso ahora mismo, muy infraponderados en renta variable y activos de riesgo. Y ahí surge el miedo a quedarse fuera de las subidas, el FOMO, que ha vuelto a aparecer en las dos primeras semanas del año.
Una consecuencia adicional del optimismo de los inversores, en el plano de la economía real, que probablemente añade aun mayor inquietud a la Fed, es que el petróleo y las materias primas suben, como se ha comprobado esta semana con la subida del petróleo y del cobre, del 8% en ambos casos.
"Además de la inflación hay otro frente abierto para el 2023, que es el crecimiento o, mejor dicho, la desaceleración del crecimiento"
Pero además de la inflación hay otro frente abierto para el 2023, que es el crecimiento o, mejor dicho, la desaceleración del crecimiento, haya o no recesión. Es casi seguro que, como ya pasó en el 2022, la preocupación por el crecimiento vaya desplazando a la preocupación sobre la inflación a medida que avance el año. El Banco Mundial rebajó el pasado martes el crecimiento global para el año 2023 al 1,7%, 1,3 puntos porcentuales menos de la previsto en junio, con la zona euro estancada en crecimiento cero, las economías avanzadas creciendo al 0,5% y las emergentes al 3,4%.
Menos crecimiento significa menores resultados empresariales y tal vez por ello Larry Fink, presidente de la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, ha advertido la pasada semana, en un memorándum interno, del impacto que los menores resultados empresariales pueden tener en las Bolsas este año 2023. BlackRock es, precisamente, una de las entidades financieras que publicó el pasado viernes sus resultados, con una caída del 12,3% en el 2022. El descenso de resultados en el 2022 ha sido la tónica general en los que se presentaron el pasado viernes, con los de Bank of America cayendo un 14,9% en comparación con el resultado del ejercicio anterior, los de Citi un 32% , los de Wells Fargo un 40% y los de JP Morgan un 22%. Pero lo más relevante es que todos ellos hacen provisiones en las carteras de crédito, al prever un deterioro notable de la economía en los próximos meses. Son solo unos pocos resultados, pero pueden estar indicando una tendencia para el resto.
La semana nos deja otras reflexiones, como el posible “revival” de los valores de crecimiento (growth) frente a los “value stocks”, pero ya habrá tiempo de ir comentando estos temas a lo largo de las próximas semanas.
Entramos en la tercera semana del año con un tono alegre y confiado en las Bolsas, unas Bolsas que no solo han conseguido sortear al consenso general que, como decíamos, preveía caídas al iniciar el ejercicio, sino además a la propia Fed, desoyendo ese consejo de no ir en contra de la Fed (“don´t fight the Fed”).
Mucho nos tememos que eso no haga sino redoblar el esfuerzo de normalización monetaria (léase subida de tipos) de la Fed en su próxima reunión del 1 de febrero, pero, mientras tanto, las Bolsas pueden continuar tranquilamente disfrutando de su visión de una economía que ha dominado la inflación y empieza a crecer, en medio de la todavía abundante liquidez.
Netflix, Goldman Sachs y Procter&Gamble son algunas de las empresas que publican esta semana, en la que se publican las actas de la reunión de diciembre del BCE y hay también numerosas intervenciones de miembros de la Fed, entre otras las de su Vicepresidenta, Lael Brainard. Se publican, además, las ventas minoristas de diciembre en EE. UU. y en China el PIB en el cuarto trimestre, la encuesta ZEW en Alemania, y, asimismo, en EE. UU. las ventas de casas de segunda mano y las construcciones de casas nuevas en diciembre. Tendrá lugar también el Foro de Davos bajo la idea de la “cooperación en un mundo fragmentado”.
Con el S&P de nuevo en los 4000 puntos y con subidas acumuladas en las dos primeras semanas del año del 9,4% en el Eurostoxx y del 5,8% en el Nasdaq, seríamos especialmente prudentes, aunque somos muy conscientes de que las Bolsas pueden seguir subiendo por lo menos hasta la reunión de la Fed del 1 de febrero.
Juan Carlos Ureta Domingo
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