Decía el legendario inversor John Templeton que los mercados alcistas nacen en el pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia. Si miramos la evolución de las Bolsas este año, cuando quedan ya sólo diez sesiones para finalizar el primer semestre, podemos decir que las dos primeras fases, la del pesimismo y la del escepticismo, ya se han cumplido, y que estamos en la fase del optimismo y tal vez, al menos en lo que a los valores tecnológicos se refiere, en la fase de la euforia.
A dos semanas de terminar el primer semestre, el cuadro de índices bursátiles es impresionante. El Nasdaq sube un 30,8% desde el uno de enero, el Nikkei japonés casi un 30%, el S&P un 14,8% y el Eurostoxx un 15,8%. Es aún más espectacular la evolución del Nasdaq 100, donde el peso de las grandes tecnológicas es mayor, que sube un 37,8% en lo que va de año. El S&P está ya por encima de los 4.400 puntos y el Nikkei ha superado limpiamente los 33.000 puntos esta última semana. La peor parte se la llevan el Dow Jones, que sube sólo un 3,5%, el Shanghai Composite que sube un 6% y las Bolsas emergentes, cuyo índice MSCI sube sólo un 7,7% en dólares desde el inicio del año.
Es, como decimos, impresionante, sobre todo teniendo en cuenta que las subidas se han producido desde el principio en un ambiente de escepticismo generalizado, tras las fuertes caídas del pasado año, y teniendo también en cuenta que los Bancos Centrales han seguido subiendo los tipos estos primeros meses del año, sin ninguna pausa hasta este pasado miércoles, cuando la Fed decidió hacer un alto, tras diez subidas consecutivas de los tipos en el último año y medio.
Esa “pausa” de la Fed ha sido, junto con la inflación de mayo, que bajó en EE. UU. al 4%, y junto con los buenos resultados de algunas tecnológicas como Oracle y Tesla, la que ha disparado de nuevo los “espíritus animales” de los inversores, que siguen confiando en una vuelta al viejo régimen del dinero barato (‘easy money’). Sin embargo, la Fed se cuidó muy mucho en sus mensajes de dejar claro que piensa seguir subiendo los tipos, sugiriendo que podría haber dos subidas más, una de ellas tan pronto como en julio.
Son precisamente esos mensajes de futuras subidas los que convierten en “extraña” la pausa de la Fed de hacer un alto, y los que generan muchas dudas sobre si ese alto en el camino es transitorio o definitivo. No está claro por qué y para qué se ha hecho esta pausa. La versión oficial es que la Fed quiere ver los datos y analizar si tiene o no sentido seguir con las subidas de tipos. Pero entonces ¿tiene sentido hacer una pausa para, de forma inmediata, anunciar que se subirá al mes siguiente y posiblemente otra vez más antes de fin de año?
No está claro que tenga sentido y menos aún cuando todo indica que los datos de inflación a corto plazo serán favorables y que, por tanto, no habrá argumentos diferentes a los que habría habido ahora para subir en julio, aunque a medio plazo haya factores estructurales (desglobalización, mercado laboral…) que van a dificultar el último tramo de la bajada de los precios.
Dicen que la mayor prueba de inteligencia es tener dos ideas opuestas simultáneamente y, sin embargo, ser capaz de actuar, y tal vez esa es la prueba de inteligencia que nos quiere dar la Fed. Pero puede también haber motivos algo más prosaicos en este parón de la Fed, como el hecho de que la propia Fed había alimentado la idea de una pausa desde hace varias semanas y ha sido, así, finalmente, esclava de su propia comunicación.
Esa necesidad de cumplir con lo prometido explicaría por qué no se han subido los tipos ahora y a la vez explicaría que Jerome Powell dijera que la casi totalidad de los miembros de la Fed creen que será “apropiado” subir los tipos dos veces este mismo año 2023 para dominar la inflación, enfatizando, no se sabe muy bien con qué intención, que la reunión de julio va a ser “viva” (live).
En todo caso, la extraña pausa de la Fed, a la que se ha unido la decisión del Banco de Japón de seguir mantenido los tipos de interés en negativo, ha servido para alimentar un nuevo episodio de la batalla que la Fed y los mercados financieros mantienen desde principios de 2023 y que ha permitido, por ejemplo, esta semana a las Bolsas subir a la vez que el Banco Central Europeo subía los tipos el jueves y anunciaba dos futuras subidas por lo menos en lo que resta de año.
Ignorando completamente las advertencias de la Fed sobre futuras subidas de tipos, el Nasdaq ha ganado un 3,25% en la semana, el Eurostoxx y el S&P un 2,5%, el Dow Jones un 1,25% y el Nikkei el 4,5%, en una semana en la que lo difícil es encontrar algún signo negativo en las Bolsas mundiales.
Pero la evolución de las Bolsas no es el único enigma en este escenario de endurecimiento monetario e inflación todavía alta, con, por ejemplo, la inflación de la zona euro en el 6,1% en mayo y la subyacente en el 6,9%, ambas cayendo pero todavía en niveles altos. Hay otros enigmas en la economía, que se mantiene con buen tono a pesar de que los tipos hayan subido de forma extraordinaria en sólo un año, con el euríbor por ejemplo pasando del -0,5% al 4% en doce meses.
Las peguntas se acumulan: ¿por qué el consumo sigue tan resistente? ¿Por qué la morosidad bancaria apenas sube? ¿Por qué el empleo está en máximos? ¿Por qué la recesión no aparece o cuando aparece es muy suave? ¿Por qué las Bolsas no paran de subir?
La explicación en lo que a las Bolsas se refiere es triple. Por un lado, un escenario de moderado crecimiento, tipos reales positivos e inflación alta, pero no desbocada, no es malo para la renta variable. Por otro lado, está la euforia provocada por la inteligencia artificial generativa, que podría estar dando lugar a la formación de una pequeña burbuja, igual que pasó en 1999 con las puntocom. Esta semana, por ejemplo, hemos visto cómo ha seguido el festival tecnológico, con Apple y Microsoft, las dos compañías más valiosas del mundo, en máximos históricos, con Tesla marcando 13 sesiones consecutivas al alza y más que doblando desde principios, con Nvidia casi triplicando su valor en los seis primeros meses del año, y con Oracle subiendo un 14,2% en la semana tras anunciar servicios en la nube vinculados a la inteligencia artificial generativa. El tercer factor es que sigue habiendo mucha liquidez en las carteras de los inversores institucionales y eso alimenta las alzas.
En lo que se refiere a la economía y al consumo, una posible explicación es que vivimos todavía del ahorro de los confinamientos y de lo que queda de impulso derivado de los programas poscovid y que, además, los Bancos Centrales apenas han reducido su balance tras haberlo elevado a la estratosfera a causa del Covid. Pero dicho eso no hay que descartar que estemos entrando en una economía que se comporta de forma diferente y que por eso sorprende a quienes la vemos con una mirada más clásica. Probablemente ambas opiniones tengan algo de verdad y hay que intentar entenderlas.
En la guerra entre alcistas y bajistas (‘bulls’ y ‘bears’) las caídas de las Bolsas americanas, sobre todo del Nasdaq, en la sesión de cierre de la semana el pasado viernes, y la concentración de las subidas semanales, una vez más, en pocos valores, dan una ligera esperanza a los bajistas tras un semestre que ha sido demoledor para ellos.
Pero la inercia alcista es muy fuerte y lo seguirá siendo mientras haya liquidez de sobra en el sistema, mientras la economía siga manteniéndose y mientras dure la fascinación por la nueva inteligencia artificial.
Juan Carlos Ureta Domingo
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