El contraste entre los cinco máximos históricos consecutivos que marcó el Nasdaq la semana pasada y las caídas semanales del 6,2% en el CAC francés y del 3% en el Dax alemán, refleja de manera muy gráfica la creciente y hasta un poco obsesiva concentración del interés inversor en las compañías tecnológicas, muy especialmente en las relacionadas con la inteligencia artificial (IA) generativa.
La apuesta hecha por Apple en su conferencia anual de desarrolladores, celebrada el pasado lunes, por la IA generativa se ha traducido en una subida semanal del 7,9% en su cotización, e igualmente a Oracle sus avances en la implementación de la IA anunciados el pasado miércoles a la vez que sus cuentas trimestrales, le han valido una subida semanal de casi el 10%. Similar es el caso de Adobe, que presentó sus cuentas trimestrales el jueves tras el cierre del mercado, mostrando una fuerte demanda hacia sus soluciones basadas en la IA generativa, que ha incorporado a Photoshop y otros productos, subiendo un 14,5% en la sesión de cierre semanal del viernes.
Estos y otros valores tecnológicos, entre ellos Broadcom con su impresionante subida semanal del 23% y, por supuesto, Nvidia, que ha subido un 9% esta última semana y acumula ya una subida del 166% desde el uno de enero, han contribuido al excelente comportamiento semanal del Nasdaq (+3,2%) y en parte también, aunque menos, al del S&P (+1,6%). Pero el mercado amplio no ha participado de ese buen tono. El Dow Jones ha acabado bajando un 0,54% en la semana y el Russell 2000 de pequeñas compañías ha recortado un 1% en la semana. El viernes, en la sesión de cierre semanal, en la que el Nasdaq marcó su quinto récord histórico consecutivo, ocho de los once sectores del S&P tuvieron recortes y 360 de sus 500 componentes terminaron la sesión en negativo.
Una vez más, si quitásemos los valores tecnológicos, el resto del mercado ha tenido un comportamiento mediocre tirando a malo. El sector de tecnologías de información ha sido el mejor del S&P en la semana, con un alza del 6,4%, mientras que el segundo, el inmobiliario (real estate), ha subido solo un 1,2%. Podemos decir que el mercado amplio no ha subido, a pesar de que el esperado dato de inflación de mayo en Estados Unidos, publicado el miércoles, fue mejor de lo esperado, cayendo al 3,3% frente al 3,4% de abril, y por debajo de la estimación del consenso, que esperaba también el 3,4%. Igualmente fue buena la inflación subyacente, con un 3,4% dos décimas menos que el 3,6% de abril e igualmente por debajo del consenso. Esos buenos datos, que se confirmaron el viernes con los precios a la producción (PPI), bajaron el 0,2% en mayo, siendo así que el consenso esperaba una ligera subida.
El tono “duro” (hawkish) de los mensajes de la Fed tras su reunión del pasado miércoles, en la que, como se esperaba, no bajó los tipos de interés y en la que, además, anunció que habrá un solo recorte de tipos de aquí a fin de año, puede explicar la fría reacción de la Bolsas ante los buenos datos de inflación. El informe de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, publicado el viernes, también ha podido contribuir a enfriar los ánimos, ya que refleja una caída del sentimiento del consumidor a 65,6 puntos desde los 69,1 de mayo y, además, muestra que las expectativas de inflación a un año que tienen los consumidores se mantienen en el 3,3% y a cinco años en el 3,1%, que es el nivel más alto desde el pasado diciembre.
Pero, sin duda, esta última semana la peor parte se la han llevado las Bolsas europeas, con el Eurostoxx cayendo un 4,2% en la semana. La política ha tenido mucho que ver en esas caídas. El resultado de las elecciones europeas del 9 de junio y la convocatoria de elecciones anticipadas en Francia, tras un escrutinio muy adverso al partido en el poder, provocaron el lunes un fuerte descenso en la Bolsa francesa, pero lo peor vino a partir del miércoles, tras la decisión de la Comisión Europea de imponer fuertes aranceles a los vehículos eléctricos chinos. El temor a una represalia del Gobierno chino llevó a una fuerte caída del sector del automóvil, lógica si tenemos en cuenta que Volkswagen concentra un tercio de sus ventas en China y que Mercedes y BMW son marcas aspiracionales para los consumidores chinos. El índice sectorial del Eurostoxx del automóvil se ha dejado un 4,6% en la semana, caída solo superada por el índice sectorial de la banca, con un 5,5% de descenso semanal. Los recortes han sido especialmente fuertes en grandes bancos, como la del 12% de BNP o la del 14,9% de Société Générale o la del 11% en Unicredit o la del 8,8% en BBVA por citar solo algunos. A cierre del viernes todas las automovilísticas del Eurostoxx acumulan fuertes caídas desde el uno de enero, con la única excepción de Mercedes, que sube el 1% en lo que va de año.
Si ponemos en conjunto todo lo anterior, el dibujo resultante es un tanto confuso y nos recuerda que las dinámicas de eso que llamamos “economía poscovid” no se reducen a unas cuantas subidas de tipos para controlar la inflación y luego unas cuantas bajadas de tipos para reactivar la economía una vez que la inflación se ha moderado. Las dinámicas de la economía poscovid nos remiten a un entorno geopolítico complicado, a un entorno de competencia global muy duro y a una política monetaria que, aunque siga ayudando a la economía, no puede ya volver, porque es imposible, a los viejos tiempos del “whatever it takes” y del dinero gratis para todos. Vamos hacia una innovación muy disruptiva y muy transversal que va a generar un enorme valor, pero no para todos.
En cierto modo, la pasada semana hemos visto dos variantes de esas dinámicas. Hemos visto cómo las Bolsas americanas se decantan por la variante de la innovación disruptiva vinculada a la nueva IA generativa, mientras que las europeas se fijan en otro ángulo, el de la compleja situación política y geopolítica, una situación potencialmente explosiva que ha sido incubada en gran medida precisamente por la combinación de la innovación disruptiva y la globalización. Fijarse en una o en otra cosa lleva a resultados opuestos, en el caso del Nasdaq a cinco récords históricos consecutivos en su camino hacia la estratosfera y en el caso de las Bolsas europeas a una severa corrección que las impide, una vez más, levantar el vuelo.
La pregunta es si estas divergencias son sostenibles. Si es sostenible que los índices americanos sigan marcando, gracias a las tecnológicas, nuevos máximos cada semana (el S&P ha marcado récord históricos en más de 30 sesiones este año, cuatro de ellas la última semana) mientras el mercado amplio se queda atrás. Si es sostenible una subida permanente de las Bolsas con el “higher for longer” de la Fed. Si es sostenible un gasto público creciente con unas políticas monetarias restrictivas.
Como ha pasado en todos los episodios anteriores de fascinación por un sector (las puntocom en 1999 y principios del 2000, las nuevas energías, el hidrógeno, las vacunas o Tesla en 2021…), es imposible ver dónde está el final de la subida de los valores tecnológicos vinculados a la nueva revolución de la inteligencia artificial generativa. Los inversores son impacientes y lo quieren todo ya, ahora, y descuentan el valor futuro, pero a veces no tienen en cuenta que ese valor aflorará de forma gradual y a un ritmo más sosegado que lo que el mercado parece descontar.
Aun a riesgo de equivocarnos, no podemos dejar de recomendar prudencia ante las elevadas valoraciones de algunos valores tecnológicos y, simultáneamente, no podemos dejar de recomendar poner atención a las oportunidades que los recortes de las Bolsas europeas y de los valores más tradicionales, incluidas las materias primas y los “small caps”, están poniendo sobre la mesa.
Esta semana se publican las ventas minoristas de mayo en China y Estados Unidos, la inflación de mayo en la zona euro, que previsiblemente confirmará el dato preliminar de 2,6%, la inflación de mayo en Japón y los PMIs preliminares de Estados Unidos y de la zona euro de junio.
Esperaríamos cierta estabilización en las Bolsas europeas tras las caídas y también en las americanas, tras haber superado el S&P los 5.400 puntos, pero todo depende de lo que hagan las grandes tecnológicas, cuya inercia alcista se mantiene intacta.
Juan Carlos Ureta Domingo
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