Esas caídas, en sí mismas, no tendrían entidad como para generar inquietud a unos inversores que acumulan rentabilidades que, en general, superan los dos dígitos en lo que va de año, pero hay una novedad que sí produce mayor desasosiego, y es que, tras un claro enfriamiento en agosto de los grandes valores tecnológicos, en lo que a su comportamiento en Bolsa se refiere, estos últimos días hemos vuelto a ver una clara debilidad en “big techs” tan importantes como Apple o Nvidia. Y lo curioso es que el impacto ha venido del factor geopolítico, que es sin duda uno de los elementos de inestabilidad potencial que están ahí y que son conocidos por todos, pero que, por la razón que sea, los inversores habían ignorado estos últimos meses.
Esa es la gran novedad de esta semana, la irrupción en las Bolsas del factor geopolítico, con impacto directo en Apple, que se añade a los ya conocidos temores sobre el crecimiento, la inflación y los tipos de interés. Algo tan simple como la decisión del gobierno chino de prohibir a sus funcionarios el uso del iPhone ha abierto la caja de los truenos, generando de pronto el temor a una escalada de medidas proteccionistas de un lado y de otro, con fuerte impacto en la economía global.
Obviamente esa decisión del gobierno chino no es la primera medida proteccionista adoptada por China o por EE. UU. en la guerra tecnológica y económica que vienen manteniendo hace años y que se ha intensificado estos últimos meses, en los que hemos visto cómo el gobierno norteamericano ha ido limitando cada vez más las exportaciones e importaciones tecnológicas a China y cómo el gobierno chino ha respondido a la vez con medidas similares. Pero esta vez las Bolsas han reaccionado, tal vez porque la represalia toca a una compañía tan icónica como Apple, que se disputa con Microsoft el liderazgo bursátil mundial.
Esta vez, a diferencia de la semana pasada, en la que, como decíamos en nuestro anterior comentario, los inversores habían optado por valorar bien las malas noticias, las malas noticias sí han sido descontadas como malas, y los inversores han optado por ver más bien el lado negativo, sobre todo en el caso de Apple.
En realidad, la semana ha sido mixta en lo que a noticias económicas se refiere, con algunas buenas y otras malas, pero han predominado las malas, tanto en lo relativo al crecimiento como a la inflación.
En el lado del crecimiento, el lunes conocimos la caída de un 0,9% de las exportaciones alemanas en julio, el martes el PMI Caixin de servicios chino, que ha bajado a 51,8 en agosto, el miércoles la caída de las ventas minoristas de la zona euro en julio, cumpliendo diez meses a la baja, y el jueves las malas cifras de exportaciones e importaciones de China en julio, y el mal dato de la caída del 2% en la producción industrial de julio en Alemania. Una sucesión de malas noticias que confirman los temores de un estancamiento de la economía en la zona euro y de una clara desaceleración en China, con la duda de si van a funcionar o no las medidas de relajación monetaria adoptadas por el People’s Bank of China.
En Estados Unidos hubo, sin embargo, una buena noticia, al publicarse el jueves las peticiones semanales de desempleo, que no sólo fueron menores de las estimadas, sino que cayeron al menor nivel desde el pasado mes de febrero. Pero en esta ocasión la lectura que hizo el mercado fue negativa, al pensar que la Fed puede tener que subir los tipos en septiembre si el mercado laboral está fuerte.
Por el lado de la inflación, la escalada del petróleo, con el Brent superando ya los 90 dólares/barril, también es bastante inquietante. Los recortes a la producción acordados en la OPEP y los nuevos recortes anunciados recientemente por Rusia y Arabia Saudita han provocado desde junio una subida del 28% del crudo ligero americano (WTI) y de un 25% del Brent. Se rompe así la tendencia a la baja que se había iniciado en el 2022 tras la invasión de Ucrania, y se alimentan los temores de que la última milla de la “inflación” se vuelva muy resistente.
Esta resistencia de la inflación ha hecho revivir el debate de hasta qué punto la causa última de la inflación es, lisa y llanamente, la descomunal inyección de dinero barato hecha por los Bancos Centrales tras la quiebra de Lehman y, sobre todo, tras el Covid. Aunque los gobiernos tienden a echar la culpa de la inflación al deseo de las empresas de tener márgenes excesivos y al deseo de los trabajadores de tener mayores salarios, empieza a verse claro que la inflación tiene mucho que ver con la inundación de liquidez que provocaron los Bancos Centrales desde 2009 a 2021 y que todavía está ahí en gran medida. Recordemos que el balance del BCE sigue en 7,1 billones de euros y el balance de la Fed en 8,1 billones de dólares, y parece claro que con tanto dinero en el sistema no va a ser fácil que la inflación baje.
Pero como decíamos, la gran novedad de los últimos días está en la geopolítica y en el impacto de la decisión del gobierno chino de prohibir a sus funcionarios el uso del iPhone. La noticia provocó de inmediato una caída del 7% de Apple en dos sesiones, arrastrando a otras tecnológicas como Nvidia, que ha caído un 6% en la semana y dando lugar a que, como señalábamos al principio, el Nasdaq haya recortado un 1,9% en la semana frente a un 0,75% del Dow Jones.
La pregunta es si tal vez la geopolítica, con su secuela del proteccionismo y las tensiones entre Estados Unidos y China pueden terminar bruscamente con la magia de las “big tech”, que han sido las auténticas líderes del mercado alcista en los primeros meses del año. Es pronto para responder a esa pregunta, pero la amenaza está ahí y las Bolsas esta vez parecen habérsela tomado en serio. Tras los máximos históricos de todos los tiempos que tanto el Nasdaq como varias grandes tecnológicas (big tech) alcanzaron a fines de julio, a lo largo de agosto y en los primeros días de septiembre se ha parado la subida y se está dibujando una línea bajista. Apple, por ejemplo, ha perdido en torno al 10% desde los máximos históricos de julio si bien sigue acumulando un 37,1% de subida en el año incluso después del desplome de estos días.
La subida de la recta final de agosto alimentó la expectativa de una posible vuelta a las alzas de las tecnológicas, pero lo sucedido en Apple y Nvidia esta semana ha enfriado de nuevo los ánimos. Es pronto aún para saber si ese parón en la subida es o no el inicio de una corrección más profunda, y si en el fondo lo que está descontando la debilidad de las “big tech” es una contracción económica mayor de la esperada.
Las próximas semanas nos darán más información para responder a las dudas, empezando por esta próxima semana, en la que hay abundantes citas de interés. El martes tiene lugar el evento anual de Apple para presentar sus nuevos productos, y a lo largo de la semana se publicarán algunos resultados empresariales tardíos pero importantes, como los de Oracle, Inditex o H&M.
El jueves hay reunión del BCE, en la que en principio se espera que suba los tipos un cuarto de punto. Antes de esa reunión, el miércoles se publica el IPC americano de agosto, que se espera quede en el 3,2% de julio, y el mismo jueves se conocerán las ventas minoristas de agosto en Estados Unidos.
A nuestro juicio es especialmente importante ver si la minicrisis de las grandes tecnológicas se detiene o sigue su curso, y tal vez desde esa óptica lo más importante sea el evento de Apple el martes.
Juan Carlos Ureta Domingo
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